9 nov 2008

Capital: En busca de una escoba nueva

La Voz del Interior (09/11/2008)
La desesperada búsqueda de una escoba nueva

Giacomino considera que la creación de una empresa municipal es la única alternativa viable para garantizar la prestación de un servicio elemental que la ciudad ya no le puede pagar a Cliba. El municipio compra camiones. Pero aún no hay señales claras de que el Concejo le vaya a dar vida a Crese.
Hace 10 días, en medio del paro empresario-gremial que dejó a la ciudad de Córdoba tapada de basura y acorralada ante la posible huida de Cliba, Daniel Giacomino y sus concejales decidieron que la única alternativa capaz de garantizar la prestación del más universal, impostergable y oneroso de los servicios urbanos es la creación de una empresa municipal, a la que en el acto bautizaron Córdoba Recicla Sociedad del Estado (Crese).
El problema es que, hasta ahora, lo único seguro es el nombre. Y que, a más tardar, la empresa debe estar funcionando en febrero próximo.
El municipio anuncia que compra 35 camiones recolectores y que en febrero empieza a prestar servicios en la zona norte de la ciudad y a operar el enterramiento sanitario. Pero en el Concejo Deliberante aún no aparecieron señales claras de que la empresa efectivamente llegue a existir.
Para peor, se trata de señales que deben surgir de la oposición, puesto que hacen falta dos tercios de los votos en doble lectura para que Crese pueda integrarse. Los ediles del Frente Cívico y Social salieron por primera vez a respaldar una propuesta de Giacomino, con la convicción propia de un bloque oficialista. Pero aun contando con dos aliados estables, a Crese le faltan tres votos.
El tratamiento en primera lectura está previsto para el martes y todavía no fue postergado. La tarea de convencer a la oposición quedó en manos del viceintendente Carlos Vicente, quien también se encolumnó sin titubeos tras el proyecto de municipalización y convocó para mañana a los titulares de todos los bloques: les pedirá un gesto de "responsabilidad política" para que la ciudad –con el Gobierno municipal a la cabeza– no quede en las próximas semanas ante el abismo al que se asomó hace apenas 10 días.
El "no" de los radicales. La fracción del radicalismo que comanda Ramón Mestre ya anticipó su negativa. Considera que responsabilidad política es lo que le falta al proyecto, que prevé dejar el complejo servicio de higiene urbana en manos de un municipio al que hoy casi todo le resulta imposible, por la asfixiante situación financiera en la que se encuentra sumergido.
¿Qué propuso Mestre? Facultar a Giacomino para que pueda realizar contrataciones directas por 18 meses y, mientras tanto, volver a licitar el servicio. Es un modo elegante de impulsar la continuidad de Cliba. Dos ediles del propio radicalismo muy cercanos a Miguel Nicolás no acompañaron la propuesta; sobre ellos se centra buena parte de la esperanza oficialista.
El bloque que lidera la cada vez más beligerante Olga Riutort y el del justicialismo no definieron un "no" tan rotundo, pero alegan demasiadas dudas para dar el "sí": mucho de lo que suceda con el proyecto dependerá de que el municipio logre demostrar que hay algo más que un nombre detrás de Crese.
¿Hay algo detrás del nombre? Desde el Palacio 6 de Julio aseguran que hay dos promesas nacionales decisivas: apoyo económico –no hay ninguna precisión de forma, ni monto, ni plazo– para la inversión inicial de 15 millones de pesos y apoyo gremial a través del Sindicato de Camioneros. Son Hugo Moyano y su hijo Pablo quienes deciden lo que hace el gremio de recolectores (Surbac) y el visto bueno de éste es indispensable en un proceso que supone el traspaso de unos 400 empleados de Cliba a la empresa municipal. Sin esas garantías nacionales, Crese no tiene posibilidad alguna de llegar a ver la luz, más allá de que consiga los votos.
El municipio también sostiene que hay estudios de costos, rutas de servicio, un predio para la planta de transferencia de basura en el norte y la declamada intención de que Crese no se parezca a Tamse, la empresa de transporte que le genera un agujero cada vez más grande a la administración Giacomino.
Ahora bien, suponiendo que el intendente logre convencer a la oposición de que no hay otra salida que la municipalización, y que logre poner a funcionar su propia empresa, hay otro actor que aún debe mover sus fichas: el Grupo Roggio. Cliba debe definir si quiere seguir en la media ciudad que está al sur del río Suquía o si abandona la totalidad del servicio. Qué hará el municipio en el caso de que ocurra lo segundo, es un verdadero enigma.

Amenaza latente
Esa decisión tiene como telón de fondo la amenaza siempre presente de un retiro anticipado. La empresa sostiene que si el municipio incumple el cronograma de pagos establecido para noviembre y diciembre –esto incluye el depósito de un tercio de los 60 millones de pesos que el municipio espera de un crédito del Banco Nación–, el servicio será abandonado el último día de 2008. Si los pagos se hacen en tiempo y forma, la prestación actual sigue hasta el último día de enero.
Es esa negociación pendiente con Cliba la que, a los ojos de Giacomino, hace imperiosa la creación de la empresa Crese: en el municipio están convencidos de que será menos onerosa la continuidad de Roggio en la zona sur si hay una alternativa sólida para la zona norte.
Para peor, todo el proceso tiene como trasfondo la incertidumbre financiera. Fue la total falta de recursos económicos lo que generó el conflicto entre el municipio y Cliba, y es la falta de recursos la que limita de manera extrema toda posibilidad de solución, sea a través de Cliba o de la todavía inexistente Crese.
Encima, todo se definirá en diciembre, el mes en que más basura se genera y justo en los días en que el municipio deberá sacar lo que no tiene para enfrentar el pago de sueldos y aguinaldos.

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