24 nov 2019

Los drones se acoplan a la investigación ambiental



La Voz del Interior (24/11/2019)
Con drones, quieren medir la calidad del aire en Córdoba

Los drones empezaron como juguetes caros, pero con el tiempo comenzaron a usarse para realizar impresionantes imágenes desde el aire y para el monitoreo de grandes infraestructuras.
Y mientras los simples mortales esperamos que se cumpla la promesa de que nos llegue la pizza en un cuadricóptero, muchos científicos están aprovechando esta tecnología para realizar trabajos que antes resultaban impensados o muy costosos.
Es el caso de las mediciones del aire en diferentes alturas. Dos proyectos en Córdoba comenzarán a utilizar Vehículos Aéreos No Tripulados (Vant) para este fin.
Uno de ellos buscará medir los gases de efecto invernadero (GEI) en el perfil atmosférico de varios puntos de la provincia para modelar medidas de mitigación contra la crisis climática.
El otro se centrará en el Gran Córdoba para medir aerosoles, la contaminación atmosférica que genera problemas de salud.
Este último es desarrollado por la Municipalidad de Córdoba, con financiamiento de la Agencia para el Desarrollo Económico de la Ciudad de Córdoba (Adec) y con asesoramiento técnico de la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (Conae).

Contaminación atmosférica
Mario Lanfri, coordinador por parte de la Conae, asegura que el objetivo es calibrar las imágenes satelitales que reciben con mediciones en estaciones de monitoreo y en la atmósfera a través de un Vant.
Pablo Cometto, investigador del Conicet en el Instituto Mario Gulich –que depende de Conae y de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC)– explica que se utilizará un ala volante RO350 (de fabricación nacional) que tiene 3,5 metros de envergadura. Tiene un radio de acción de 50 kilómetros y puede volar hasta los cuatro mil metros de altura.
“Estamos haciendo un trabajo único en América del Sur, porque estamos integrando instrumental de medición de calidad de aire en un vehículo volador. No es una tarea de ingeniería fácil porque los flujos de aire en vuelo pueden perjudicar las mediciones”, comenta Cometto.
Ahora se están realizando simulaciones con modelos computacionales y en túneles de viento.
El proyecto nace por una demanda de la Unión Industrial de Córdoba (UIC) para mejorar la competitividad. ¿Cómo? “Si hay mediciones precisas sobre contaminación, las empresas pueden reducir los riesgos de asumir pasivos ambientales”, explica.
Y agrega: “Córdoba no tiene una buena caracterización de la contaminación atmosférica, entonces cualquier empresa puede ser acusada de generar polución. Con este tipo de datos, es más factible que una empresa se radique en Córdoba que en otra ciudad que no tiene esta información de base”.
El Vant llevará un contador óptico de aerosoles que discrimina entre cuatro tipos: sales, hollín, minerales y agua. Con esta tipología y un análisis de cómo se mueven las masas de aire, se puede conocer la fuente de emisión de los distintos aerosoles.
Durante un año, el Vant realizará al menos un vuelo cada 16 días, que es el período que le lleva al satélite pasar por la ciudad de Córdoba.
Fernanda García Ferreyra, también de la Conae, explica que la información recopilada por esta ala volante servirá para calibrar las imágenes satelitales que ya se utilizan para estimar el nivel de aerosoles.
“El satélite está a 700 kilómetros de altura y ve la atmósfera como una sola cosa, no puede discriminar entre las capas que están cerca de la superficie, que son las más importantes desde el punto de vista sanitario”, explica.
Hasta ahora, las imágenes satelitales permitieron determinar que hay concentraciones de aerosoles más altas en la ciudad que fuera de la Circunvalación. “Pero también vemos que las masas de aire transportan los aerosoles de un sitio a otro”, explica García Ferreyra.
Con los nuevos datos, se podrá tener un mapa diario de la contaminación atmosférica del Gran Córdoba con una precisión de un kilómetro cuadrado. “El objetivo es que la información esté disponible para toda la población”, asegura la experta.

Cambio climático
El otro estudio es coordinado por Ana Carolina Amarillo, investigadora del Instituto Multidisciplinario de Biología Vegetal (Imbiv) de Conicet y de la UNC.
En este caso, utilizará un dron para medir gases de efecto invernadero (GEI), como el dióxido de carbono y el metano. El proyecto fue premiado con un subsidio otorgado por una ONG de Francia y del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático de la ONU (Ipcc).
“Con la mediciones en todo el perfil de la atmósfera se puede hacer un modelo meteorológico y químico que permitirá predecir cómo variaría la concentración de estos gases si se cambiaran algunas variables, como la cobertura verde o la intensidad del transporte”, explica la investigadora.
Y agrega: “La idea es medir hasta los 500 metros altura. Eso requiere permiso de la Administración Nacional de Aviación Civil (Anac), porque sólo permite volar hasta los 122 metros sin autorización”. La investigadora ya realizó el curso de piloto de dron.
En este caso, se trata de un vehículo con seis hélices (Dji matrice 600 pro), de unos 10 kilos y 1,6 metros de ancho. Tiene una capacidad de carga de 5,5 kilos que se ocuparán con los sensores de calidad de aire. La autonomía es de unos 15 minutos.
Amarillo conoció esta tecnología en la Universidad de Harvard, donde realizó un posdoctorado. Su hipótesis es que lo que más afecta la concentración de GEI en Córdoba es la deforestación.
“Sin cobertura verde, no hay sumideros de carbono. Pero también vamos a evaluar el efecto de la ganadería, por las emisiones de metano y por el impacto que tiene el tránsito”, explica.

Ver Noticia On Line
.

0 comentarios:

Buscar este blog

Blog Archive

Temas

Archivo de Blogs