1 jun 2008

Cuidar el "tanque de agua" de las sierras

La Voz del Interior (01/06/2008)
Cuidar el "tanque de agua" de las sierras

El Gobierno provincial debe actuar, con políticas reguladoras y de prevención, frente a las revelaciones de un simposio que señala que cada vez hay menos agua en ríos y arroyos de las serranías cordobesas.
En los últimos tiempos se han multiplicado las señales de preocupación mundial por la escasez de un recurso tan vital como el agua. A tal punto, que los países desarrollados pronostican que será el eje central de futuros conflictos y ya incluyen acciones estratégicas destinadas a controlar acuíferos y humedales en distintos puntos del planeta.
El aumento incesante de la población mundial, el cambio climático y la contaminación son algunos de los principales factores que contribuyen a agudizar la crisis. Por otra parte, las necesidades crecientes del hombre, impulsadas a veces por una desmedida ambición, lo llevan a realizar acciones dañinas para el medio ambiente, depredadoras, que agravan el problema.
Más allá de una visión global de la cuestión ecológica en general y del agua en particular, debemos reflexionar sobre las consecuencias de nuestro comportamiento cotidiano frente al medio ambiente.
Por eso resultan importantes y oportunas las conclusiones del simposio “Nuestras sierras, el gran tanque de agua”, realizado recientemente en Villa General Belgrano. El encuentro, organizado por la Asociación Civil Foro de los Ríos y del que participaron biólogos e investigadores de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) y del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet), se centró en el análisis del fenómeno en el valle de Calamuchita, un “tanque” que provee la mitad del agua que se consume en la provincia de Córdoba. Pero sus conclusiones bien podrían generalizarse.
Calamuchita, igual que el resto de las serranías cordobesas, debería tener luces amarillas encendidas porque, según los especialistas, el caudal de los ríos y arroyos está disminuyendo.
¿Cuáles serían las causas de esta merma? Aparte del aumento del consumo por parte de una población también creciente, y de su uso para el riego, una de las razones genéricas de la escasez de caudal en ríos y arroyos serranos es la vegetación cada vez más escasa.
Con sus raíces, los árboles consolidan el suelo y generan tierras más esponjosas que conservan la humedad y filtran el agua hacia las napas subterráneas, que sirven no sólo para mantener la vegetación sino también para permitir que llegue a ríos y arroyos que luego llenan los lagos.
Sin vegetación –dicen estos especialistas–, el agua de la lluvia pega de manera directa sobre las pendientes del suelo serrano y lo erosiona. La humedad no se retiene y el líquido, en lugar de efectos benéficos, causa estragos como la erosión de los suelos y las inundaciones.
El desmonte para ganar tierras de cultivo y los incendios rurales son los dos principales factores que disminuyen la vegetación. Daniel Renison, doctor en biología de la UNC, apuntó también la importancia de los bosques nativos para captar la humedad aérea: “A más altura, más nubes –afirmó–. Y los bosques de altura captan la neblina absorbiendo esa humedad. Sin vegetación allí, esa humedad, que es agua, se pierde”.
Pero una de las revelaciones más interesantes del simposio fue la realizada por la bióloga Paula Márcora cuando abordó el impacto que tiene la expansión de las denominadas especies exóticas en desmedro del bosque autóctono. Los pinos, por ejemplo, cuyo aporte al paisaje y a la economía maderera regional nadie discute, “toman” alrededor de 30 por ciento más de agua que árboles nativos como el molle, el espinillo, el tabaquillo, el algarrobo y otros. Con los eucaliptus, la diferencia es aún mayor. También son “invasores” la enredadera zarzamora, y los siempreverde y olmos, entre otros.
Otro factor analizado fue el sobrepastoreo que ha convertido suelos que estaban cubiertos de matorrales o pajonales en roca desnuda. Incluso se señaló una disminución notoria de ganado en las serranías, probablemente por la escasez cada vez mayor de pastos.
Se trata, pues, de un problema que, en un contexto mundial de crisis, seguirá agravándose si no se lo atiende desde ahora. Y para el caso no se necesitan grandes inversiones económicas, sino sólo la decisión política de accionar la capacidad de gestión y control del Estado provincial, que está obligado a actuar cuando se ponen en juego los intereses generales de la población.

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