8 feb 2020

Don Armando José Mira, custodio del monte



La Voz del Interior (08/02/2020)
El custodio del último oasis de monte nativo en el centro de Córdoba

Armando José Mira (72 años) camina por el borde de su monte nativo, unas 800 hectáreas cerca de Tinoco, un pueblo ubicado a 50 kilómetros hacia el noreste de la ciudad de Córdoba.
El bosque es uno de los escasos parches de espinal, una ecorregión casi desaparecida de Córdoba, y está rodeada de campos cultivados que se cotizan, por los menos, a 7.500 dólares la hectárea.

–¿Conoce los nombres de las plantas?
–¡Cómo no los voy a conocer! –responde Armando, un poco ofendido con este periodista. Y luego menciona: garabato, molle (moradillo), quebracho, espinillo, chañar, tala, etcétera.
Armando llegó a con su esposa a este monte en 1980 como peón de campo. Cuidaba el ganado. El estanciero se murió, pero le cedió de palabra parte del predio y la hacienda.
“Tenía 180 animales, pero los fui vendiendo porque se escapaban por una parte del alambre que todavía esta cortado”, cuenta.
Desde ese tiempo, Armando ha custodiado este relicto de monte nativo, el último monte del centro de Córdoba.

Biodiversidad
Hace algunos años, investigadores del Conicet y de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) notaron este parche verde oscuro en Google Earth.
Así conocieron a Armando. Ahora hay seis proyectos de investigación que estudian flora y fauna de este oasis nativo en el medio del desierto agrícola.
Los biólogos determinaron que hay unas 115 especies de aves en el monte, incluidas el ñandú, halconcito gris, monterita canela y monjita castaña, por citar las más raras y en peligro de extinción.
Con cámaras trampa, los científicos también lograron registrar la presencia de corzuelas, zorro gris, zorrino, comadreja común, gato montés, yaguarundí, quirquincho grande y puma.
Los investigadores que trabajan en Tinoco son Ernesto Verga, Lucila Castro y Fernando Barri, del Instituto de Diversidad y Ecología Animal (Idea); y Gabriel Grilli, Mariana Pereyra y Pablo Yair Huais del Instituto Multidisciplinario de Biología Vegetal (Imbiv). Ambos institutos pertenecen al Conicet y a la UNC.

Los beneficios del monte
Armando tiene una relación especial con el monte. No es un ecologista. No es un ambientalista. Sabe que el monte vale y está escaseando en Córdoba. Sabe que el monte cuida el aire, lo protege del viento y de las crecidas.
“Ya no hay casi monte. ¿La atmósfera dónde se va? No hay atmósfera. El monte cuida la atmósfera. Si viene la correntada, también la ataja mucho. También el viento. Las chacras que no tienen monte, el viento es capaz de levantarles el techo de la casa”, cuenta.
Y agrega: “No quiero que volteen el monte. Mientras yo viva, va a estar parado. Y una vez que cierre los ojos, espero que siga igual”.
Pero Armando también sabe que el monte le puede quitar lo poco que tiene. Por eso duerme con la escopeta al lado de la cama. Cuenta que hace unos días tuvo que matar a un gato montés que le estaba comiendo las gallinas.

El solitario Armando
Desde que enviudó hace unos años (estuvo 48 años casado), Armando vive solo con las 30 gallinas y con la oveja llamada “Muñeca”. “Come lo que le den: pasto, fideo, arroz, polenta y hasta toma la sopa”, cuenta.
Luego repite el dicho “más vale solo que mal acompañado”, pero deja abierta una puerta: “Ya vamos a ver si conseguimos alguien que nos haga compañía”.
Con la pava ceba un mate bien dulce y cuenta que a veces va a Tinoco, un pueblo de no más de 200 habitantes, para hacer las compras. “Hoy fui a comprar carne, tomate y pan. Tardé una hora cuarenta en llegar. Pero a veces tengo suerte y que alguien me lleve o me traiga”, dice.
No tiene heladera. La carne la colgó a la sombra hasta que haga el estofado. Al lado, hay una pequeña repisa para poner el celular. Es el mejor lugar con señal.
La tierra es apta para agricultura, como los campos que la rodean. Y Armando arrienda parte del predio para cultivar soja y maíz, pero se niega a desmontar el resto. Está protegido en categoría roja por la ley de bosque provincial.



Reconocimiento oficial
Hace unas semanas, con ayuda de los investigadores de la UNC y del Conicet, Armando logró ser reconocido como el protector de este monte.
La Dirección de Bosques de la Secretaría de Ambiente de Córdoba inscribió a Mira como acreedor de los fondos nacionales destinados a propietarios de predios con bosque nativo.
Con esa plata, espera poder arreglar la casa. “Se está descascarando toda. Es solo cal y arena. No conoce el portland. La toca y se cae sola”, asegura Armando.
“Este reconocimiento implica que el bosque nativo de Tinoco debe protegerse a perpetuidad en la máxima categoría de conservación, independientemente de los cambios de titularidad o de dominio que puedan ocurrir y de los intereses que terceros o gobiernos de turno puedan tener sobre esa tierra”, dice un comunicado de los investigadores.
Los biólogos quieren avanzar hacia la creación de una reserva provincial.
Pero el último embate al monte lo dio el propio Gobierno provincial, que decidió desmontar varias hectáreas para crear un canal de desagüe hasta el río Carnero y evitar que se inunden los campos colindantes. La obra fue multada por la Policía Ambiental.
“Hace unos días, quisieron limpiar con máquinas el canal. No los dejé pasar”, asegura Armando, el custodio de este oasis nativo.

Un sitio ideal para el trabajo de científicos
Investigadores. El monte de Armando se ha convertido en un sitio ideal para estudiar la interacción entre el monte nativo y los sistemas agrícolas.
Aves. Ornitólogos registraron la presencia de 115 especies de aves, varias de ellas endémicas de Córdoba.
Mamíferos. La cámaras trampas instaladas por los científicos captaron a varios mamíferos, pumas y corzuelas.

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