18 nov 2022

Forestación y cambio climático

 


La Voz del Interior (18/11/2022)
Forestación urbana: ¿se preparan las ciudades cordobesas para mitigar el cambio climático?

Sumar arbolado y espacios verdes, así como mejorar las redes de desagües, son puntos clave para adaptar las localidades a los riesgos del nuevo tiempo. El papel que le toca a los gobernantes municipales.
El cambio climático planetario que supimos conseguir no es sólo un problema de organismos internacionales, gobiernos nacionales y ONG ambientalistas. Será, o ya es, un problema de la sociedad, de la gente. Y la gente vive en ciudades.
Son las ciudades las que deben adaptarse para mitigar para su gente los efectos de los eventos extremos (más inundaciones y más sequías, según lugares y según meses, y más calor promedio).
Ningún intendente podrá decir que nadie avisó: llevan años las advertencias desde la ciencia sobre los posibles impactos y los modos de mitigarlos.
Es muy probable que en algunas décadas se recuerde más y mejor a las autoridades municipales que forestaron e hicieron desagües, entre otras acciones, y que redujeron de ese modo los impactos del cambio climático para su comunidad, que a quienes sólo siguieron sumando asfalto a sus calles, con el cual el agua pluvial acelera su paso.
Algunos municipios están comenzando a tomar nota. Muchos otros no parecen enterados. O sus autoridades imaginan que podrán dejar ese problema a quienes las sucedan.
Las medidas de adaptación en ciudades van, según todos los especialistas, desde los planes de forestación urbana contundentes pero planificados hasta las obras de desagües para encauzar excesos hídricos, por citar lo más elemental.
Más árboles para bajar la temperatura ambiente (reducen el efecto de “isla urbana de calor”). Más espacios verdes para el mismo fin y para retener en sus suelos las aguas de las lluvias más intensas. Más “cintas verdes” en veredas (y no sólo plantas en diminutas cazuelas), porque esas franjas de vegetación y suelo entre edificios y calles permiten absorber más agua y reducir la superficie de pavimento. Más desagües y mejor mantenidos. Más preparación en materia de Defensa Civil para atender emergencias climáticas. Más prevención.
Para sumar esa vegetación faltante entre tanto cemento en tantas ciudades, aparece la obvia ventaja de las especies nativas, porque tienen más chances de supervivencia al clima y por su mayor utilidad ecosistémica (sobre todo en espacios verdes amplios).
Es época de nuevos paradigmas. De adelantarse a los tiempos, antes de que sea tarde. Teléfono para intendentes... Eso es una dirigencia comprometida: la que se adelanta a los problemas y marca una huella.


Las áreas urbanas se quedan sin árboles nativos: reclaman su regreso a las ciudades

Especialistas apuntan la necesidad de revalorizar el arbolado autóctono, mediante corredores verdes y reservas, en ejidos urbanizados. También, en calles, plazas y patios.
Cuando se habla de bosque nativo en Córdoba la referencia más general apunta a los montes rurales. Pero escasamente se imagina ya a esa forestación dentro de las ciudades.
En las últimas décadas, inquieta su proceso de extinción: de acuerdo a un estudio de investigadores de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) la zona serrana está cubierta actualmente sólo por el 5,5% de monte nativo en buen estado de conservación. A su vez, se conoce que, en todo el mapa provincial, sólo queda bien preservado el 3% de la enorme masa de bosque autóctono que Córdoba alguna vez supo tener y que vestía a 12 millones de sus 16 millones de hectáreas.
Pero en áreas urbanizadas la extinción de lo nativo ha sido aún mayor. La inmensa mayoría de los árboles que se ven en calles, plazas, patios y baldíos son especies exóticas.
En ese marco, desde hace algunos años especialistas y defensores del monte vienen trabajando también sobre el concepto de “bosque urbano nativo”, que plantea volver a llevar el monte a la ciudad.
En un reciente encuentro organizado por la Red Argentina del Paisaje, expertas en esa temática plantearon la necesidad de que las ciudades trabajen más sobre el cuidado y la creación de espacios verdes con flora autóctona.

Bosque entre el cemento
La agrónoma Andrea Mansilla, encargada de Espacios Verdes y Forestación de la Municipalidad de Sinsacate, explicó que “cada vez hay menos bosques en general y la gran mayoría de la gente está más alejada de ellos porque vive en ciudades. Por eso, es hora de generar alternativas en radios urbanos”. La especialista remarcó: “Necesitamos bosque dentro de la ciudad”.
En el caso de Sinsacate, ciudad vecina de Jesús María, explicó que se promueve el uso de especies nativas entre los vecinos y la creación de un vivero especializado. Además, una ordenanza impone condiciones.
“Incentivamos la mayor variabilidad, buscamos la biodiversidad”, indicó. Y para lograrlo trabajan con la comunidad y con la ONG Forestando Sinsacate.
Mansilla aclaró que el crecimiento de esa ciudad fue más lento que el de otras del departamento Colón (como las de Sierras Chicas), lo que evitó una mayor degradación del monte prexistente, pero marcó que además las normas urbanísticas protegen y agregan más arbolado. Y se suma a la vez un área de reserva urbana nativa, que actúa como lugar de educación y de caminatas.
“Tratamos de que las plazas, las lagunas de retardo, los bordes de arroyos estén interrelacionados entre sí para que sirvan como corredores biológicos, privilegiando las especies nativas”, destacó.
Otra experiencia avanzada en Córdoba es la de la comuna de Cuesta Blanca, en el sur de Punilla, que desde hace años tiene normas locales con exigencias de preservación de especies nativas aun en terrenos privados.

Conectarse con la naturaleza
Para la psicóloga, antropóloga y educadora ambiental Laura Soria, hay una actividad poco reconocida y en la que debe avanzarse más: la sensibilización. “Que las personas tengan una vivencia agradable con la naturaleza, porque sino no hay nada para cuidar y proteger”, enfatizó.
Soria remarcó que hay que hacer educación para propagar las especies nativas en cada ciudad a través del arbolado público, en las plazas y en espacios verdes, y en los jardines de las viviendas.
“Trabajo con talleres de educación ambiental, que llamamos ‘Educar desde el asombro’, y que ayudan a las personas a descubrir algo natural en su entorno. Descansar la vista ahí y que tengan una conexión mínima. Sin esa conexión ningún tipo de actividad ambiental sirve”, apuntó.
“Lo que más hay que hacer es acompañar a las personas a ser conscientes de que formamos parte de la naturaleza y a entender que somos un punto más de la trama”, insistió.
La experiencia de la reserva San Martín, en Capital
La ingeniera Rita Gisela Stanislavs preside la Asociación de Amigos de la Reserva Natural Urbana General San Martín, de la ciudad de Córdoba, que viene bregando por conservar ese reducto de flora nativa en la Capital. Stanislavs subrayó que se debe dar importancia al arbolado urbano como signo de identidad propia de un lugar geográfico y no como una copia de otros lugares.
“Hay que rescatar la importancia de las reservas naturales en espacios urbanos. Hay todo un ecosistema a proteger ahí, donde se han salvado. Y en cada casa se deben imitar esos bosques”, expresó.
Stanislavs marcó que las reservas de monte nativo “son un aula abierta para el tema ambiental”. Y expuso que la reserva San Martín es visitada por miles de estudiantes cada año, quienes pueden conocer flora y fauna nativa que ya no ven en el resto de la ciudad, invadida por las urbanizaciones.
La reserva San Martín –recordó– se creó a partir de una ordenanza promovida por vecinos que “en principio nos oponíamos a las obras viales y gracias a eso se logró conservar ese espacio como reducto nativo”, reveló. Actualmente tiene 114 hectáreas, y se mantiene por la activa participación ciudadana. Esos grupos de vecinos vienen reclamando ahora ampliarla a otras 50 hectáreas, sobre terrenos que formaron parte de una antigua cantera. Buscan evitar así que sean urbanizados.
Stanislavs marcó que las plazas de las ciudades generalmente tienen “un criterio más europeo” y muy poca vegetación nativa. “Un ejemplo claro es el Parque Sarmiento, en Capital, donde cuesta encontrar un árbol nativo”, señaló.
Y sugirió que cada ciudad debiera imaginar un espacio de reserva dentro de sus ejidos que conserve bosque intacto, además de avanzar con especies nativas en calles y plazas.
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