12 nov 2008

Ruidos fuera de límites en zonas de Capital

La Mañana de Córdoba (12/11/2008)
En los barrios alejados, los ruidos ya superan límites normales permitidos

Los índices de contaminación sonora son más fuertes a medida que se avanza desde la periferia hacia el centro, donde -según los expertos- la situación se torna irreversible. Los especialistas advierten que los parámetros que fija la ordenanza municipal sobre límites de polución son poco estrictos en relación a los topes internacionales.
Un estudio de especialistas del Centro de Investigaciones Acústicas y Luminotécnicas de la Facultad de Arquitectura, Urbanismo y Diseño de la UNC en barrios periféricos de la ciudad, advirtió la presencia de índices de ruido que están por encima de los niveles normales establecidos por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Y si bien los expertos aseguran que aún se pueden establecer medidas paliativas para revertir el efecto, los altos niveles de contaminación sonora podrían provocar -en el mediano y largo plazo- serios problemas auditivos a los vecinos que habitan la zona.
Los especialistas dieron cuenta que a medida que el círculo de estudio se va acercando al centro de la ciudad los índices aumentan de manera impresionante. Y alertaron sobre la necesidad de implementar una planificación urbana antes que sea irreversible.
El muestreo -instrumentado a instancias de un acuerdo con la Defensoría del Pueblo de la Provincia, durante la gestión de Jessica Valentini- incluyó cuatro puntos de la zona periférica: la intersección de avenidas Padre Claret y Cordillera, dos puntos en el Nudo Vial de la 14 y el cruce de Recta Martinolli y Torricceli. Allí se detectaron niveles altos de ruido, sobre todo en la zona de Villa Belgrano e inmediaciones del Cerro de las Rosas.
El relevamiento arrojó que alcanzan entre 65 y 77 decibeles en las zonas de avenida Padre Claret, el Nudo Vial y Recta Martinolli, pese a que el límite establecido por la Organizacón Mundial de la Salud expresa que ruidos por encima de los 70 decibeles provocan deficiencia auditiva de primer grado.
“En vez de concentrarnos en el centro comenzamos por la periferia donde, por lógica, los niveles de contaminación sonora son más bajos que en el resto de la ciudad. Pero nos dimos con que allí también son altos, y desde ya que será inimaginable cuánto aumentarán a medida que nos acerquemos al área neurálgica donde se rompe, históricamente, el nivel permitido de ruido”, explicó Raúl Maristany, titular del Centro de Investigaciones Acústicas y Luminotécnicas.
Maristany ponderó que revertir los efectos de la contaminación sonora en el área central y en Nueva Córdoba es, a esta altura, imposible. “Las medidas no se tomaron a tiempo y hoy, disminuir los decibeles de ruido en el microcentro sería una gestión insostenible. Sí se pueden paliar los efectos, pero la contaminación es demasiado alta”, precisó.
Para definir un mapa del ruido en la ciudad, el estudio se dividirá en cuatro etapas. La primera abarcará al centro de la ciudad y Nueva Córdoba, la segunda al primer anillo de crecimiento, luego se cubrirá el segundo anillo y por último, a la periferia.
“En la periferia, donde el crecimiento urbano es casi espontáneo, no se tienen en cuenta los problemas de ruido ya que no existe una política de planificación urbana que fije como parámetro la salud auditiva de los vecinos. En realidad, no se tienen en cuenta políticas de este tipo en ninguna parte, pero hay sectores en los que todavía se puede paliar el efecto”, aseguró Leandro Abadía, miembro del equipo de especialistas.

Una ordenanza caduca
Si bien en 1986 se sancionó la Ordenanza 8.167 que establece el máximo de decibeles al que puede estar sometido una persona que resida en distintas áreas de la ciudad, desde el Centro de Investigaciones Acústicas y Luminotécnicas aseguraron que el estudio integral realizado por la dependencia universitaria se vale de los parámetros establecidos por la OMS para fijar el nivel de contaminación sonora.
Según el criterio de la normativa por la que se rige la Municipalidad de Córdoba desde hace más de 20 años el oído puede soportar hasta 85 decibeles sin sufrir ningún daño, límite que el organismo internacional fija en 70.
“La ordenanza está desactualizada y debemos trabajar para sancionar una nueva ley que sea aún más dura con las medidas para paliar o erradicar la contaminación sonora, que en algunos puntos ya es irreversible”, aseguró Carlos Herrán, otro de los especialistas del centro.
La ordenanza local sostiene que “queda prohibido dentro de los límites del ejido municipal causar o estimular ruidos innecesarios o excesivos que propalándose por vía aérea o sólida afecten o sean capaces de afectar a las personas, sean en ambientes públicos o privados, cualquiera fuere el acto, hecho o actividad que lo genere”. Y se considera dentro de los límites normales 80 decibeles para motocicletas de cualquier tipo, 85 para automotores de hasta 3,5 toneladas de tara 85 y 90 para automotores de más de 3,5 toneladas de tara y a diesel”.
“Las reglas internacionales son más estrictas en cuanto a prevenir este tipo de polución. En Córdoba deberíamos poner reglas más duras y hacer un serio programa de planificación urbana”, aseguró Maristany.

Qué piensan los vecinos
Además de los trastornos sonoros visibles que puede provocar esta exposición continua -como problemas auditivos o disminución de la capacidad sensorial- quienes están expuestos a decibeles más altos que los permitidos pueden presentar signos de agresividad, insomnio o cambios de humor.
“Antes de instalar la aparatología que nos indicará el índice de contaminación en la zona, hacemos una encuesta a los vecinos sobre qué ruidos les molestan. En el caso de esta primera etapa, surgió que la gente está más consciente de los problemas de ruidos molestos de lo que pensábamos”, agregó Maristany.
De la encuesta participaron cerca de 400 vecinos de la periferia y el 80 por ciento de sus testimonios coincidieron en señalar que los animales, el tráfico vehicular, otros vecinos, las bocinas de los automóviles, las sirenas o alarmas y los niños gritando en la calle -en ese orden- son los ruidos más molestos que escuchan los vecinos desde el interior de su vivienda.
Otro 80 por ciento opinó además, que el tráfico de la calle, los bocinazos, las sirenas, los animales, los niños gritando, los vecinos que hacen fiestas y las construcciones -también respetando ese orden- son los ruidos más molestos que oyen desde el exterior del hogar. Y más del 60 por ciento aseguró que el peor día de la semana para soportar la contaminación sonora es el viernes.

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