24 jul 2019

Bajo Grande en el ojo de la tormenta



La Voz del Interior (24/07/2019)
Bajo Grande: apuntan al convenio del ex-Batallón

La concejala Victoria Flores y la fundación Córdoba de Todos piden informes. Quieren saber por qué no funciona la planta y si Eurnekian incumplió el convenio urbanístico.
La situación de la Estación Depuradora de Aguas Residuales (Edar) de Bajo Grande y los detalles sobre la inversión, que se acordó en la adenda del convenio urbanístico entre la Municipalidad de Córdoba y la Corporación América, son los puntos principales del pedido de informes que presentó ayer la concejala Victoria Flores, y que tiene como objetivo conocer el estado en que se encuentran las unidades de tratamiento de los líquidos cloacales en la ciudad y el avance de las obras comprometidas.
Luego del informe que publicó La Voz el pasado domingo, en el que se reveló una resolución de Policía Ambiental que da cuenta de los sistemáticos incumplimientos en materia ambiental por parte del municipio –el escrito dice que el líquido que egresa de la planta tiene prácticamente el mismo grado de contaminación que cuando ingresa–, la oposición volvió a pedirle explicaciones al Ejecutivo sobre el tema.
El escrito presentado por Flores en mesa de entrada del Concejo Deliberante, y con el que insistirá sobre tablas en la sesión de mañana, le requiere al municipio información dentro de los próximos siete días sobre Bajo Grande.
Allí le solicita que dé cuenta del estado de funcionamiento de cada una de las unidades de la planta, indaga sobre la posibilidad de que se haya vertido líquido sin clorar, pide información sobre las medidas de mitigación que se aplicaron y el estado en que se encuentra el plan determinado por la emergencia ambiental, que el intendente Ramón Mestre firmó en seis ocasiones.
A su vez, hace dos preguntas sobre el convenio que firmó el municipio con el holding del empresario Eduardo Eurnekian por el cambio de uso de suelo en el predio del ex Batallón 141.
En primer lugar reclama información sobre el plan de adecuación y modernización de la planta de Bajo Grande y en segundo término pide detalles sobre la inversión a la que se comprometió la empresa.
Desde la Municipalidad aseguran que la inversión que lleva hecha la Corporación América en el marco del convenio urbanístico de 376 millones de pesos es de 40 millones.
“Desde que comenzó la gestión de Mestre que sigo esta problemática y no vemos ningún grado de avance. Es un problema muy grave porque se persiste en la contaminación del Suquía”, dijo Flores.
A su vez, desde la fundación Córdoba de Todos aseguran que la planta se encuentra “totalmente detenida y que los líquidos cloacales que ingresan desde toda la ciudad a la planta son despachados directamente al río Suquía sin ningún tipo de tratamiento”.
El otro punto de conflicto que señala Flores es el pozo San Vicente, donde deben descargar los camiones atmosféricos que se encargan de los residuos de los pozos negros.
El informe de Policía Ambiental al que tuvo acceso este medio coincide con la preocupación sobre las condiciones y controles en que realizan las deposiciones de los camiones y cómo impacta dentro de todo el sistema de tratamiento cloacal.

Emergencia: decretada en 2014
El convenio urbanístico data de enero de 2013.
El primer acuerdo entre el municipio y la Corporación América por el cambio de uso de suelo del ex Batallón 141 contemplaba la realización de una nueva planta. La última adenda prevé una inversión de 376 millones de pesos.

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Riesgos sanitarios impredecibles

Si no se actúa con urgencia, Bajo Grande seguirá operando como un gigantesco foco de contaminación sanitaria de resultados impensados.
El colapso casi general de la Estación Depuradora de Aguas Residuales Bajo Grande, de la ciudad de Córdoba, nos muestra una vez más la incapacidad operativa del Estado por solucionar un sistema sanitario crucial que, tal como está, entraña un alto riesgo para la salud de la población, además de conspirar contra la calidad del medioambiente.
De acuerdo con informes difundidos al cabo de exhaustivos estudios sobre el mal funcionamiento de esa planta, ubicada en la periferia este de la ciudad de Córdoba, se puede inferir que la situación es grave.
El deterioro y sus consecuencias asustan: estudios de la Policía Ambiental de la Provincia determinaron que los líquidos cloacales que se vierten al río Suquía desde la estación Bajo Grande tienen prácticamente el mismo grado de contaminación que presentan cuando ingresan.
Es decir, según esos relevamientos, la infraestructura funcional de la planta –bajo gestión de la Municipalidad de Córdoba– ha dejado de cumplir sus funciones más específicas. Y el panorama es inquietante porque no se visualizan planes de obras ni partidas presupuestarias que alimenten la esperanza de una pronta remediación.
De tal modo, los líquidos saturados de virus, de bacterias y de hongos relacionados con la materia fecal van a parar casi sin escala al degradado río, para iniciar un recorrido que los lleva hasta la laguna Mar Chiquita, previo paso por poblaciones que sufren los efectos de la contaminación.
Desde la Municipalidad atribuyen los reventones en Bajo Grande a la “pesada herencia”, pese a que van a cumplirse ocho años de la actual gestión del intendente Ramón Mestre. La excusa asoma extemporánea, aunque es cierto que el problema arrastra décadas de inoperancia que ponen en foco, también, a las anteriores administraciones en el Palacio 6 de Julio.
Entre proyectos y promesas de campañas políticas que nunca se concretaron en obras de infraestructura que atiendan el exponencial crecimiento que tuvo la red de cloacas durante los últimos años en Córdoba, irrumpen las multas y los pedidos de explicaciones de ocasión.
En julio de 2018, Policía Ambiental incluyó a la Municipalidad en el registro de infractores y le aplicó una sanción millonaria. Además, le requirió precisiones sobre la planta de tratamiento de líquidos cloacales que debe construir Corporación América, en el marco del proyecto urbanístico con asiento en el ex Batallón 141.
La Municipalidad y la jurisdicción provincial tendrán que asumir que la realidad pasa por costados ajenos a las sanciones y a los negocios: si no se actúa con urgencia, Bajo Grande seguirá operando como un gigantesco foco de contaminación sanitaria de resultados impensados.

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La Voz de San Justo (24/07/2019)
Contaminación de los afluentes de "la Mar"

Viene creciendo una polémica en torno a los efectos que podría tener sobre las aguas de la laguna Mar Chiquita la evidente contaminación del río Suquía, uno de sus afluentes. Es el momento de plantear con claridad el problema y llevar adelante los estudios necesarios para determinar de manera fehaciente el impacto de la contaminación en "la Mar". No podemos quedarnos de brazos cruzados.
Viene creciendo una polémica en torno a los efectos que podría tener sobre las aguas de la laguna Mar Chiquita la evidente contaminación del río Suquía, uno de sus afluentes. Estudios realizados en la ciudad de Córdoba puntualizan que este curso de agua "es una cloaca a cielo abierto", al menos en los primeros tramos de su recorrido, luego de pasar por la ciudad de Córdoba.
Fallas en el tratamiento de los líquidos cloacales y la inexistencia en muchos barrios de las obras de alcantarillado son las causas de esta situación que hoy tiene instancias judiciales, en las que se dirime la competencia federal o provincial. Lo cierto que un estudio del Centro de Química aplicada de la Facultad de Ciencias Químicas de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) arrojó resultados preocupantes. Según se publicó, en cinco sitios de muestra diferentes de la Capital provincial, la presencia de la bacteria Escherichia coli es mayor que la permitida por la normativa vigente, entre otros problemas ambientales.
Preciso es señalar que la contaminación de un río es un problema ecológico de magnitud para las poblaciones que se ubican en sus riberas. Pero tratándose del Suquía, las cosas alcanzan otra magnitud. Porque sus aguas atraviesan una ciudad de más de un millón de habitantes y terminan alimentando al más grande espejo de agua interior del país. Hay que recordar también que el Mar de Ansenuza es un área protegida provincial y en poco tiempo más será transformado en Parque Nacional, por lo que se requieren estudios profundos para que la quinta laguna más grande del mundo no sufra los embates de la contaminación de los ríos que son sus afluentes.
El estudio de la UNC, publicado en junio pasado, tuvo repercusiones, como es lógico. Por ejemplo, desde el Foro Ambiental Córdoba se remarcó el nivel de contaminación de las aguas que sería consecuencia de la precariedad del sistema cloacal de Córdoba capital, lo que representa un serio riesgo. Por ello, se reclaman estudios más profundos y exhaustivos para determinar cuál podría ser el verdadero impacto tanto en la población como en los ecosistemas como el de la Mar Chiquita.
La región va camino a tener un Parque Nacional en la zona de la laguna. Constituye este proceso un eslabón trascendente para preservar el maravilloso espejo de agua del noreste cordobés y será grande el impacto que tendrá en toda la zona, en varios órdenes, desde el ecológico hasta el económico y turístico, entre otros. Por ello, es el momento de plantear con claridad el problema y llevar adelante los estudios necesarios para determinar de manera fehaciente el impacto de la contaminación de los afluentes de "la Mar". Es que desde hace años se viene hablando de la mala calidad de las aguas que bajan por el Río Dulce. Y ahora surgen muchas dudas en torno a la contaminación del Suquía.
Ante estas circunstancias, la región no puede quedar de brazos cruzados.

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