13 jun 2011

La Capital tiene 712 sitios arqueológicos

Día a Día (13/06/2011)
La ciudad tiene 712 sitios arqueológicos

Son lugares donde hay bienes con ese valor. Se concentran en el microcentro. Una herramienta digital mide el grado de riesgo que corren.
La ciudad de Córdoba acumula cuatro siglos de historia desde su fundación, a manos españolas. Y un pasado de cientos de años antes de eso, mientras diversas poblaciones disfrutaron del valle del río Suquía y su bonanza de entonces.
Hay una cuota de esa historia retenida en el patrimonio arquitectónico que la ciudad exhibe sobre tierra, orgullosa, por ejemplo, en su centro histórico. La otra mitad casi no se ve, se ha explorado poco y en esa medida se conoce: permanece en el subsuelo, debajo de la urbe que hoy habitamos, en al menos 712 sitios arqueológicos localizados por los especialistas luego de años de investigación.
Se trata de lugares donde se supone el subsuelo guarda bienes arqueológicos, algo que se deduce porque en la superficie hubo ocupaciones a lo largo de la historia de la ciudad (hasta el año 1.900, el límite temporal adoptado por los investigadores) o porque ya se realizaron excavaciones en las que se dio con algunos elementos.
Esa es la información que compendia la Carta de Riesgo Arqueológico de la ciudad de Córdoba, una herramienta desarrollada y perfeccionada por investigadores de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) que ahora deberá ser consultada por el municipio antes de autorizar obras en el subsuelo de las 41 manzanas del microcentro. Al menos a eso obliga la ordenanza aprobada semanas atrás por el Concejo Deliberante.
La Carta de Riesgo Arqueológico es en realidad una herramienta que aplica el uso de sistemas de información geográfica al mapeo, con fines proteccionistas, del patrimonio arqueológico de la ciudad. Su última versión fue desarrollada por cuatro investigadores de la UNC, que a su vez tomaron como base un trabajo similar del año 2000 realizado por Diego Rivero, entre otras fuentes.
Este “mapa arqueológico” de la ciudad cruza la localización de los 712 sitios mencionados con numerosas variables (sociales, ambientales, urbanísticas y otras), a los fines de medir el nivel de riesgo que corren y poder tomar medidas al respecto.
Así, establece tres niveles de riesgo de los bienes arqueológicos en la ciudad: mínimo, moderado y máximo. Fuera de eso, están las zonas “liberadas” del ejido, aquellas donde hasta el momento no se registran indicios de patrimonio arqueológico.
Centro en rojo. El subsuelo de las 41 manzanas del casco céntrico de la ciudad (esas cuyo subsuelo se abrió a construcciones semanas atrás), de parte de barrio Observatorio y Los Andes, y de las barriadas de San Vicente, Maldonado y Empalme, es el catalogado como de “riesgo máximo” en la ciudad.
Eso significa que en esas áreas existió intensa actividad humana permanente en el pasado y por tanto hay altas chances de que queden restos de ella bajo tierra y que, a la vez, allí confluyen diversos factores que pueden dañar los vestigios.
Por ejemplo, cauces de agua con posibilidad de desborde, alta actividad de tránsito, niveles de contaminación mayores a los registrados en otras zonas de la capital, e intenso desarrollo urbano y construcción, entre otros.
En el nivel de amenaza que le sigue (riesgo moderado), se localiza el área que rodea al caso céntrico (pericentro, incluyendo todo Alberdi), San Vicente y Bajo General Paz. Estas áreas se suponen menos densas en la antigüedad que las de la primera categoría o, en algunos casos, se trata de lugares donde se presume hubo ocupaciones pero nunca se investigó al respecto. Los factores dañinos para el patrimonio arqueológico actúan en forma algo más moderada que en el nivel anterior.
El resto de los bienes (riesgo mínimo) se halla en la zona de Providencia (un sector cercano al río Suquía), Marechal y Alto Alberdi (en torno a la zona del Cementerio San Jerónimo), Villa Belgrano y Pueyrredón.

La ordenanza debería mejorar el mapa
Aunque no es la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) la encargada legal de tutelar el patrimonio arqueológico de Córdoba (la responsabilidad central es de la Provincia, y hay deberes municipales y nacionales), es en su Museo de Antropología donde se concentra la investigación en la materia y la mayor dotación de arqueólogos.
De hecho, es su equipo de “arqueología de rescate” el que viene interviniendo desde 2002 en los sitios donde aparecen bienes. “Las cosas se descubren porque actúa algún factor climático (por ejemplo, una gran lluvia que produce un desplazamiento de tierra, etc.) o en excavaciones cuyos responsable nos avisan”, señaló la directora del museo, Roxana Cattáneo.
Esta clase de actitud es minoritaria, explica la especialista, ya que la mayoría de los obreros están “instruidos” por los desarrollistas o responsables de obra a no dar aviso cuando aparece patrimonio arqueológico. Aunque se trata de una conducta reñida con la ley, el principal “temor” es que la intervención de los arqueólogos demore los trabajos, u obligue a cambiarlos. El problema es que esa situación está dejando a los cordobeses sin rastros de su pasado, y limitando con eso el camino para reconstruir en forma más certera su historia y explorar su identidad.
La nueva normativa municipal vigente en las 41 manzanas fundacionales de la ciudad, las más ricas en materia arqueológica, saneará en algo esa situación. “Ahora el municipio debería darnos participación, ya que se tiene que hacer un examen arqueológico previo a cualquier obra en esa zona y, hasta donde sé, no tiene arqueólogos en su plantel”, señaló Cattáneo. La normativa prevé además que se tome como referencia la información de la Carta de Riesgo Arqueológico de la ciudad y que, a su vez, ese mapa se vaya enriqueciendo y mejorando con los datos que se consigan en nuevas excavaciones.
Cattáneo explicó que la exploración previa a un proyecto edilicio arranca con análisis de los datos conocidos para esa área, y luego con “sondeos” en terreno: pequeños pozos que, según con lo que se topen, se amplían o no. “Hay tecnología para trabajar y los arqueólogos saben cómo hacerlo, no es algo reñido ni contradictorio con el desarrollo urbano”, señaló.

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