16 jun 2022

Alertan del incremento de corte de leña en Sierras Chicas

 


La Voz del Interior (16/06/2022)
Cortar leña para calefaccionar el hogar, una práctica en aumento en Sierras Chicas

La zona, vecina a la Capital, carece de gas natural en su mayor parte. Los costos del gas envasado o de la leña comprada terminan incentivando una práctica de impacto ambiental.
El frío regresa, cada año. Y en la muy poblada región de Sierras Chicas, en el Gran Córdoba, el gas natural domiciliario sigue siendo un asunto pendiente. Muchas familias calefaccionan sus hogares con lo que queda a mano: gas envasado o leña. Pero los crecientes costos de esos elementos incentiva otra práctica: la de procurarse madera por cuenta propia, en alguna zona arbolada cercana.
La leña es el elemento indispensable para las salamandras con que cuentan una gran cantidad de viviendas de esta región, la de mayor crecimiento poblacional en Córdoba en las dos últimas décadas.
En el invierno de 2021, la tonelada de leña costaba entre 10 mil y 15 mil pesos. Actualmente se consigue entre 20 mil y 25 mil pesos (de quebracho blanco o colorado, o de algarrobo). Los 100 kilos cuestan entre 2.200 y 2.500 pesos, aunque si se opta por leña blanda (menos eficiente) se paga entre 1.400 y 1.600 pesos esos 100 kilos.
En tanto, la garrafa de 15 kilos de gas envasado que el año pasado se conseguía a 990 pesos, ahora ronda los 1.300 pesos. Y la de 10 kilos pasó de 660 a 850 pesos.
Con la crisis que pega, la búsqueda de leños sin costo representa una ayuda importante para casi todas las familias. Y se centra en las zonas donde hay terrenos que contienen árboles, en los montecitos que quedan en pie y hasta incluso en las áreas de reservas, con más monte nativo, donde los pobladores recogen (o debieran recoger) con autorización y ciertos criterios.
También hay quienes talan o hasta desmontan sin la debida autorización municipal. En una zona que ha perdido casi todo el bosque nativo que alguna vez albergó, no es un asunto menor.

El acopio
Para Gabriela Boy, quien vive en el barrio Cabana, de Unquillo, contar con leña durante el invierno es fundamental. Pero asevera que es una práctica consciente y amigable con el ambiente que realizan los cinco integrantes de su familia.
“Tratamos de recoger durante el verano y el otoño para prevenir en el invierno. Hay años que además compramos. Este año empezamos antes, porque con estos fríos no alcanza”, cuenta.
Recogen de los costados de los caminos, buscan leña seca en un monte cercano a su casa y en campos de amigos. “Nos lleva al menos cuatro horas: hay que ir con la motosierra, cargar los troncos, cortarlos y eso lleva tiempo. Es una organización entre toda la familia”, relata.
Una vez en casa, la leña alimenta la salamandra. Además, la usan para calentar ollas y pavas. Y con esta práctica también se ahorra en el gas envasado de la cocina.
“La idea no es tener prendida la salamandra todo el día porque el abrigo tiene que estar dentro de la casa. En las grandes ciudades, se anda adentro en remeras por la calefacción pero acá nunca”, afirma Boy.
A su vez, Liliana Cortéz, vecina de barrio Villa Sol, en Salsipuedes, lleva 28 años juntando leña. La mayor provisión la utiliza para hacer pan, que luego vende, un recurso fundamental para sostener su hogar de cuatro integrantes.
“Agarro el machete, los perros y me voy a buscar leña a unos terrenos cerca de casa. Traigo las ramas para cargar el horno y la salamandra con la que calefacciono la casa a la noche. A algunos vecinos les cambio panes por leña gruesa”, relata.
Además, cuenta que a medida que el barrio se fue urbanizando y las construcciones de viviendas se hicieron notorias, hay más cantidad de árboles caídos, y ella busca esa leña. “El árbol caído que encuentro me lo llevo”, apunta. Dice que, de paso, con lo que recoge hace una limpieza de la poda y del desmonte de otros.

Controles municipales
El coordinador de Ambiente del municipio de Salsipuedes, Nicolas Frutos, explica que “hay personas que aprovechan la leña seca dentro de lotes”, pero que para intervenir sobre árboles verdes deben pedir autorización.
Aclara que la mayoría de la leña que se vende en negocios no es de la zona, sino que “proviene, con guías de tránsitos, de otras provincias del norte”.
Frutos remarca que ante intervenciones no autorizadas en lotes privados, cuando se detectan, se da curso a los inspectores y se multan.
“En época de poda, de mayo a agosto, hay pedidos de solicitud para cortar. Pero no se dan permisos de intervención de leña para el comercio. En general, son permisos para sacar árboles para construir”, expresa.
Las denuncias que recibe el municipio -refiere- son por desmontes para urbanización más que para leña para calefacción.
El municipio de Salsipuedes dicta cursos para “podadores habilitados”, para hacer preventa con cupo, y de este modo se intenta que la poda esté regularizada.
También aclara con las especies no nativas no está liberada la poda. “No porque sean exóticos vamos a sacarlos a la ligera”, señala.
Además, el municipio intenta desarrollar los chips de madera con restos de podas, para hacer briquetas y generar otro tipo de combustible.
Por su parte, Noel San Martín, directora de la Reserva Municipal Los Quebrachitos, destaca que los guardaparques realizan un control territorial y que si los vecinos ven situaciones sospechosas, denuncian.
“La reserva permite la utilización de leña caída. Se hacen inspecciones previas, al igual que sobre los lotes. Pero si hay personas que cortan lo verde, se las multa”, expresa.

Una práctica difícil de controlar
Adrián Rinaudo, director de la Policía Ambiental de la Provincia, asegura que siempre que llegan los primeros fríos reciben denuncias de gente que busca leña en Sierras Chicas.
“Siempre ocurre, incluso en los últimos años con la pandemia, cuando no se permitía circular mucho. Este año hemos recibido más denuncias, pero no muchas más que años atrás”, comenta.
El funcionario reconoce que es difícil dar con el infractor, porque cuando llegan inspectores al lugar ya se marcharon y se llevaron la leña. “Vemos que en general no talan más de un árbol a la vez, ya que es para autoconsumo. Tenemos pocas denuncias sobre talas más grandes. Vamos poniendo cartelería para advertir que es un delito y disuadir al infractor”, explica.
Rinaudo aclara que en muchos casos se argumenta que se extrae madera de plantas exóticas (el siempreverde es el árbol más expandido en la zona). De todas formas, explica que, para controlar la expansión de especies invasoras, se debe presentar un plan específico en la Secretaría de Ambiente de Córdoba, por lo que su tala desautorizada tampoco se permite.

Los hacheros del norte
Después de varios años al mando de la Policía Ambiental, Rinaudo ya reconoce qué intención hay detrás de cada tipo de desmonte. Cerca de las ciudades –dice– son intervenciones para desarrollos inmobiliarios y/o apertura de calles sin autorización. De Jesús María hacia el norte, ya predominan los desmontes selectivos para hacer ganadería.
Más cerca de las salinas, hacia el extremo norte, aparece el desmonte para obtener leña. “Es un desmonte característico. Hacen caminos angostos de no más de dos metros de ancho para que pase un carro tirado a caballo, donde cargan la leña para vender, o para hacer carbón”, detalla.
Y explica que desde el aire se ve como unas “arañitas” de terreno despejado en el medio del monte nativo. “Son prácticas menos degradantes para los ecosistemas, pero que igual requieren autorización para que sean sustentables y no se pierdan las características de esos ecosistemas”, argumenta.
Rinaudo asegura que es una práctica que ya está controlada en Córdoba porque casi siempre son los mismos los que la realizan y fueron aprendiendo su manera correcta. “Este tipo de desmonte para conseguir leña bajó mucho cuando en 2017 cerró la cantera Quilpo, que consumía mucha leña”, detalla.
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