16 jun 2008

Corazón de María: contaminación del río

La Voz del Interior (16/06/2008)
Corazón de María, donde más duele la contaminación del río



El barrio se encuentra aguas abajo de la planta cloacal de Bajo Grande. Quejas por las canteras de extracción de áridos.
Cuando alguien llega a Corazón de María, se encuentra con una inmensa plaza, una capilla y un salón parroquial que datan de 1870, y una tranquilidad que podría ser la envidia de cualquier country. Pero quienes viven allí tienen la mala suerte de encontrarse con un río Suquía que, tras su paso por la planta depuradora de Bajo Grande, está totalmente contaminado por líquidos cloacales.
Este barrio se encuentra al este de la ciudad de Córdoba, bajo la jurisdicción del municipio de Malvinas Argentinas. Está compuesto por un puñado de casas en las que viven unas 70 personas.
Para llegar, hay que transitar unos 15 kilómetros por camino de tierra, pasando antes por el barrio Chacra de la Merced. En el barrio, el único servicio público que existe es el eléctrico, que es prestado por una cooperativa.
En tanto, el alumbrado público es mantenido por la Provincia, al igual que el agua potable, que llega transportada por camiones cisterna, hasta tanto se complete una perforación para extraerla desde las napas freáticas.
Y allí terminan los servicios: no hay gas natural, mantenimiento de espacios verdes ni recolección de residuos. Mucho menos cloacas, pese a que el río Suquía es, en ese lugar, una especie de enorme canal que sólo transporta aguas servidas.
Corazón de María padece la contaminación que genera toda la ciudad de Córdoba. Tras su paso por la planta depuradora de líquidos cloacales de Bajo Grande, el río se torna de un color oscuro y despide un hedor similar al de una cámara séptica.
Ese estado se potenció en los últimos días, cuando por el conflicto municipal se produjeron más de 160 desbordes cuyos líquidos terminaban en el Suquía. Por si eso fuera poco, Bajo Grande también realizó volcamientos de fluidos sin tratar en el curso de agua.
“En los últimos días, lo del río fue realmente insoportable. Generalmente, el olor empieza a salir al atardecer, pero la semana pasada sucedía todo el día”, aseguró la vecina Beatriz Peralta.
Un padecimiento de años. No obstante, la contaminación del río es algo cotidiano. Los operarios de Bajo Grande reconocieron la semana pasada que, por la falta de insumos, la capacidad de tratamiento está reducida a un 30 por ciento.
Pero en el barrio aseguran que la contaminación del río lleva más de 15 años. “Lo más grave es que en el verano viene gente a bañarse, pese a que está prohibido por lo contaminado que está”, agregó Peralta.
En efecto, desde la década pasada la planta está sobrepasada en su capacidad, y hubo momentos críticos en los que los volcamientos de líquido crudo eran algo frecuente, como en el 2003.

No sólo el río
Pero el problema en Corazón de María no se reduce sólo a la contaminación que arrastra el río: las canteras que extraen áridos plagaron la zona de lagunas con aguas estancadas.
“Acá piden en verano que nos fijemos que no quede agua estancada en macetas. Pero parece una tomada de pelo, porque estamos rodeados de lagunas”, comentó la vecina Mabel Weth.
Es por ello que en verano, los residentes aseguran que son atacados por millones de moscas y mosquitos, ante los que cualquier estrategia de combate parecen insuficientes.
Esa extracción de áridos de la cuenca del río, también atenta contra su capacidad de saneamiento: el curso de agua se vuelve lento y no permite que se oxigene, por lo que las bacterias contaminantes hacen más extensa su vida.
A esta situación, los vecinos la enfrentan con una mezcla de esperanza y resignación. Por un lado, esperan que en algún momento el río volverá a ser lo que era, y puedan disfrutarlo como en otros tiempos.
Pero el paso del tiempo y la incapacidad de los funcionarios para solucionar el problema, los volvieron incrédulos, casi resignados a tener un curso de agua prácticamente muerto, sin peces y con un olor desagradable que corre a pocos metros de sus casas.

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Voces de los vecinos

Mabel Weth. "El estado que presenta el río Suquía después de pasar por la planta de Bajo Grande es terrible. Parece una cloaca a cielo abierto, no se encuentran peces y en las costas se acumulan los barros contaminados. De noche, el olor que larga no nos deja respirar".
Beatriz Peralta. "Acá prácticamente no tenemos servicios públicos: sólo hay luz y el agua que nos trae la Dipas con los camiones. Pero no nos quejamos por eso, queremos que el río esté limpio, porque no es algo que provoquemos nosotros, sino que viene desde la ciudad de Córdoba".
Valeria Castro. "Estamos resignados, porque es un problema que arrastra años y años. Los funcionarios pasan, los gobiernos pasan, y el río Suquía continúa igual de contaminado. No sabemos si esto alguna vez se solucionará, pero es algo que deberían disfrutar nuestros hijos y nuestros nietos. Ojalá alguna vez el Suquía se recupere".

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Idas y vueltas del agua potable

La contaminación en el río Suquía provocó que las napas superiores de las que los vecinos extraían el agua potable se tornaran tóxicas. Eso obligó a que se tuvieran que hacer perforaciones cada vez más profundas para obtener agua apta para el consumo humano.
Desde hace unos años, la Subsecretaría de Recursos Hídricos de la Provincia (ex Dipas) sostiene el servicio con el envío de agua potable a través de camiones cisternas.
Y desde principios de año, comenzó una nueva perforación a mayor profundidad para proveer de agua potable. Sin embargo, el pozo se desmoronó y se debió comenzar a excavar uno nuevo.
Fuentes de la ex Dipas indicaron de manera extraoficial que el hundimiento del pozo se produjo por una demora en la entrega de las cañerías para entubar la perforación.
Las mismas fuentes agregaron que por esa negligencia, la repartición perdió varias decenas de miles de pesos.

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