23 jun 2010
Nuestro Hogar III no quiere mudarse
9:07 a.m. | 
Publicado por
Eco Sitio |
Día a Día (23/06/2010)
Nuestro Hogar III no quiere mudarse
Son 300 familias que viven en la ampliación del barrio, donde funcionó un basural. La Municipalidad manda esta semana el proyecto al Concejo.
“Así nomás no nos movemos”. Con esta premisa en la garganta y cientos de manos levantadas, los habitantes de Ampliación Nuestro Hogar III se resistieron a ser trasladados por la Municipalidad de Córdoba. Lo decidieron el lunes pasado, en una asamblea espontánea, convocada de boca en boca, en la plaza de ese sector del barrio.
Entre 250 y 300 familias habitan en un terreno de 16 hectáreas ubicado en avenida Vélez Sársfield, kilómetro 7,5, en el sur de la ciudad. En el predio funcionó antiguamente un basural a cielo abierto y las tierras todavía contienen resabios de aquel vertedero.
Un estudio reciente de la Universidad Tecnológica de Córdoba confirmó lo que había detectado, en julio del año pasado, el grupo comandado por Santiago Reyna: el suelo tiene altas concentraciones de cromo, mercurio y plomo, lo que es perjudicial para la salud.
La Municipalidad de Córdoba diseñó un proyecto de ordenanza para declarar inhabitable el predio y expropiar un terreno cercano para que los vecinos puedan trasladarse. “Antes del viernes estaremos mandando el proyecto al Concejo”, confirmó el secretario de Ambiente de la comuna, Fernando Cámara.
Sin embargo, los vecinos que habitan el territorio en cuestión se resisten al traslado. Reina en el barrio el desconcierto y, especialmente, un desconocimiento sobre los efectos nocivos del material pesado. “No tenemos problemas de salud más que gripe”, repiten a coro, sin saber que las consecuencias de los metales son a largo plazo.
Los habitantes del lugar, en su mayoría inmigrantes de países vecinos, volverán a juntarse hoy a las 15. Elegirán dos representantes por cuadra y los pasos a seguir.
“Nos costó mucho levantar nuestra casa”
Sonia duda antes de responderle a este diario. Reprime el comentario con una mirada de desconfianza, hasta que a su lado le chiflan: “Es bueno que todos sepan lo que pensamos”. Y así arranca su discurso, y no para.
“A mi marido y a mí nos costó mucho sacrificio levantar esta casa. Fuimos juntando los ladrillos de a poco y entre toda la familia construimos. No tenemos casi nada, excepto este hogar”, comenta la mujer detrás de la verja.
La mujer, nacida en el departamento de Junín, Perú, también duda antes de decir su edad. Pasan cinco segundos. Y contesta: “Entre los 30 y los 40”.
El marido de Sonia vino primero, tal como la mayoría de peruanos que llegan para probar suerte. Le fue bien y le dio el guiño a su esposa para que lo siguiera. “Él trabaja en la construcción y con todo el esfuerzo fuimos juntando ladrillos”.
Sonia está tan convencida de que en Nuestro Hogar III no hay “nada raro” respecto a la salud casi como que en este país se vive mejor que en el suyo. Y le dice a las autoridades: “Que vengan y nos expliquen qué pasa. No les vamos a dar vuelta la cara”.
“Vivimos mejor aquí que en Paraguay”
Hace tres años, Ramón Rotela (41) vino a probar suerte a Córdoba. Tras conseguir trabajo en la construcción, el paraguayo nacido en Pilar hizo cálculos (“en mi país me pagan 20 pesos el día y en Argentina, 100”). No hubo más que hablar. Se radicó en Nuestro Hogar III, anexo, y se trajo a su familia.
“Nos quedamos porque aquí vivimos mejor que en Paraguay –comenta el hombre desde su casa erigida en el medio de una pila de antiguos residuos–. Por supuesto agarramos todos los laburos que aquí no aceptan. Sabemos que si no trabajamos, no comemos”.
En la casa de Ramón hay olor a puchero. Pero viene de otro hogar. En ésta, el menú será mate con criollos. La misma cadena de mates con la que mirarán más tarde el partido de Argentina.
Ramón está acompañado por familiares también venidos del país vecino, incluido el pequeño Marco Antonio, bautizado con ese nombre en honor al cantautor mejicano Marco Antonio Solís.
También está Eduardo, un joven limeño: “Si no nos garantizan vivienda, agua y educación para los chicos, no nos movemos”.
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Nuestro Hogar III no quiere mudarse
Son 300 familias que viven en la ampliación del barrio, donde funcionó un basural. La Municipalidad manda esta semana el proyecto al Concejo.
“Así nomás no nos movemos”. Con esta premisa en la garganta y cientos de manos levantadas, los habitantes de Ampliación Nuestro Hogar III se resistieron a ser trasladados por la Municipalidad de Córdoba. Lo decidieron el lunes pasado, en una asamblea espontánea, convocada de boca en boca, en la plaza de ese sector del barrio.
Entre 250 y 300 familias habitan en un terreno de 16 hectáreas ubicado en avenida Vélez Sársfield, kilómetro 7,5, en el sur de la ciudad. En el predio funcionó antiguamente un basural a cielo abierto y las tierras todavía contienen resabios de aquel vertedero.
Un estudio reciente de la Universidad Tecnológica de Córdoba confirmó lo que había detectado, en julio del año pasado, el grupo comandado por Santiago Reyna: el suelo tiene altas concentraciones de cromo, mercurio y plomo, lo que es perjudicial para la salud.
La Municipalidad de Córdoba diseñó un proyecto de ordenanza para declarar inhabitable el predio y expropiar un terreno cercano para que los vecinos puedan trasladarse. “Antes del viernes estaremos mandando el proyecto al Concejo”, confirmó el secretario de Ambiente de la comuna, Fernando Cámara.
Sin embargo, los vecinos que habitan el territorio en cuestión se resisten al traslado. Reina en el barrio el desconcierto y, especialmente, un desconocimiento sobre los efectos nocivos del material pesado. “No tenemos problemas de salud más que gripe”, repiten a coro, sin saber que las consecuencias de los metales son a largo plazo.
Los habitantes del lugar, en su mayoría inmigrantes de países vecinos, volverán a juntarse hoy a las 15. Elegirán dos representantes por cuadra y los pasos a seguir.
“Nos costó mucho levantar nuestra casa”
Sonia duda antes de responderle a este diario. Reprime el comentario con una mirada de desconfianza, hasta que a su lado le chiflan: “Es bueno que todos sepan lo que pensamos”. Y así arranca su discurso, y no para.
“A mi marido y a mí nos costó mucho sacrificio levantar esta casa. Fuimos juntando los ladrillos de a poco y entre toda la familia construimos. No tenemos casi nada, excepto este hogar”, comenta la mujer detrás de la verja.
La mujer, nacida en el departamento de Junín, Perú, también duda antes de decir su edad. Pasan cinco segundos. Y contesta: “Entre los 30 y los 40”.
El marido de Sonia vino primero, tal como la mayoría de peruanos que llegan para probar suerte. Le fue bien y le dio el guiño a su esposa para que lo siguiera. “Él trabaja en la construcción y con todo el esfuerzo fuimos juntando ladrillos”.
Sonia está tan convencida de que en Nuestro Hogar III no hay “nada raro” respecto a la salud casi como que en este país se vive mejor que en el suyo. Y le dice a las autoridades: “Que vengan y nos expliquen qué pasa. No les vamos a dar vuelta la cara”.
“Vivimos mejor aquí que en Paraguay”
Hace tres años, Ramón Rotela (41) vino a probar suerte a Córdoba. Tras conseguir trabajo en la construcción, el paraguayo nacido en Pilar hizo cálculos (“en mi país me pagan 20 pesos el día y en Argentina, 100”). No hubo más que hablar. Se radicó en Nuestro Hogar III, anexo, y se trajo a su familia.
“Nos quedamos porque aquí vivimos mejor que en Paraguay –comenta el hombre desde su casa erigida en el medio de una pila de antiguos residuos–. Por supuesto agarramos todos los laburos que aquí no aceptan. Sabemos que si no trabajamos, no comemos”.
En la casa de Ramón hay olor a puchero. Pero viene de otro hogar. En ésta, el menú será mate con criollos. La misma cadena de mates con la que mirarán más tarde el partido de Argentina.
Ramón está acompañado por familiares también venidos del país vecino, incluido el pequeño Marco Antonio, bautizado con ese nombre en honor al cantautor mejicano Marco Antonio Solís.
También está Eduardo, un joven limeño: “Si no nos garantizan vivienda, agua y educación para los chicos, no nos movemos”.
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