13 mar 2009
Capital: La ciudad y los perros
7:43 a.m. | 
Publicado por
Eco Sitio |
La Voz del Interior (13/03/2009)
La ciudad y los perros
La Municipalidad de Córdoba, los vecinos y las organizaciones proteccionistas deben coordinar sus acciones para abordar un plan integral que resuelva el problema de los perros callejeros en la ciudad.
El reemplazo de la caza por la domesticación de animales fue uno de los primeros pasos de gigante que el ser humano dio en el proceso de desarrollo de la civilización, tal cual la conocemos hoy.
Ello le permitió producir su propio alimento en un lugar determinado, sin necesidad de ir detrás del animal para cazarlo, lo que derivó en un mayor sedentarismo, que propició también la "domesticación" (el cultivo) de ciertas plantas. El hombre dejó de ser un cazador-recolector nómade y se convirtió en un pastor-cultivador que sentaba sus reales en lugares fijos.
Pero no sólo se comía su carne o se abrigaba con sus cueros. Pronto comenzó a comprobar que ciertos animales podían proveerle otros productos y que algunos de ellos le servían como animales de carga o de transporte.
Con el perro, la cuestión no está tan clara y la forma en que este animal terminó por convertirse en "el mejor amigo del hombre" es materia de polémicas e interpretaciones diversas.
La versión más difundida sostiene que el perro salvaje se acercó al hombre para consumir sus sobras y así se fue integrando al lugar, como un valioso cuidador. Pero hay otras, más realistas, que matizan esta historia y lo presentan como un competidor del hombre a la hora de conseguir comida y, muchas veces, a falta de una caza de mejor calidad, como su propio almuerzo.
En ese proceso, el hombre fue descubriendo su inteligencia y fidelidad y comprendiendo que era una compañía que podía serle muy útil. Así, el perro se ganó para siempre un lugar cerca del ser humano y esa relación ha resistido el paso del tiempo y sustanciales cambios. Tiene también múltiples expresiones: su utilidad, sobre todo en el campo, como pastor, guardián o simple acompañante; y en la ciudad, donde muchos sólo confían en él para su seguridad. Además, la Policía los usa en su estrategia anti-disturbios o, por su olfato, para la detección de drogas, la persecución de sospechosos o la búsqueda de personas extraviadas.
Por otra parte, la sofisticación de la ciencia, con las cruzas y la manipulación genética, ha dado lugar a la aparición de numerosas razas y a perros de los más diversos tamaños, colores y funciones. Hay clubes caninos, competencias y concursos y desfiles de razas cuyos ejemplares no están al alcance de cualquier bolsillo.
Pero el problema que nos ocupa es el que deriva de su simple adopción como mascota en los hogares de las grandes ciudades, como Córdoba, donde muchas veces esta historia de fidelidad y afecto sólo obtiene como recompensa el maltrato y el abuso. De por sí, la ciudad no es un hábitat natural, lo que convierte su presencia, a veces de una abundancia abrumadora, en una fuente de conflicto y en un factor que afecta la calidad de vida de las personas. Crisis económica, falta de conciencia y otros factores se combinan para que esto ocurra.
El problema de los perros abandonados se agudiza cada vez más, sin que exista política estatal alguna, ni siquiera elementales campañas de esterilización que permitan limitar una reproducción descontrolada que inunda las calles de perros. El triste papel que alguna vez desempeñó la perrera, con sus siniestros métodos de exterminio, lo cumplen hoy los vehículos que dejan cuerpos mutilados sobre el pavimento de calles y avenidas de la ciudad.
Sin duda, la primera responsabilidad es de los habitantes de la ciudad que poseen mascotas –a veces numerosas– y no se hacen cargo de ellas como corresponde. Los mismos vecinos, por intermedio de sus organizaciones barriales, deben organizarse, establecer reglas y sancionar las conductas antisociales con multas, por ejemplo, a quienes no se hacen cargo de los excrementos de su animal.
Pero la Municipalidad no puede desentenderse del problema y, a través de sus organismos vecinales o en acuerdo con las numerosas entidades proteccionistas de la ciudad, debe abordarlo al menos en sus aspectos básicos: educación de los dueños, esterilización de las hembras, vacunación y albergues para los perros abandonados.
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La ciudad y los perros
La Municipalidad de Córdoba, los vecinos y las organizaciones proteccionistas deben coordinar sus acciones para abordar un plan integral que resuelva el problema de los perros callejeros en la ciudad.
El reemplazo de la caza por la domesticación de animales fue uno de los primeros pasos de gigante que el ser humano dio en el proceso de desarrollo de la civilización, tal cual la conocemos hoy.
Ello le permitió producir su propio alimento en un lugar determinado, sin necesidad de ir detrás del animal para cazarlo, lo que derivó en un mayor sedentarismo, que propició también la "domesticación" (el cultivo) de ciertas plantas. El hombre dejó de ser un cazador-recolector nómade y se convirtió en un pastor-cultivador que sentaba sus reales en lugares fijos.
Pero no sólo se comía su carne o se abrigaba con sus cueros. Pronto comenzó a comprobar que ciertos animales podían proveerle otros productos y que algunos de ellos le servían como animales de carga o de transporte.
Con el perro, la cuestión no está tan clara y la forma en que este animal terminó por convertirse en "el mejor amigo del hombre" es materia de polémicas e interpretaciones diversas.
La versión más difundida sostiene que el perro salvaje se acercó al hombre para consumir sus sobras y así se fue integrando al lugar, como un valioso cuidador. Pero hay otras, más realistas, que matizan esta historia y lo presentan como un competidor del hombre a la hora de conseguir comida y, muchas veces, a falta de una caza de mejor calidad, como su propio almuerzo.
En ese proceso, el hombre fue descubriendo su inteligencia y fidelidad y comprendiendo que era una compañía que podía serle muy útil. Así, el perro se ganó para siempre un lugar cerca del ser humano y esa relación ha resistido el paso del tiempo y sustanciales cambios. Tiene también múltiples expresiones: su utilidad, sobre todo en el campo, como pastor, guardián o simple acompañante; y en la ciudad, donde muchos sólo confían en él para su seguridad. Además, la Policía los usa en su estrategia anti-disturbios o, por su olfato, para la detección de drogas, la persecución de sospechosos o la búsqueda de personas extraviadas.
Por otra parte, la sofisticación de la ciencia, con las cruzas y la manipulación genética, ha dado lugar a la aparición de numerosas razas y a perros de los más diversos tamaños, colores y funciones. Hay clubes caninos, competencias y concursos y desfiles de razas cuyos ejemplares no están al alcance de cualquier bolsillo.
Pero el problema que nos ocupa es el que deriva de su simple adopción como mascota en los hogares de las grandes ciudades, como Córdoba, donde muchas veces esta historia de fidelidad y afecto sólo obtiene como recompensa el maltrato y el abuso. De por sí, la ciudad no es un hábitat natural, lo que convierte su presencia, a veces de una abundancia abrumadora, en una fuente de conflicto y en un factor que afecta la calidad de vida de las personas. Crisis económica, falta de conciencia y otros factores se combinan para que esto ocurra.
El problema de los perros abandonados se agudiza cada vez más, sin que exista política estatal alguna, ni siquiera elementales campañas de esterilización que permitan limitar una reproducción descontrolada que inunda las calles de perros. El triste papel que alguna vez desempeñó la perrera, con sus siniestros métodos de exterminio, lo cumplen hoy los vehículos que dejan cuerpos mutilados sobre el pavimento de calles y avenidas de la ciudad.
Sin duda, la primera responsabilidad es de los habitantes de la ciudad que poseen mascotas –a veces numerosas– y no se hacen cargo de ellas como corresponde. Los mismos vecinos, por intermedio de sus organizaciones barriales, deben organizarse, establecer reglas y sancionar las conductas antisociales con multas, por ejemplo, a quienes no se hacen cargo de los excrementos de su animal.
Pero la Municipalidad no puede desentenderse del problema y, a través de sus organismos vecinales o en acuerdo con las numerosas entidades proteccionistas de la ciudad, debe abordarlo al menos en sus aspectos básicos: educación de los dueños, esterilización de las hembras, vacunación y albergues para los perros abandonados.
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