14 jun 2012
Ciudades compactas
11:02 a.m. | 
Publicado por
Eco Sitio |
La Voz del Interior (14/06/2012)
Ciudades compactas
Por Fernando Cámara. Ex secretario de Ambiente de la Ciudad de Córdoba
Las crecientes migraciones poblacionales desde el sector rural hacia áreas urbanas eran consideradas hace unas décadas como un problema. Se debía a que el abandono del campo tenía causas y efectos totalmente negativos. Entre los más importantes, se decía que eran fruto de atrasos tecnológicos, falta de oportunidades y deseo de progreso, sobre todo de las nuevas generaciones.
Estas migraciones trajeron aparejados problemas de saneamiento urbano y, asociados a la falta de planificación, dificultad de acceso a los servicios, sobreoferta de mano de obra y aumento de la pobreza.
Se estima que en Latinoamérica, el 70 por ciento de la población vive en áreas urbanas. Pero en las últimas dos décadas, se ha comenzado a considerar que la concentración poblacional actuaría de manera esperanzadora para la disminución de la pobreza, y serviría para frenar el deterioro del medio ambiente.
Desde un punto de vista economicista, el concepto de concentración poblacional indica que las ciudades producen más porque disminuyen los espacios entre la gente y se reducen costos asociados al transporte de materiales, de bienes, personas e ideas.
Desde el punto de vista ambientalista, permite que distancias (caminos, rutas), cloacas, red de agua potable, cables eléctricos o redes de comunicaciones sean más cortas.
Las necesidades energéticas de un departamento son menores que las de una casa con espacios abiertos. La movilidad urbana decrece al aumentar las concentraciones poblacionales, y con ello la contaminación, y disminuyen los tiempos de espera en cualquier medio de transporte. Ciudades con mayor densificación producen una menor cantidad de carbono por persona que las menos pobladas.
El urbanista estadounidense Shlomo Angel plantea que es necesario adelantarse varias décadas y que el Estado reserve tierras de expansión antes de que sean ocupadas por urbanizaciones. Así será posible planificar parques y crear una red de rutas para el transporte público.
Además, se logra frenar el sellado del suelo, favorecer la infiltración del agua de lluvia, aumentar reservas en acuíferos, disminuir el escurrimiento superficial y evitar inundaciones, sobre todo en zonas con déficit en obras de desagües como en nuestra ciudad.
El concepto aún muy arraigado de casas con grandes jardines trae aparejada una mejora en la calidad de vida de quienes tienen acceso a ella, pero perjudica al planeta.
Construcción sustentable. La ciudad necesita que se promuevan adecuaciones normativas en pos de la densificación urbana, que permitan construir en altura y, en el marco de la concertación pública-privada vigente, establecer compensaciones a desarrollistas que realicen las obras necesarias para este crecimiento, como son cloacas, asfalto e iluminación.
Asimismo, urge desarrollar un marco jurídico que obligue a las nuevas urbanizaciones a contar con mecanismos de construcciones sustentables diseñadas y construidas con materiales ambientalmente amigables. Se considera que los edificios representan el 33 por ciento de las emisiones de dióxido de carbono, uno de los gases de mayor incidencia en el efecto invernadero.
La construcción sustentable promueve la conservación y eficiencia del uso de la energía para la iluminación y el calor, con un mejor resultado en la aislación térmica; la optimización de materiales, en cuanto a su diseño, utilización y lugar de fabricación por su incidencia en el transporte; la calidad del aire interior y la reutilización de aguas grises; las terrazas verdes y la captación del agua de lluvia.
Ese avance normativo-ambiental permitirá que Córdoba sea una ciudad más vivible, que cuida sus recursos, que piensa en las próximas generaciones y que se adelanta al futuro. Así, el crecimiento demográfico no irá acompañado de crecimiento desordenado sino que podremos pensar en el mediano plazo y no vivir sólo tratando de solucionar las urgencias cotidianas.
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Ciudades compactas
Por Fernando Cámara. Ex secretario de Ambiente de la Ciudad de Córdoba
Las crecientes migraciones poblacionales desde el sector rural hacia áreas urbanas eran consideradas hace unas décadas como un problema. Se debía a que el abandono del campo tenía causas y efectos totalmente negativos. Entre los más importantes, se decía que eran fruto de atrasos tecnológicos, falta de oportunidades y deseo de progreso, sobre todo de las nuevas generaciones.
Estas migraciones trajeron aparejados problemas de saneamiento urbano y, asociados a la falta de planificación, dificultad de acceso a los servicios, sobreoferta de mano de obra y aumento de la pobreza.
Se estima que en Latinoamérica, el 70 por ciento de la población vive en áreas urbanas. Pero en las últimas dos décadas, se ha comenzado a considerar que la concentración poblacional actuaría de manera esperanzadora para la disminución de la pobreza, y serviría para frenar el deterioro del medio ambiente.
Desde un punto de vista economicista, el concepto de concentración poblacional indica que las ciudades producen más porque disminuyen los espacios entre la gente y se reducen costos asociados al transporte de materiales, de bienes, personas e ideas.
Desde el punto de vista ambientalista, permite que distancias (caminos, rutas), cloacas, red de agua potable, cables eléctricos o redes de comunicaciones sean más cortas.
Las necesidades energéticas de un departamento son menores que las de una casa con espacios abiertos. La movilidad urbana decrece al aumentar las concentraciones poblacionales, y con ello la contaminación, y disminuyen los tiempos de espera en cualquier medio de transporte. Ciudades con mayor densificación producen una menor cantidad de carbono por persona que las menos pobladas.
El urbanista estadounidense Shlomo Angel plantea que es necesario adelantarse varias décadas y que el Estado reserve tierras de expansión antes de que sean ocupadas por urbanizaciones. Así será posible planificar parques y crear una red de rutas para el transporte público.
Además, se logra frenar el sellado del suelo, favorecer la infiltración del agua de lluvia, aumentar reservas en acuíferos, disminuir el escurrimiento superficial y evitar inundaciones, sobre todo en zonas con déficit en obras de desagües como en nuestra ciudad.
El concepto aún muy arraigado de casas con grandes jardines trae aparejada una mejora en la calidad de vida de quienes tienen acceso a ella, pero perjudica al planeta.
Construcción sustentable. La ciudad necesita que se promuevan adecuaciones normativas en pos de la densificación urbana, que permitan construir en altura y, en el marco de la concertación pública-privada vigente, establecer compensaciones a desarrollistas que realicen las obras necesarias para este crecimiento, como son cloacas, asfalto e iluminación.
Asimismo, urge desarrollar un marco jurídico que obligue a las nuevas urbanizaciones a contar con mecanismos de construcciones sustentables diseñadas y construidas con materiales ambientalmente amigables. Se considera que los edificios representan el 33 por ciento de las emisiones de dióxido de carbono, uno de los gases de mayor incidencia en el efecto invernadero.
La construcción sustentable promueve la conservación y eficiencia del uso de la energía para la iluminación y el calor, con un mejor resultado en la aislación térmica; la optimización de materiales, en cuanto a su diseño, utilización y lugar de fabricación por su incidencia en el transporte; la calidad del aire interior y la reutilización de aguas grises; las terrazas verdes y la captación del agua de lluvia.
Ese avance normativo-ambiental permitirá que Córdoba sea una ciudad más vivible, que cuida sus recursos, que piensa en las próximas generaciones y que se adelanta al futuro. Así, el crecimiento demográfico no irá acompañado de crecimiento desordenado sino que podremos pensar en el mediano plazo y no vivir sólo tratando de solucionar las urgencias cotidianas.
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Etiquetas:
urbanismo
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