2 feb 2011
Capital: Otra batalla perdida contra los basurales
8:47 a.m. | 
Publicado por
Eco Sitio |
La Voz del Interior (02/02/2011)
Otra batalla perdida contra los basurales
Con fondos nacionales, la Municipalidad inició, hace un mes, la erradicación de 51 baldíos. El primero que se recuperó, ubicado en barrio General Paz, ya se encuentra de nuevo con desechos.
En diciembre pasado, la Municipalidad de Córdoba lanzó un plan de erradicación de 51 basurales a cielo abierto distribuidos en la ciudad. El primero que se presentó como finalizado, ubicado en Garibaldi y Buchardo, ya se encuentra nuevamente con basura y le robaron el alambrado que lo cercaba.
Esta situación vuelve a poner en relieve el problema endémico de los basurales en la Capital, ya que parece que ningún plan que se ponga en práctica es suficiente para solucionarlo. El baldío de Buchardo y Garibaldi, en barrio General Paz, fue el primero de los 51 predios que se están limpiando gracias a un subsidio de cuatro millones de pesos aportado por la Nación. El 22 de diciembre pasado, se presentó la recuperación del terreno, que lucía sin basura y con un alambrado olímpico que lo rodeaba.
Pero esta semana, desapareció el alambre y reaparecieron los residuos. Ahora, la empresa Crese anunció que lo volverá a limpiar mañana y repondrá el cerco. Además, le colocarán árboles para que sirvan como barrera natural contra los que descargan ilegalmente basura.
El plan acaba de finalizar su segunda etapa. Ya se trabajó en los baldíos ubicados en Los Incas, entre Los Ranqueles y Cruz Roja; Rodríguez Peña, Jerónimo Cortez, Coronel Olmedo y Baigorrí; Roque Arias y Riga; las vías del ferrocarril, entre Huartes y Mackay Gordon; Nogués, entre Ibarbals y Garay; Misserere, entre Tancacha y Sacanta; las vías del ferrocarril, entre Candelaria y Macías, el que se encuentra frente al complejo deportivo La Agustina; Balbastro, entre Julio de Vedia y Héroes de Vilcapugio; 6 de Septiembre, entre Ballestero y Posta del Chañar; y Gorriti, entre Matheu y Obispo Maldonado.
La última etapa comprende los basurales sitos en Costanera y Puente Riaño; Tinogasta y Colectora; y Antonio Arcos, Pimentel, Sánchez y del Molino.
Control y conducta. Por otro lado, Crese limpia periódicamente otros 100 basurales distribuidos en toda la ciudad. Según datos oficiales brindados en septiembre pasado, se gastan unos 10 millones de pesos por año en esas tareas.
Pero el problema persiste, poniendo en evidencia la falta de control de la Municipalidad sobre las descargas ilegales de basura. Marcos Moyano, delegado de los trabajadores de Higiene Urbana del municipio, aseguró que la capacidad operativa que tienen los inspectores de la repartición para controlar los basurales es “nula”.
“Hay un problema de movilidad y hay pocos inspectores en la vía pública. El trabajo se sigue haciendo, con todas las limitaciones”, indicó Moyano, al tiempo que afirmó que el año pasado se secuestró una veintena de camiones que arrojaban residuos en baldíos. El delegado remarcó que la mayoría de esas unidades pertenecían a empresas que se dedican al transporte de escombros y a camioneros que trabajan para firmas de contenedores o de demoliciones.
Pero la escasa capacidad operativa se pone en evidencia con la falta de movilidad que tienen los inspectores: Moyano subrayó que en la repartición hay apenas cuatro móviles para los 80 empleados que se dedican al control. “No sólo controlamos basurales sino también el área central, la disposición de contenedores, el mantenimiento de baldíos y a Crese”, agregó.
Esa poca capacidad de control se evidencia en las actas labradas que llegan a la Justicia de Faltas municipal. En 2009, se aplicaron 124 sanciones por depositar escombros, desperdicios u otros elementos en la vía pública, mientras que, en 2010, no llegaron a 40.
Sí, en cambio, se sancionó a los propietarios de los terrenos: tanto en 2009 como en 2010, las actas labradas por no mantener en condiciones terrenos baldíos superaron las 3.300.
Desde Crese rescataron que con la puesta en marcha de los puntos de transferencia, administrados por carreros, se logró un principio de orden en algunos sectores. Y apuntaron contra vecinos desaprensivos que recurren a los basurales a deshacerse de sus residuos.
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Se siguen tirando recursos a la basura
De poco sirve invertir millones y millones de pesos en limpiar miles de metros cuadrados de basurales si esa política no es acompañada con un incremento en los controles, para evitar que se vuelvan a generar. Seguir trabajando de esta manera es, simplemente, tirar la plata del Estado a la basura.
Córdoba tiene contabilizados entre 90 y 100 basurales en todo su territorio, controlados por 80 inspectores con una capacidad de desplazamiento inexistente. Se limpian de manera periódica: los más importantes, cada 15 días; el resto, una vez al mes.
Sin embargo, apenas se retiran los camiones de la empresa contratada por Crese para limpiarlos, aparecen los desaprensivos de siempre que, con total impunidad y a la luz del día, se deshacen de sus residuos. Son camionetas, camiones o autos particulares.
También aparecen los carros tirados por caballos. Cargar las tintas contra los carreros es injusto; se ganan el sustento como pueden y, por un precio vil, se hacen cargo de escombros o restos de poda de vecinos que saben que perjudican a sus pares.
Su existencia sólo pone en evidencia los fracasos constantes en las políticas de inclusión social de las últimas décadas. Y sancionarlos no tiene ningún sentido si no se les ofrece una alternativa de trabajo digna.
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Otra batalla perdida contra los basurales
Con fondos nacionales, la Municipalidad inició, hace un mes, la erradicación de 51 baldíos. El primero que se recuperó, ubicado en barrio General Paz, ya se encuentra de nuevo con desechos.
En diciembre pasado, la Municipalidad de Córdoba lanzó un plan de erradicación de 51 basurales a cielo abierto distribuidos en la ciudad. El primero que se presentó como finalizado, ubicado en Garibaldi y Buchardo, ya se encuentra nuevamente con basura y le robaron el alambrado que lo cercaba.
Esta situación vuelve a poner en relieve el problema endémico de los basurales en la Capital, ya que parece que ningún plan que se ponga en práctica es suficiente para solucionarlo. El baldío de Buchardo y Garibaldi, en barrio General Paz, fue el primero de los 51 predios que se están limpiando gracias a un subsidio de cuatro millones de pesos aportado por la Nación. El 22 de diciembre pasado, se presentó la recuperación del terreno, que lucía sin basura y con un alambrado olímpico que lo rodeaba.
Pero esta semana, desapareció el alambre y reaparecieron los residuos. Ahora, la empresa Crese anunció que lo volverá a limpiar mañana y repondrá el cerco. Además, le colocarán árboles para que sirvan como barrera natural contra los que descargan ilegalmente basura.
El plan acaba de finalizar su segunda etapa. Ya se trabajó en los baldíos ubicados en Los Incas, entre Los Ranqueles y Cruz Roja; Rodríguez Peña, Jerónimo Cortez, Coronel Olmedo y Baigorrí; Roque Arias y Riga; las vías del ferrocarril, entre Huartes y Mackay Gordon; Nogués, entre Ibarbals y Garay; Misserere, entre Tancacha y Sacanta; las vías del ferrocarril, entre Candelaria y Macías, el que se encuentra frente al complejo deportivo La Agustina; Balbastro, entre Julio de Vedia y Héroes de Vilcapugio; 6 de Septiembre, entre Ballestero y Posta del Chañar; y Gorriti, entre Matheu y Obispo Maldonado.
La última etapa comprende los basurales sitos en Costanera y Puente Riaño; Tinogasta y Colectora; y Antonio Arcos, Pimentel, Sánchez y del Molino.
Control y conducta. Por otro lado, Crese limpia periódicamente otros 100 basurales distribuidos en toda la ciudad. Según datos oficiales brindados en septiembre pasado, se gastan unos 10 millones de pesos por año en esas tareas.
Pero el problema persiste, poniendo en evidencia la falta de control de la Municipalidad sobre las descargas ilegales de basura. Marcos Moyano, delegado de los trabajadores de Higiene Urbana del municipio, aseguró que la capacidad operativa que tienen los inspectores de la repartición para controlar los basurales es “nula”.
“Hay un problema de movilidad y hay pocos inspectores en la vía pública. El trabajo se sigue haciendo, con todas las limitaciones”, indicó Moyano, al tiempo que afirmó que el año pasado se secuestró una veintena de camiones que arrojaban residuos en baldíos. El delegado remarcó que la mayoría de esas unidades pertenecían a empresas que se dedican al transporte de escombros y a camioneros que trabajan para firmas de contenedores o de demoliciones.
Pero la escasa capacidad operativa se pone en evidencia con la falta de movilidad que tienen los inspectores: Moyano subrayó que en la repartición hay apenas cuatro móviles para los 80 empleados que se dedican al control. “No sólo controlamos basurales sino también el área central, la disposición de contenedores, el mantenimiento de baldíos y a Crese”, agregó.
Esa poca capacidad de control se evidencia en las actas labradas que llegan a la Justicia de Faltas municipal. En 2009, se aplicaron 124 sanciones por depositar escombros, desperdicios u otros elementos en la vía pública, mientras que, en 2010, no llegaron a 40.
Sí, en cambio, se sancionó a los propietarios de los terrenos: tanto en 2009 como en 2010, las actas labradas por no mantener en condiciones terrenos baldíos superaron las 3.300.
Desde Crese rescataron que con la puesta en marcha de los puntos de transferencia, administrados por carreros, se logró un principio de orden en algunos sectores. Y apuntaron contra vecinos desaprensivos que recurren a los basurales a deshacerse de sus residuos.
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Se siguen tirando recursos a la basura
De poco sirve invertir millones y millones de pesos en limpiar miles de metros cuadrados de basurales si esa política no es acompañada con un incremento en los controles, para evitar que se vuelvan a generar. Seguir trabajando de esta manera es, simplemente, tirar la plata del Estado a la basura.
Córdoba tiene contabilizados entre 90 y 100 basurales en todo su territorio, controlados por 80 inspectores con una capacidad de desplazamiento inexistente. Se limpian de manera periódica: los más importantes, cada 15 días; el resto, una vez al mes.
Sin embargo, apenas se retiran los camiones de la empresa contratada por Crese para limpiarlos, aparecen los desaprensivos de siempre que, con total impunidad y a la luz del día, se deshacen de sus residuos. Son camionetas, camiones o autos particulares.
También aparecen los carros tirados por caballos. Cargar las tintas contra los carreros es injusto; se ganan el sustento como pueden y, por un precio vil, se hacen cargo de escombros o restos de poda de vecinos que saben que perjudican a sus pares.
Su existencia sólo pone en evidencia los fracasos constantes en las políticas de inclusión social de las últimas décadas. Y sancionarlos no tiene ningún sentido si no se les ofrece una alternativa de trabajo digna.
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