La Voz del Interior (19/06/2021)
Murió Ramona Bustamante, símbolo de la lucha campesina de Córdoba

El deceso se produjo este viernes en su rancho del paraje Las Maravillas, en el norte cordobés, donde había nacido hace 95 años. Desde hace dos décadas mantenía un litigio judicial con empresarios del agronegocio que pedían su desalojo del campo sobre el que ejercía derechos posesorios.
Una pena inabarcable abruma al Movimiento Campesino y Originario del Norte Cordobés. En la madrugada de este viernes helado y gris, en el ocaso del otoño, Ramona Bustamante puso fin a la travesía terrenal para iniciar su derrotero de leyenda. Tenía 95 años recién cumplidos.
Su vida terminó donde había empezado el 6 de abril de 1926: en lo que quedaba en pie del rancho de paredes de barro amasado y tirantes de leña dura arrancados al monte serrano, levantado en el campo familiar de 150 hectáreas, ubicado en el paraje Las Maravillas, a 190 kilómetros al norte de la ciudad de Córdoba.
Allí trabajó la tierra desde siempre. Abrió surcos y sembró alimentos. Crio animales de corral, cabras y otros que abastecían de leche y carne fresca a ella y a los suyos.
Luchó toda su vida y agradeció cada amanecer que alumbró su existencia en aquella comarca extraviada en la geografía cordobesa, bastante olvidada por la burocracia estatal, aunque codiciada en demasía por los acaparadores de territorio a fuerza de prepotencia sin límites.

Emblema de dignidad y resistencia
Sin proponérselo, hace casi 20 años, Ramona se convirtió en símbolo viviente de la lucha por la tierra.
En 2003, ella y su hijo Orlando Bustamante fueron desalojados de su propiedad de manera violenta, con topadoras y prepotencia policial, en cumplimiento de una orden judicial relacionada con una causa promovida por los hermanos Edgardo y Juan Carlos Scaramuzza.
Entraron derribando alambres, voltearon parte de la casa modesta y contaminaron el pozo de agua dulce, entre otras tropelías.
Su nombre se izó como bandera de dignidad aquella noche en la que León Gieco rugió desde Cosquín al mundo: “Para los campesinos del norte cordobés exigimos tierra, justicia y trabajo”.

El pabellón de dignidad nunca más se arrió.
Antes, en la misma noche, Raly Barrionuevo la había invitado a subir al escenario y asumió ante ella y la multitud el compromiso de apoyarla en la contienda desigual para hacer valer sus derechos posesorios en la pulseada contra los intereses foráneos. Ramona Bustamante, parada a su lado en el centro del escenario Atahualpa Yupanqui, lo abrazó con ternura de abuela mientras la plaza Próspero Molina respaldaba el reclamo con emoción desbordante.
Sin embargo, los estrados judiciales nunca más le concedería un respiro a la obstinada campesina.
Días antes de su último cumpleaños, la jueza de Primera Instancia Civil y Comercial de Deán Funes, Emma del Valle Mercado, hizo lugar a un nuevo pedido de desalojo solicitado por los empresarios del agronegocio.
La embestida motivó el enésimo reclamo de una respuesta política al Gobierno provincial debido a que “la Justicia hace oídos sordos a las ciento de pruebas a favor de la posesión ancestral (de Ramona) y profundiza de esta manera un modelo de producción agropecuaria sin familias y sin diversidad en el campo”, planteó entonces el MCC.
“Exigimos una respuesta urgente a esta situación donde no están contemplados los derechos ancestrales de esta familia como los de otros campesinos y campesinas de nuestro monte profundo”, le comentó a La Voz aquella vez Victoria Gauna, abogada de la demandada.

Reconocimiento de la UNC
En abril de 2019, la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) distinguió a Ramona Bustamante con el premio José María Arico. Lo hizo “como reconocimiento a la lucha por la tierra y la cultura de los pueblos originarios y campesinos, en el marco del Día Internacional de la Lucha Campesina, que se celebra el 17 de abril.
“En nuestra provincia, la emergencia ambiental se halla en un punto por demás crítico, al poseer una de las mayores tasas de deforestación del continente, que agudizan problemas existentes y exponen a los productores campesinos a la violencia y el despojo”, destaca la resolución 450/2018 de la unidad académica en los fundamentos del reconocimiento.
El acta de defunción de Ramona Bustamante dice que la anciana ingresó anoche al hospital municipal Santa Rita, de Sebastián El Cano -a 20 de Las Maravillas-, “sin signos vitales”.
“Sólo muerta me van a sacar de mi campo”, había prometido Ramona el día del atropello de 2003; lo hizo acodada en un poste de quebracho blanco en la entrada de su rancho, plantado orgulloso en el suelo, como ella.
Este viernes otoñal, helado y gris; se cumplió su voluntad.
Ramona Bustamante era una mujer de palabra.

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