5 abr 2009

La amarga lección de Bouwer

La Voz del Interior (05/04/2009)
La amarga lección de Bouwer

Los vecinos de Bouwer en los últimos cuatro años recorrieron todos los caminos que la ley admite para un reclamo ciudadano, pero recién lograron respuestas cuando decidieron apartarse de la legalidad, bloquear el enterramiento sanitario y dejar a la Capital sin recolección de residuos. La lección lamentable de un Estado indolente.
Los habitantes de la localidad de Bouwer protagonizaron durante los últimos cuatro años una cruzada sostenida y ejemplar contra la más amenazante de las numerosas fuentes de contaminación que los rodean: la basura que Córdoba y otros 18 municipios entierran desde hace décadas a sólo tres kilómetros de sus viviendas.
No les sirvió de nada esa pelea silenciosa que agotó instancias administrativas, recurrió infructuosamente a la Justicia y suplicó atención a la Municipalidad y a la Provincia de Córdoba. No surtieron efecto los carteles al costado de la ruta, las movilizaciones pacíficas ni las intervenciones urbanas donde reclamaron atención oficial a través del arte. Nada lograron con los reiterados reclamos que formularon a Córdoba Ambiente, al Ejecutivo y al Concejo Deliberante de la ciudad de Córdoba ni la Defensoría del Pueblo de la Nación.
Recién lograron que el Estado entienda que detrás del calvario cotidiano de esas 1.800 familias existe un problema público cuando el lunes pasado abandonaron el carril de la legalidad y bloquearon el ingreso de basura a Potrero del Estado, dejando a la Capital sin recolección de residuos durante 24 horas.
La fiscal que ese día debía desalojarlos se retiró al borde de las lágrimas ante la evidencia de que esos vecinos que se sienten amenazados, que temen enfermarse y que denuncian un crecimiento sostenido de patologías graves y de recién nacidos con malformaciones, fueron tratados con sistemática indolencia por todas las jurisdicciones de un Estado que ni siquiera se tomó el trabajo de corroborar si tales cosas realmente están ocurriendo.
Los vecinos de Bouwer lograron con un bloqueo ilegal de 24 horas mucho más que en cuatro años de batallas silenciosas. La Municipalidad de Córdoba –que hasta hace una semana sostenía que todo estaba en orden en Potrero del Estado y se ofrecía para enterrar ahí los residuos de decenas de municipios más– anunció que el enterramiento será trasladado. Es lo que los vecinos querían escuchar, aunque el anuncio carezca hasta ahora de precisiones tales como cuándo, adónde y con qué recursos se habrá el nuevo vertedero.
La Provincia –propietaria del predio y responsable del control ambiental de Potrero del Estado– comprometió estudios epidemiológicos y ambientales independientes sobre los efectos del enterramiento en la población de Bouwer, en tácito reconocimiento de que desconoce lo que hoy ocurre en ese lugar.
Lo cierto es que recién después de cortar los ingresos al enterramiento sanitario los habitantes de Bouwer comenzaron a existir. Es una lección amarga y peligrosa en una ciudad donde se multiplican las demandas y donde escasean las respuestas.
Boulevares de miedo. En el extremo noroeste de la ciudad de Córdoba, barrio Los Boulevares ofrece otro ejemplo acabado del trato displicente del Estado hacia vecinos que ya no saben cómo pedir ayuda porque encuentran en el tránsito una amenaza permanente para la vida.
En menos de 20 cuadras de bulevar Los Alemanes el año pasado hubo ocho muertos y este año ya se registraron varios accidentes graves. La calzada es angosta, el tránsito pesado es infernal porque se trata de una zona industrial y no hay escapatoria, porque es la única conexión directa desde el camino al aeropuerto hacia el noroeste.
Los vecinos ya recorrieron casi todos los caminos que la ley admite para un reclamo ciudadano: iniciaron numerosos expedientes en el municipio y la Provincia –se trata de una ruta que devino en arteria urbana–, enviaron cartas personales a los funcionarios, participaron en sucesivas reuniones con promesas reiteradas e incumplidas, realizaron escraches públicos, recurrieron a la prensa, amenazaron con una rebelión fiscal y realizaron no menos de seis manifestaciones en los últimos dos años.
Los chicos de las cuatro escuelas que están en ese tramo fatídico de Los Alemanes repartieron volantes, los vecinos instalaron simbólicas figuras humanas en el lugar de cada accidente grave y los empresarios de la zona elevaron un proyecto técnico con alternativas viales y hasta aceptaron financiar las obras necesarias para ordenar el tránsito con adelantos de impuestos. No lograron nada.
La conclusión de los vecinos es obvia. ¿Qué fiscal se animará a actuar cuando decidan cortar ese bulevar sin ley que les arruina la vida?

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