9 jul 2021

Adviernte sobre presencia de mercurio y arsénico en peces

El Diario de Villa María (09/07/2021)
Un estudio importante, que no debe causar pánico en la población

La Universidad Nacional de Córdoba publicó un estudio bajo el título de “Las concentraciones de mercurio y arsénico en peces del embalse Río Tercero podrían afectar la salud de quienes los consumen”
“La ingesta frecuente de tararira, pejerrey, dientudo, bagre o mojarras provenientes del embalse Río Tercero representa un posible riesgo toxicológico para las personas, especialmente por la marcada presencia de mercurio y arsénico, cuyos niveles estuvieron por encima de la dosis de consumo permitida por día, según estándares internacionales”, dice el artículo periodístico publicado en el portan UniCiencia de la casa de altos estudios.
Puntualiza que “el dato es resultado de un estudio pionero en ese reservorio de agua dulce, llevado adelante por Paola Garnero y María de los Angeles Bistoni, ambas investigadoras del Instituto de Diversidad y Ecología Animal (IDEA - UNC/Conicet), y Magdalena Monferrán, del Centro de Investigaciones en Bioquímica Clínica e Inmunología (Cibici - UNC/Conicet)”.
Indica además que “el trabajo examinó la concentración de aluminio, cromo, estroncio, cadmio, níquel, plomo, selenio, mercurio (metales y metaloides) y arsénico”, para agregar que “con esos datos trazó distintas evaluaciones de riesgo, determinadas por estándares internacionales de consumo, como la ingesta diaria admitida, el consumo de pescado a lo largo de la vida, y el riesgo carcinogénico (en el caso específico del arsénico)”.
Señala que “el hallazgo de esos elementos químicos, como sucede en otros embalses y ríos de la provincia de Córdoba, enciende una alerta porque se trata de contaminantes inorgánicos que no se degradan”.
“Los metales ingresan a los cuerpos de agua, y pueden encontrarse en el material en suspensión o depositarse en los sedimentos, y desde allí ser una fuente de alimentación de la fauna”, explica.
Más adelante informa que “para analizar la concentración de elementos químicos se llevaron a cabo dos campañas de muestreo; la primera en julio de 2014, considerada estación seca, y la segunda en marzo de 2015, durante la estación húmeda”.
Dice también que “el pescado es un componente valioso para la dieta humana. Sin embargo, en estas condiciones su consumo debe limitarse, ya que constituye una amenaza para la salud, principalmente para la población aledaña a la zona afectada por ser la que más usa estos alimentos”.
Admite que “los resultados de este trabajo son un punto de partida para estudios adicionales” y afirma que “con esta investigación no pretendemos alarmar a la población o desalentar la ingesta de este nutriente, sino realizar un aporte valioso para advertir sobre la contaminación y desarrollar políticas preventivas y paliativas. Siempre resulta fundamental conocer lo que vamos a comer para cuidar nuestra salud”.

Sumando voces
El Diario, que en las últimas décadas ha publicado diferentes trabajos relacionados a la temática -como el realizado desde la Fundación Ctalamochita que en 2020 también encontró una gran cantidad de peces muertos por contaminación a la altura de Río Tercero-, inició ayer mismo una serie de consultas para profundizar en la materia. La primera de ellas vuelve sobre el último punto de la publicación de la UNC (“con esta investigación no pretendemos alarmar a la población”).
En efecto, el primer especialista consultado, ligado al sector público, no quiso entrar en una polémica interinstitucional, pero comentó que “sería interesante saber cuáles eran los valores de mercurio, arsénico y otros elementos químicos tenían los peces del embalse hace 10 años, hace 15 años y hace 20 años, como sería igualmente importante conocer si hay un estudio epidemiológico; algún dato sobre alguna persona que haya sufrido algún efecto nocivo por haber ingerido esos peces en determinada cantidad”.
“Por lo que puedo ver, no hay una línea de base, que es más que necesaria. Sí es verdad que las rocas de las Sierras de Córdoba son de las más viejas que existen en el país, que tienen esos elementos, que el arrastre del agua los lleva y los deposita en los fondos de ese espejo de agua, que no es natural. También es cierto que entre las nombradas hay especies barreras, que andan por abajo y seguramente incorporan esos elementos. Eso pasa desde hace decenas de años y sería bueno conocer si los organismos de los lugareños se han adaptado a consumir esas especies... En el Altiplano, por ejemplo, el aire contiene partículas que nos hacen perder los sentidos, mientras que los lugareños bailan, corren..., hacen su vida normalmente”, abundó.
Y dijo finalmente que “son bienvenidos todos los estudios que pueden mejorar nuestra calidad de vida, más todavía si se acepta que pueden ser un punto de partida para ir en busca de mayores certezas y de alarmar a la población”.

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