6 abr 2009

Vivir rodeado de amenazas ambientales

Día a Día (05/04/2009)
Vivir rodeado de amenazas ambientales

Ex fundición de plomo (Desactivada). Funcionó desde 1984 hasta 2005. Su chimenea esparció toneladas de plomo, se estima, en 600 metros a la redonda, llegando incluso hasta la escuela y el dispensario. Las familias que viven en las cercanías poseen altos niveles de plomo en sangre. Detrás de la fábrica abandonada, hay más de 500 metros cúbicos de escoria acumulada. Al lado se cultiva soja, que crece entre algunos trozos de plomo fundido. “Nunca se nos advirtió del peligro que era esto”, relata Sixto Herrera, cuya sangre tiene el doble de plomo tolerable por el cuerpo. Aún no se cumplió la promesa de remediar la zona.
Horno pirolítico (Desactivado). A final de año dejó de funcionar. Pero fue el lugar donde durante años la empresa Cliba incineró los residuos patógenos de la ciudad. Su chimenea también lanzaba gran cantidad de tóxicos, muchos de los cuales fueron a parar al castigado pueblo.
Enterramiento sanitario. La ciudad de Córdoba y varias otras localidades entierran diariamente más de 1.500 toneladas de residuos urbanos. De acuerdo a los vientos, y sobre todo a la noche, el pueblo es castigado por terribles olores que viajan tres kilómetros y se asientan sobre las viviendas. “No se pueden abrir las ventanas porque te descomponés”, relata Silvia Dicarlo, moradora del barrio IPV, el más cercano al predio de Potrero del Estado. Ella junto a un grupo de vecinas vienen motorizando los reclamos. Aseguran que en el último año, nueve embarazos terminaron en alumbramientos prematuros y muerte del bebé.
Plaguicidas. El pueblo está rodeado de campos de soja. Si bien quienes explotan esos campos aseguran que no se fumiga, hay vecinos que sostienen que sí se lo hace, en horarios nocturnos. Algunos ven con malos ojos al propio jefe comunal, Juan Lupi, poseedor de varias hectáreas cultivadas en la zona.
Depósito judicial. “Es un murallón de herrumbre y contaminación”, lo define el vecino Omar Brunori. Miles de vehículos herrumbrados a disposición de la Justicia descansan desde hace décadas formando una masa continua. Las propias estructuras de los vehículos además constituyen en perfecta guarida de roedores y alimañas. Ahora la amenaza mayor es que se conviertan en depósitos de agua donde se pueda reproducir el mosquito del dengue. El año pasado el Tribunal Superior de Justicia prometió darle una solución al predio. Esta semana se anunció la licitación para comenzar su procesamiento como chatarra.
Taym. Depósito de residuos tóxicos que funciona sobre la Ruta 36, a cinco kilómetros del pueblo. Hace tres años, allí fueron confinadas las 12 toneladas de DDT que estaban en Alta Córdoba, y 400 litros de peligrosísimos plaguicidas. Pero en el lugar también se reciben y procesan residuos tóxicos de orígenes industriales.

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Y ahora... ¿qué se hace con la basura?

De un lado, la entendible exigencia de Bouwer –una localidad de 1.800 habitantes que quedó convertida en depósito de una injusta congestión de actividades de alto riesgo– del “inmediato traslado” (marcan 90 días) del predio de enterramiento sanitario.
Del otro, un problema que deben resolver 19 ciudades (desde Córdoba hasta la propia Bouwer) si se cierra en el corto plazo el predio que opera Crese: a dónde llevar la basura que se genera imparable en sus calles y domicilios, y que hoy entierran en el relleno.
Esta semana, y al calor del enojo de la localidad (hizo esperable eclosión luego de años de toparse sólo con indiferencia), la Municipalidad anunció la “decisión política” de mudar el enterramiento en forma anticipada, es decir, en un plazo corto a determinar, muchas veces menor a los siete años de uso que le quedan al enterramiento.
¿Qué significa “política”? Según reconocen desde el propio Palacio 6 de Julio, implica que no es producto de análisis técnicos del predio que prescriban la urgente necesidad de su traslado. De hecho, tanto la comuna, el directorio de Crese, y la Secretaría de Ambiente de la provincia, titular del poder de policía en esa materia, insisten en que viene operando bajo todos los parámetros exigidos por ley.
Lo de “política”, explican, implica el deseo de anteponer el pedido de los habitantes de Bouwer a cualquier otra alternativa. Y esto detonado por la presión de la “simpatía” que cosecha el reclamo de los sufridos habitantes de ese maltratado “patio trasero de la ciudad” en la opinión pública de esta ciudad. “Es inevitable que la gente nos perciba como los malos de la película en este caso, la única salida es acelerar el traslado”, señalan desde el municipio, temerosos además de que el problema afecte a la que consideran la “niña bonita de la gestión”: Crese.
Este temido desenlace es el que hizo a la comuna, al menos hasta ayer, encolumnarse tras la mudanza antes de ir por otras alternativas en danza. Una de ellas es la que comenzó a defender la Provincia y que también prefieren desde Crese: realizar estudios ambientales profundos sobre el enterramiento, y ampliarlos a los otros factores de riesgo que castigan a la localidad (enumerados en la nota publicada junto a esta); además de testear la salud de los vecinos.
Sobre esos resultados, decidir o no la mudanza, determinar un destino que no implique reproducir los mismos problemas y ponerle plazos a todo el proceso. Vale aclarar que los habitantes de Bouwer llevan años pidiendo esto sin ser escuchados, y de ahí se entiende su poca confianza en los organismos de control y su oído sordo al eco razonable de esa iniciativa.
Sin solución mágica. Desde el punto de vista individual, y aunque respete la normativa ambiental, cualquier localidad pretendería tener lo más lejos posible un enterramiento sanitario de la magnitud del de Potrero del Estado (causa segura de un pasivo ambiental), y asumiría el reclamo que hoy hace Bouwer. Sin embargo, en lo colectivo aparece el problema: qué hacer con la basura.
Sobre ese punto, la “mudanza anticipada” de la que se habla aún no contesta preguntas clave. ¿Cómo se garantizará que la nueva ubicación del enterramiento sea “superadora” a la actual en lo ambiental? Con un municipio que a duras penas mantiene el actual predio, y la Provincia advirtiendo que no tiene plata, ¿cómo se financiará el millonario armado de uno nuevo?¿Qué harán con su basura las otras 18 localidades que entierran en Potrero del Estado, incluida la misma Bouwer, que aún ni si quiera se pronunciaron sobre el tema?
La experiencia mundial enseña que la única manera de disminuir para siempre el impacto de los rellenos sanitarios es reducir la cantidad de basura que en ellos termina. Eso se hace de dos formas: consumiendo menos y promoviendo el reúso y reciclado, prácticas que lleva tiempo instituir.
Córdoba no sólo no largó aún la carrera, sino que desanudó lo poquito recorrido: en la gestión de Rubén Martí el municipio llegó a cubrir 50 rutas de recolección diferenciada en 50 barrios, donde además había vecinos que estaban asumiendo que son responsables de la basura que producen, y colaboraban sacándola separada. Pero víctima de recortes, crisis y desidia, el sistema menguó hasta morir. ¿Se aprovechará esta crisis para revertir, por fin, la historia?

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