8 dic 2008
La empresa del señor García
3:14 p.m. | 
Publicado por
Eco Sitio |
La Mañana de Córdoba (08/12/2008)
La empresa del señor García
Nadie podría, en principio, acusar a Daniel Giacomino de ser un improvisado en el arte de gestionar. Sus antecedentes al frente del Laboratorio de Hemoderivados de la UNC y sus primeras medidas ante el desastre heredado de Luis Juez así parecerían sugerirlo. Sin embargo, la decisión de poner como titular de CRESE al ex diputado Eduardo García parecería contradecir tal percepción.
Consultado por LA MAÑANA del porqué de tal incendiaria decisión, el intendente se limitó a explicar, con enigmático laconismo, que el designado presidente “tiene sus conocimientos en el tema de ambiente”. El problema que también los tenía Picolotti, y así le fue a la Secretaría de Ambiente de la Nación.
Claro es que su historial inmediato en la materia también podría ser puesto en tela de juicio, al menos desde la perspectiva de la humorada informada. En este sentido, la técnica que parecería dominar García para el tratamiento de los residuos urbanos se encontraría claramente atrasada con respecto al del enterramiento sanitario, pues ya hace mucho que los municipios han abandonado la modalidad de quema de basurales a cielo abierto como solución al problema. Incendiar los residuos contamina al ambiente, lo que contradeciría los antecedentes invocados del dirigente.
Jugar al empresario
Mucho se teme que Giacomino se esté metiendo en un gran problema con su flamante designación, puesto que el señor García estaría inhabilitado para ejercer tal responsabilidad en función de la inminente elevación a juicio de la causa por el incendio provocado en el Parque de las Naciones el 10 de noviembre de 2002, hecho que lo tiene entre uno de los principales imputados. La Carta Orgánica parece señalar un impedimento para que asuma al frente de CRESE, por lo que el intendente podría sufrir un gran desgaste tratando de justificar algo que, a priori, parece violar el ordenamiento jurídico de la ciudad, prescindiendo del disgusto moral que produce que esta persona pueda aún permanecer en la consideración pública de algún mandatario.
Pero, aun cuando se pretendiera minimizar la inconducta que supone incendiar una propiedad ajena, Giacomino debería reflexionar qué significa el gestionar una empresa que, si bien de capitales públicos, debe respetar las inexorables reglas de la economía y los burgueses conceptos de costos, eficiencia, pérdidas y ganancias.
En este punto, la designación del señor García es pintoresca. Más allá de sus supuestos antecedentes en temas ecológicos, CRESE no será una repartición pública encargada de generar políticas medioambientales. Su misión será recoger la basura y disponer de ella, reciclándola eventualmente.
Aunque muchos se hagan los distraídos, CRESE deberá adquirir vehículos, lidiar con el gremio de camioneros, cumplir frecuencias, brindar un buen servicio y mostrar balances razonables. Con estas exigencias en miras cuesta pensar que el flamígero ex diputado sea la persona indicada para liderar el nacimiento y desarrollo de la empresa. Si se soslaya su cargo en la planta permanente de la Municipalidad (es sabido que el progresismo es muy dado a asegurar sus aventuras personales mediante alguno que otro puesto vitalicio), el hombre nunca ha tenido responsabilidades verificables en el complejo oficio de tomar decisiones comerciales. Por el contrario, sus antecedentes legislativos lo ponen del lado de los que siempre han demandado redistribuir la riqueza, no de quienes la han creado.
Esto no resulta de ningún modo intrascendente dado que, en su futuro rol de empresario, deberá intentar hacer viable económicamente una criatura que, como se sabe, ha nacido del espanto antes que de la convicción. En tales funciones probablemente deba luchar contra el gremio respectivo, fijar salarios que el presupuesto pueda pagar, propiciar tarifas basadas en costos e intentar algún esquema de premios y castigos, despidos incluidos. Todo demasiado capitalista como para que se confíe en las habilidades de este dirigente.
Insistir en la cuestión de la potencial eficiencia o ineficiencia de García como empresario dista de ser un ejercicio teorético. Todo el mundo asume que CRESE nació para ser deficitaria. El problema no es -entonces- su éxito económico, sino cuánto deberá aportar el tesoro municipal para sufragar su déficit. Es el “quantum” de lo que deberá poner el municipio lo que debe preocupar a los que hoy miran para otro lado con su exótica designación.
Incendio heredado de Juez
Porque, a no hacerse ilusiones: si el señor García continúa el incendio heredado por Juez en el tema de higiene urbana (se ruega disculpar la analogía ígnea) el intendente deberá seguir sacando plata del alumbrado, los baches y los yuyos para mantener a CRESE, del mismo modo que viene haciéndolo con TAMSE. Y aquí es donde el asunto se pone espeso, porque habrá muchos cordobeses que se sentirán molestos cuando Giacomino deba desviar cantidades crecientes de sus impuestos, hacia el SUOEM, la CRESE o la TAMSE, descuidando otros servicios que muchos estiman como de necesaria prestación.
De verificarse la ocurrencia de esta circunstancia, las iras de los vecinos se dirigirán contra el intendente, porque García, fiel al estilo “yo no hice nada” (con las palmas de las manos adecuadamente vueltas hacia delante) ignorará las relaciones de causa - efecto que su gestión (o falta de ella) producirá en la empresa municipal. Llegado a esta eventualidad, Giacomino tal vez descubra que su improvisado empresario se convierta, si las cosas no funcionan como deben, en su inesperado acusador ya que, conforme la experiencia acumulada, cuando algún progresista naufraga en la gestión encomendada, suele culpar al gobernante de su fracaso. Total, el socialista siempre podrá volver a la planta permanente, protegido por Rubén Daniele de las inclemencias de la política. García tiene su plan B, mientras que el que pagará los platos rotos bien podría ser su mentor.
El Estado empresario siempre ha sido un fracaso en la Argentina, pero jugar al empresario puede costarle caro a la ciudad. Giacomino debería tenerlo siempre presente. Si es que la Justicia no le hace antes.
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La empresa del señor García
Nadie podría, en principio, acusar a Daniel Giacomino de ser un improvisado en el arte de gestionar. Sus antecedentes al frente del Laboratorio de Hemoderivados de la UNC y sus primeras medidas ante el desastre heredado de Luis Juez así parecerían sugerirlo. Sin embargo, la decisión de poner como titular de CRESE al ex diputado Eduardo García parecería contradecir tal percepción.
Consultado por LA MAÑANA del porqué de tal incendiaria decisión, el intendente se limitó a explicar, con enigmático laconismo, que el designado presidente “tiene sus conocimientos en el tema de ambiente”. El problema que también los tenía Picolotti, y así le fue a la Secretaría de Ambiente de la Nación.
Claro es que su historial inmediato en la materia también podría ser puesto en tela de juicio, al menos desde la perspectiva de la humorada informada. En este sentido, la técnica que parecería dominar García para el tratamiento de los residuos urbanos se encontraría claramente atrasada con respecto al del enterramiento sanitario, pues ya hace mucho que los municipios han abandonado la modalidad de quema de basurales a cielo abierto como solución al problema. Incendiar los residuos contamina al ambiente, lo que contradeciría los antecedentes invocados del dirigente.
Jugar al empresario
Mucho se teme que Giacomino se esté metiendo en un gran problema con su flamante designación, puesto que el señor García estaría inhabilitado para ejercer tal responsabilidad en función de la inminente elevación a juicio de la causa por el incendio provocado en el Parque de las Naciones el 10 de noviembre de 2002, hecho que lo tiene entre uno de los principales imputados. La Carta Orgánica parece señalar un impedimento para que asuma al frente de CRESE, por lo que el intendente podría sufrir un gran desgaste tratando de justificar algo que, a priori, parece violar el ordenamiento jurídico de la ciudad, prescindiendo del disgusto moral que produce que esta persona pueda aún permanecer en la consideración pública de algún mandatario.
Pero, aun cuando se pretendiera minimizar la inconducta que supone incendiar una propiedad ajena, Giacomino debería reflexionar qué significa el gestionar una empresa que, si bien de capitales públicos, debe respetar las inexorables reglas de la economía y los burgueses conceptos de costos, eficiencia, pérdidas y ganancias.
En este punto, la designación del señor García es pintoresca. Más allá de sus supuestos antecedentes en temas ecológicos, CRESE no será una repartición pública encargada de generar políticas medioambientales. Su misión será recoger la basura y disponer de ella, reciclándola eventualmente.
Aunque muchos se hagan los distraídos, CRESE deberá adquirir vehículos, lidiar con el gremio de camioneros, cumplir frecuencias, brindar un buen servicio y mostrar balances razonables. Con estas exigencias en miras cuesta pensar que el flamígero ex diputado sea la persona indicada para liderar el nacimiento y desarrollo de la empresa. Si se soslaya su cargo en la planta permanente de la Municipalidad (es sabido que el progresismo es muy dado a asegurar sus aventuras personales mediante alguno que otro puesto vitalicio), el hombre nunca ha tenido responsabilidades verificables en el complejo oficio de tomar decisiones comerciales. Por el contrario, sus antecedentes legislativos lo ponen del lado de los que siempre han demandado redistribuir la riqueza, no de quienes la han creado.
Esto no resulta de ningún modo intrascendente dado que, en su futuro rol de empresario, deberá intentar hacer viable económicamente una criatura que, como se sabe, ha nacido del espanto antes que de la convicción. En tales funciones probablemente deba luchar contra el gremio respectivo, fijar salarios que el presupuesto pueda pagar, propiciar tarifas basadas en costos e intentar algún esquema de premios y castigos, despidos incluidos. Todo demasiado capitalista como para que se confíe en las habilidades de este dirigente.
Insistir en la cuestión de la potencial eficiencia o ineficiencia de García como empresario dista de ser un ejercicio teorético. Todo el mundo asume que CRESE nació para ser deficitaria. El problema no es -entonces- su éxito económico, sino cuánto deberá aportar el tesoro municipal para sufragar su déficit. Es el “quantum” de lo que deberá poner el municipio lo que debe preocupar a los que hoy miran para otro lado con su exótica designación.
Incendio heredado de Juez
Porque, a no hacerse ilusiones: si el señor García continúa el incendio heredado por Juez en el tema de higiene urbana (se ruega disculpar la analogía ígnea) el intendente deberá seguir sacando plata del alumbrado, los baches y los yuyos para mantener a CRESE, del mismo modo que viene haciéndolo con TAMSE. Y aquí es donde el asunto se pone espeso, porque habrá muchos cordobeses que se sentirán molestos cuando Giacomino deba desviar cantidades crecientes de sus impuestos, hacia el SUOEM, la CRESE o la TAMSE, descuidando otros servicios que muchos estiman como de necesaria prestación.
De verificarse la ocurrencia de esta circunstancia, las iras de los vecinos se dirigirán contra el intendente, porque García, fiel al estilo “yo no hice nada” (con las palmas de las manos adecuadamente vueltas hacia delante) ignorará las relaciones de causa - efecto que su gestión (o falta de ella) producirá en la empresa municipal. Llegado a esta eventualidad, Giacomino tal vez descubra que su improvisado empresario se convierta, si las cosas no funcionan como deben, en su inesperado acusador ya que, conforme la experiencia acumulada, cuando algún progresista naufraga en la gestión encomendada, suele culpar al gobernante de su fracaso. Total, el socialista siempre podrá volver a la planta permanente, protegido por Rubén Daniele de las inclemencias de la política. García tiene su plan B, mientras que el que pagará los platos rotos bien podría ser su mentor.
El Estado empresario siempre ha sido un fracaso en la Argentina, pero jugar al empresario puede costarle caro a la ciudad. Giacomino debería tenerlo siempre presente. Si es que la Justicia no le hace antes.
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