16 sept 2012

Monitorean el plomo del turismo cinegético

La Voz del Interior (16/09/2012)
Miden el plomo en donde cazan palomas

 
Ambiente aplica la nueva reglamentación. Asegura que en 200 campos ya monitoreados no se supera el tope permitido por ley. Investigadores de la UNC replican que la norma es  una puesta en escena, que no detiene la contaminación con metales pesados.
Toneladas de tóxico plomo quedan en los suelos rurales de Córdoba: las municiones usadas para el turismo de caza de palomas, sobre todo en campos del norte cordobés. La estimación depende de quién la haga, pero se acumularían cada año entre 300 y 700 toneladas de municiones de ese metal pesado, que no queda sólo en el suelo: con el tiempo, pasa al aire, a las napas de agua, ríos, a seres vivos y –según demostraron recientes estudios académicos– ya se detectan rastros en granos de cultivos, como trigo y soja.
La Secretaría de Ambiente de la Provincia puso en marcha este año una resolución que pretende controlar, por primera vez, ese turismo cinegético.
Para los funcionarios, es un gran avance y exhiben resultados de los primeros muestreos de suelos. Para investigadores de la Universidad Nacional de Córdoba y el Conicet, que desde hace años rastrean la presencia de plomo, se trata sólo de “una puesta en escena” que no soluciona el problema de fondo.
“Un avance”. Elaborada en 2011, pero en vigencia desde abril, la resolución que Córdoba está estrenando por primera vez regula el impacto del turismo cinegético.
Federico Bocco, secretario de Ambiente de la Provincia, valoró que “se creó el registro obligatorio de empresas y guías dedicados a esta actividad; y otro, de los campos para caza de palomas, que deben declarar, sean utilizados sólo para eso o compartido con uso agropecuario”. La norma exige que cada operador realice análisis de suelos anuales de los campos en uso. Impone que deben extraerse nueve muestras por campo, en presencia de personal de Ambiente, y remitirlas al laboratorio del Ceprocor, que depende de la Provincia.
“Si no se registran, no están habilitados. Hasta ahora, hay 20 empresas u operadores registrados; 18 de ellos ya definieron 350 campos, todos en el norte y nordeste provincial. Tenemos muestreos con resultados de 200. En todos, el nivel de plomo está por debajo de los topes permitidos por la ley nacional de residuos peligrosos”, señaló Bocco a este diario. Según precisó, hasta ahora ninguno midió más de 375 partes por millón, máximo admitido para tierras de uso agropecuario.
En la norma original, el tope que se fijaba era de mil partes por millón, límite legal, pero para suelos de uso industrial. Ese punto, que daba la posibilidad de que campos enteros pudieran llegar a niveles de contaminación similares a los de una fundición industrial de plomo, fue parcialmente revisado. Ahora –según Bocco– “si el campo es sólo para caza, se considera suelo industrial y se tolera hasta mil partes, pero, si es de uso mixto, sólo hasta 375 partes”.
Que la norma siga permitiendo plomo, que los límites en suelos rurales sean tan altos y que el Estado no tenga capacidad real de control son los puntos más cuestionados. “Antes, no había nada. Esto es un gran avance. El registro facilita el control; el que no está registrado no puede actuar. Si no cumplen o falsean datos, se impide la actividad y se multa”, replicó Bocco.
“Sin avances”. “Esa resolución no soluciona nada”, sostuvo María Luis Pignata, doctora en Química e investigadora del Instituto Multidisciplinario de Biología Vegetal de la UNC y del Conicet.
“El único avance es que reconoce al plomo como residuo peligroso y que el turismo cinegético lo genera. Pero lo permiten hasta límites que en ningún lugar serio del mundo tolerarían”, apuntó la especialista, que lleva años dirigiendo estudios sobre metales pesados en Córdoba. Pignata apuntó que “con hacer un registro no alcanza; en Ambiente no pueden desconocer que muchos operadores alquilan por día campos aledaños a los que dicen que usan”. Para la investigadora, “la posibilidad de control real es escasa, y termina siendo una expresión de deseo, un juego más político, como para decir que se está haciendo algo”.
En cambio, planteó la necesidad de medidas que realmente limiten el plomo: “No, impedir la caza, pero generar normas de reemplazo, paulatino, del plomo para municiones”. Pignata reclamó que se debata la cuestión de fondo: “Si lo que se pretende es cuidar todo el ambiente, en serio, con esta política el plomo va a seguir estando. No es sensato permitirlo hasta que llegue al límite, hasta que sea un problema muy grave y esos suelos no se puedan ya remediar. Hay que evitar llegar a eso”.
La investigadora insistió en que en campos del norte, sin industrias, detectaron trazas de plomo en granos de trigo y soja. Su centro detectó plomo en aire. Dio por evidente la contaminación en suelos, más allá de niveles. Este año, sumó investigaciones publicadas en revistas científicas. “No hace falta que haya plomo en niveles tan altos en suelo para que aparezca en cultivos”, advirtió a este diario.

Alternativas
Acero. Los operadores de caza aseguran que en el mercado no hay alternativa a las municiones de plomo. En otros países, hay un uso creciente de las de acero u otras aleaciones. Los cazadores argumentan que son menos efectivas. Otros sectores marcan que no habrá alternativa mientras se permita el plomo, más barato, pero mucho más contaminante.
Por ahora, no. Desde la Secretaría de Ambiente de la Provincia, se señaló que, por ahora, “no está en evaluación” prohibir el uso de municiones de plomo. Marcan que la ley nacional define ese metal como residuo peligroso, pero no prohíbe su uso.
En el Congreso. La senadora nacional por Córdoba Norma Morandini (Frente Cívico) presentó dos proyectos de ley para exigir la sustitución de las municiones de plomo en todo el país.

Para turistas extranjeros
El turismo cinegético. Inició su apogeo en Córdoba en la década de 1990. Primero fue en campos del centro cordobés, luego se trasladó hacia el norte, de la mano del desplazamiento de las palomas hacia zonas con monte.
Actividad. Se estima que unos siete mil cazadores, la mayoría extranjeros y de muy alto poder adquisitivo, llegan a Córdoba por año.
Proporción. Representan casi el 10 por ciento del turismo extranjero que llega a Córdoba y que genera un importante volumen de negocios.

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El impacto detectado en los cultivos

“Una vez que se detecta la presencia de plomo, ¿vamos a esperar hasta que esos cultivos no sean aptos para consumo?”. Es lo que plantea María Luisa Pignata, investigadora de la UNC y del Conicet.
Es lo que plantea María Luisa Pignata, investigadora de la UNC y del Conicet, especialista en contaminación por metales pesados. En marzo pasado, este diario publicó resultados de investigaciones sobre hallazgos de plomo en granos de trigo y soja en campos del norte cordobés. Años antes, los primeros estudios lo habían detectado en el aire. El 27 de agosto último, se publicaron nuevos resultados, ahora sobre la detección de plomo en soja en una docena de puntos del mapa provincial, algunos en áreas rurales y otros cercanos a zonas industriales urbanas.
El secretario de Ambiente de la Provincia, Federico Bocco, respondió: “Podemos tomar nota de lo que apuntan algunos investigadores, pero no podemos trazar un diagnóstico propio sin estudios de nuestros laboratorios del Ceprocor. No descalificamos otras investigaciones. Nos interesaría que nos las acerquen”.
–¿No hay estudios propios sobre plomo en cultivos?
–No tenemos análisis sobre cultivos hasta ahora. Estamos avanzando en nuestras propias muestras sobre suelos. Pero evaluamos la posibilidad de hacerlos. Mientras, somos cautos. Para trazar un diagnóstico propio deberíamos tener a la vista los datos de otros.
Pignata, en tanto, replicó que las investigaciones de su grupo “son públicas, accesibles a cualquier interesado porque aparecieron en revistas internacionales científicas. Si alguien lo pide no tenemos problemas en enviarlas. Pero Ambiente no nos pidió nunca nada”.
La investigadora marcó que continuarán profundizando los estudios sobre la presencia de metales pesados en aire, suelos, agua y cultivos en Córdoba. Admitió que los resultados generan interrogantes porque aparecen vestigios de plomo en muchos puntos de la provincia. En algunos, podrían ser atribuidos al impacto de las municiones de caza; en otros a actividades industriales o urbanas.
“Nuestros suelos tienen plomo naturalmente por ser de origen granítico, sobre todo en las sierras. Pero los suelos naturalmente con plomo debe cuidarse más aún para no agregarle impacto”, acotó.

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