1 oct 2009

“La lechería es una pasión, pero la soja avanza”

Comercio y Justicia (01/10/2009)
“La lechería es una pasión, pero la soja avanza”



Raimundo Priotto tiene 67 años y toda una vida dedicada a la lechería. Por el momento, dirige -junto con su hermano y su hijo-, dos tambos ubicados en la zona de Tío Pujio, a 35 kilómetros de Santa Rosa de Río Primero, ambos herencia de su padre, uno de los primeros productores lácteos de la provincia, que se inició en la actividad allá por 1940.
Una de sus plantas productoras emplea a cuatro familias, la otra, a cuatro trabajadores de un mismo núcleo familiar, uno de los cuales lleva 17 años junto a los Priotto. Y son precisamente estos cuatro los que, en breve, pasarán a engrosar las estadísticas de desocupación, ya que, a causa de los costos de producción, deudas de alquiler y presión impositiva, Priotto se ve obligado a vender.
“Cuando cobrábamos $ 1 por litro de leche y los insumos no eran tan costosos, decidimos invertir en el tambo, porque esta actividad requiere de mucha tecnología”, explicó a Comercio y Justicia.
“Pensamos que las condiciones seguirían como estaban y en ese momento la lechería era rentable. Pero la cosa cambió a mediados del año pasado. El Gobierno nacional intervino y los productores pasamos de cobrar $ 0,97 por litro a cobrar $ 0,60. Al mismo tiempo, y debido al incremento en los precios internacionales de la soja, los alquileres de los campos (que se fijan en quintales de la oleaginosa) treparon estrepitosamente y allí comenzamos a endeudarnos. La actividad comenzó a darnos pérdidas”, resumió.
A raíz de la situación de quebranto de numerosos productores, el Gobierno de Cristina Fernández, anunció un subsidio de 10 centavos por cada litro de fluido sólo para aquellos tamberos que producíanhasta 3.000 litros diarios. “Los que producíamos más, fuimos castigados”, aseguró Priotto, explicando que el tambo que están por vender produce poco más de 3.100 litros, con 150 vacas de ordeñe.
Luego, a sla compensación se agregaron los que producían hasta 6.000 litros, para incorporar finalmente a todos aquellos establecimientos que rendían hasta 12 mil litros diarios, y un subsidio de 20 centavos que sólo es para las primeras 3.000 unidades de fluido.
“Nosotros hemos empezado recién ahora a recibir la compensación, porque hay que hacer muchos trámites en la Oncca y eso lleva su tiempo”, contó Priotto.
“Esto en realidad ayuda muy poco, porque cubre sólo 3.000 litros, mientras el resto sigue generando pérdida. Para los tambos micro puede ser importante, porque abarca toda la producción, con lo cual alcanzan a cobrar un peso por litro producido”, graficó. Paralelamente, destacó que el beneficio está previsto hasta fin de año, “lo cual nos quita previsibilidad”.

Altibajos
Haciendo un breve recorrido histórico, Priotto reconoció que hubo momentos malos antes del actual, “pero se salía más rápidamente”. Hay que tener en cuenta que la lechería, como actividad, nació en Argentina después de la crisis del ‘30. Nosotros empezamos asociándonos en cooperativas. Los años del 60 al 65 fueron muy buenos. Después, seguimos con altibajos”.
Más allá de la actual situación de la lechería, el productor destacó que ahora hay “algo que avanza” y no se puede negar: la soja. “En otras crisis, aguantábamos porque no había posibilidad de pasarse a la soja”. Hoy, esta “es más redituable, no tiene tantos costos e implica menos trabajo”.
“La cosa está bastante dura. Para que la lechería sea rentable hoy, es necesario producir a escala”, dijo y explicó que eso implica obtener un rendimiento de 10 mil litros por hectárea, por año.
“Para que el tambo que estamos por vender sea rentable, necesitamos invertir mucho dinero, pero el campo no es nuestro y si las cosas se ponen peor tenemos miedo de perder todo”. En ese sentido, contó a este medio que se acercaron al Banco Nación por la línea que poseen para el sector, “pero teníamos que hipotecar el campo y no nos animamos”. Sin embargo, sí tomaron un crédito para hacer frente al pago del impuesto a las ganancias “que se lleva el 35% de lo recaudado”. Y detalló: “27% del ingreso de la leche se va en la compra de alimentos. Otro 30%, se va en el pago de la mano de obra. Un 20% en alquileres. Hay que sumarle los impuestos, lo que deja entre 10% ó 12%, que conforma el margen que nos queda por litro de leche”, explicó.

A futuro
“Si las cosas mejoran, volveríamos a hacer leche, porque es una pasión. Mi hijo es especialista en genética y es quien insemina las vacas”, reconoció. “Pero ahora, los dos años de contrato de alquiler que nos queda del campo donde está el tambo que liquidamos, vamos a plantar soja y a ver cómo nos va”, finalizó.

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