6 jun 2022

Autovía de Punilla y el foco en vehículos

 


La Voz del Interior (06/06/2022)
Si ganan los vehículos, pierde la gente

La invasión más peligrosa para Punilla es la pobreza urbana en la que se caerá ante el avance irresponsable de un desarrollo no planificado.
El título de esta nota surge de un párrafo extraído del artículo “Una reflexión sobre la nueva ruta 38?, publicado en La Voz el pasado 31 de mayo y que lleva la firma del máximo responsable del Iplam, el arquitecto Guillermo Mariano Irós. A partir de ello es que consideramos la necesidad de refutar algunas ideas contenidas en su nota y aportar una mirada crítica a la controversia que generan los proyectos de autovías serranas.
Lo que el artículo de Irós evita analizar es lo que justamente nos interesa poner de relieve: estamos convencidos de que el proyecto de autovía RN38 plantea –en realidad– una continuidad del área metropolitana de Córdoba, lo que inevitablemente derivará en un impacto social, ambiental y cultural peligroso para las localidades de Punilla. Al desmedido crecimiento poblacional que trae la expansión de un tejido urbano no planificado, debe sumarse el deterioro de las condiciones ambientales del entorno, asunto que a esta altura de la historia casi no se discute en el mundo global.
Que el “alejamiento del tránsito pasante” se considere beneficioso por el solo hecho de situarlo lejos de los cascos céntricos de cada localidad esconde en realidad algo que cualquier urbanista sabe: las obras viales de rápida velocidad traen asociada una alta tasa de crecimiento poblacional para las pequeñas ciudades a las que se atraviesa.
Aunque el “volumen opresivo de tránsito” circulara a mayor distancia de los centros urbanos, la pretendida fluidez que sugiere Irós se transformará en un incremento vehicular provocado por el crecimiento poblacional que esta obra generará. Esto perturbará el cotidiano de la escala local, produciendo la inexorable pérdida de calidad ambiental que las “ciudades-pueblos” conservan en su identidad cultural. Cualquier vecino o vecina que habita el Valle de Punilla sabe muy bien que las grandes ciudades son ruidosas, molestas, polutas y peligrosas.
El aumento poblacional que arrastrará el desarrollo de una obra de esa envergadura modificará la forma de vida urbana, y la actividad turística inevitablemente decaerá. Quienes visitan las sierras de Córdoba cada año buscan la tranquilidad de una villa veraniega, no la fluidez vial que ofrecen las grandes ciudades, porque en general es de esa “rapidez” de la que pretenden descansar.
Sabido es también el alto costo para la calidad de vida futura que suponen estas expansiones demográficas convertidas en ciudades dormitorio que, más allá de que se asienten en entornos naturales, no dejan de trasladar los hábitos antiecológicos que imperan en las urbes. Los recursos naturales (agua, aire, bosques, tierra y minerales), que son esenciales para la vida del planeta, se pierden o malgastan mediante políticas inapropiadas que se empeñan en una idea de desarrollo insostenible.
“Son innumerables los ejemplos de ciudades que se han visto invadidas por el automóvil”, argumentó Irós en su nota. En eso coincidimos, sólo que a dicha reflexión le falta la “invasión humana” de la que el autor no habla.
Los habitantes de las localidades serranas sufren en carne propia la carencia de políticas públicas que garanticen mínimamente el acceso a la salud, a la vivienda digna, al agua sana de red y a un entorno sustentable que asegure la calidad de vida que –a propósito– viene a buscarse en estos entornos serranos.
El barrio más densamente poblado de la ciudad de Cosquín carece de la provisión de agua para sus habitantes, sólo por dar un ejemplo de lo que venimos diciendo. El agua es, por supuesto, el elemento común de los conflictos más trascendentales de toda cuestión ambiental en el mundo.
La invasión más peligrosa para Punilla es la pobreza urbana en la que se caerá, ante el avance irresponsable de un desarrollo no planificado. Desde siempre, ha sido un territorio vulnerable y desfavorecido si lo comparamos con otros sectores del área metropolitana de Córdoba, como Sierras Chicas o Calamuchita.
Los intendentes y sus equipos deben aprovechar las cualidades locales y prever una verdadera mejora para la calidad de vida de quienes habitamos este valle, evitando así el surgimiento de nuevas zonas de sacrificio. Las prioridades son otras. Urge contar con una adecuada planificación y una administración ambiental participativa a escala regional metropolitana.

Emiliana Martina
Doctora en Arquitectura, investigadora del Conicet

Carlos González Quintana
Abogado, integrante de Codebona

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