29 jul 2019

El destino de los residuos: la mayoría deficiente tratamiento



La Voz del Interior - Edición Electrónica (29/07/2019)
¿Qué destino tienen los cuatro millones de kilos de residuos que generamos por día los cordobeses?

El 66 por ciento de los pueblos y ciudades mantienen basurales a cielo abierto.
• Algunas regiones tienen vertederos regionales de tratamiento. Pero son las menos.
• En la Capital y en las grandes ciudades del interior se separa y recicla aún muy poco.
• Hay avances en algunas localidades en reducir el volumen a enterrar.

Si cada cordobés genera al menos un kilogramo de residuos domiciliarios por día –como se estima en promedio– el volumen total al que se le debe buscar destino supera los 3,7 millones de kilos diarios en la provincia. El número real, de todos modos, seguramente supera ya los cuatro millones de kilos por día.
Sólo una mínima parte respecto del volumen total es efectivamente separada hoy para su reciclado, aunque cada vez se sumen más municipios al desafío de la recolección diferenciada. Pero de anunciar ese sistema a la separación efectiva hay un largo trecho.
Lo que no se separa para su reutilización termina en basurales a cielo abierto o, en el mejor de los casos, enterrado en predios de tratamiento.
Sólo una menor parte del enorme volumen total tiene un destino que se asemeja a lo que el mundo más evolucionado consideraría al menos aceptable.
El 66 por ciento de las 427 localidades conserva aún el vetusto modelo de los basurales a cielo abierto, sin tratamiento alguno, con todo mezclado y contaminando suelo, aire y napas, según admite el informe anual correspondiente a 2018 de la Secretaría de Ambiente de la Provincia.
Aunque no sea un basural a cielo abierto, cuesta considerar como un enterramiento sanitario adecuado el mayor de la provincia: el de Piedras Blancas, adonde termina la basura de la Capital y de una veintena de localidades del Gran Córdoba (casi el 50 por ciento de la población provincial).
El destino final de los desechos del Gran Córdoba está todavía sin resolver, aun con el provisorio predio actual a punto de colapsar.
De las otras cuatro grandes ciudades del interior, sólo una tiene (y desde hace apenas meses) una planta moderna de tratamiento y separación: Villa Carlos Paz.
En Río Cuarto y en Villa María el destino no es un megabasural pero sus predios apenas superan las mínimas condiciones. San Francisco, en cambio, acumula aún su basura sin tratar.
Allí, en ese stock, está el 60 por ciento de los desechos cordobeses.

Vertederos regionales
En el resto del interior, sólo algunas zonas y ciudades tienen vertederos regionales, con el modelo que impulsa la Provincia.
Se trata de plantas que reciben los desechos de varias localidades para compactarlos, enfardarlos en “paquetes” herméticos y enterrarlos en fosas impermeabilizadas, tras alguna separación de los reciclables. Esas plantas son ejecutadas con fondos que aporta la Provincia, pero operadas luego por entes intermunicipales. 
Traslasierra fue la primera región con ese avance: en Villa Dolores hay dos predios, uno específico de ese municipio y otro de un ente regional para el resto de las localidades del valle.
Calamuchita tiene una planta regional desde 2012, que recibe buena parte de los desechos de ese departamento serrano. De todas, es la que más porcentaje separa para vender como reciclable.
En el extremo sur hay dos. En Laboulaye funciona un vertedero regional para una decena de localidades del departamento Roque Saénz Peña. Y en Huinca Renancó se montó otro para el departamento General Roca, pero que en realidad nunca pudo funcionar: hasta ahora fue más frustración que concreción.
Entre La Carlota y Moldes hay uno más, para una decena de pueblos y ciudades chicas de esa región cercana a Río Cuarto.
Meses atrás, se inauguró la planta de tratamiento de Villa Carlos Paz, que recepta además los desechos de una decena de comunas cercanas del sur de Punilla. En este caso, a diferencia de las anteriores, se ejecutó con recursos girados de la Nación.
La suma da que, agregando algunas plantas locales individuales como la de Leones, tiene destino de vertederos regionales la basura de unas 70 localidades: una mínima proporción del total.
Si la política oficial es completar el mapa con vertederos regionales similares, resta un amplio desarrollo.

Próximas
Ambiente de la Provincia confirmó que está ya finalizada y en actual etapa de prueba la planta de tratamiento para el departamento Tercero Arriba (construida cerca de Río Tercero), que se intentará que utilicen una quincena de localidades.
A la vez, se inició hace dos meses la obra de una similar en Brinkmann, para nueve poblaciones del norte del departamento San Justo (sin incluir a San Francisco).
Lo demás –que es aún la mayor parte del mapa provincial– está pendiente.
De todo lo que falta, hay proyectos de la Provincia listos pero por ahora sin fecha de licitación, para los vertederos regionales del departamento Totoral y de la región de Mar Chiquita.

Avances y costos
Los vertederos controlados representan un avance notorio respecto de los basurales a cielo abierto, aunque plantean algunos desafíos: no todos funcionan con similar eficacia y hay dificultades para lograr que los municipios efectivamente adhieran a enviarles sus desechos. 
No pocos intendentes ven como problema el costo del flete hasta la planta y el precio que se les cobra para el tratamiento (que ronda hoy los 1.400 pesos por tonelada). Cada planta tiene un operador a cargo de la tarea. 
Dos ejemplos a mano: el vertedero regional de Huinca Renancó nunca pudo funcionar como tal y, peor aún, el de Cruz del Eje se construyó hace más de una década y quedó abandonado ante la resistencia de los municipios de esa región del noroeste provincial de enviar sus residuos.
Los sectores ambientalistas, en tanto, no aplauden el modelo de los vertederos regionales. En general, sostienen que la concentración de residuos aumenta su impacto y sugieren, en cambio, que cada localidad se haga cargo de los suyos pero reduciendo drásticamente el volumen vía separación y reciclado.
Hay en Córdoba algunas experiencias puntuales, generalmente en pueblos medianos y chicos, de separación domiciliaria de residuos con alta tasa de participación de sus vecinos y un porcentaje más elevado de desechos recuperados para su reciclado. Los ejemplos más citados suelen ser La Para (departamento Río Primero) y Justiniano Posse (departamento Unión).
En el último año se han sumado varios intentos de ciudades y pueblos que están tratando de avanzar con mayor decisión en la recolección diferenciada domiciliaria, para lograr que el volumen final a enterrar sea el menor posible. Algunos buenos ejemplos son los casos de Almafuerte, Marcos Juárez y Jesús María.
En la Capital se inició meses atrás ese proceso, pero aún está muy lejos de mostrar buenos resultados: la tasa de recupero de reciclables y de separación domiciliaria efectiva es baja.

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