3 oct 2023

Proeza en educación ambiental de un profesor de música

 


La Voz del Interior - Edición Electrónica (03/10/2023)
El profe cordobés que le canta a la tierra junto a sus alumnos y sumó a 500 músicos famosos

Desde hace seis años, Ramiro lleva adelante un proyecto que involucra a escuelas rurales y a personalidades de todo el mundo. Descubrí la historia.
Desde hace 15 años, Ramiro Lezcano se dedica a compartir sus conocimientos sobre música en escuelas rurales del interior de Córdoba, muchas veces ad honorem. Con una pasión titánica por el rock argentino, fue llevando de a poco el estilo a las aulas con niñas y niños de todas las edades en San Marcos Sud, Saira y Chilibroste.
Ese amor por la música hizo que realizara propuestas educativas un poco particulares. Comenzó a llevar cada 20 días un disco vinilo o un CD para escucharlo de principio a fin junto con sus alumnos, con el fin de “escribir qué les trasmitía el disco”. En medio de esas ideas, en 2017 apareció la iniciativa de escribir y grabar una canción con sus estudiantes sobre diversas problemáticas ambientales.
“Empecé a dar clases en esa región y nos dimos cuenta de que había situaciones ambientales problemáticas que nos tocaban directamente desde la realidad, como los desmontes masivos y las fumigaciones con agrotóxicos”, cuenta Ramiro.
Y agrega: “Les planteé a mis alumnos transformar esa angustia en arte. Empezamos a escribir y a tirar ideas para una primera canción. La compusimos en un ejercicio de escritura colectiva entre seis escuelas, yo llevé mi estudio portátil a cada una y la grabamos”.

Canciones urgentes para mi Tierra
Ramiro dice que su idea original era pasar la canción en la radio de los pueblos, pero en una de esas tantas clases, escuchando discos y vinilos, un alumno de segundo grado le hizo una propuesta. “Me preguntó por qué no invitábamos a cantar nuestra canción a ese artista que habían escuchado la semana pasada”, rememora el docente.
Se trataba del cantautor cubano Pablo Milanés cantando junto a Silvio Rodríguez. “Ese alumno quería que yo invitara a Pablo a cantar nuestra canción. Por supuesto que mi respuesta inmediata fue decirle que no, que Pablo no era mi amigo, ni ninguno de los cantantes que habían escuchado”, indica el hombre.
Luego de esa escena, el docente volvió a su casa con una sensación “bastante amarga”. “Me preguntaba sobre el porqué le cerré una ventana sin darle la oportunidad, por lo menos, de soñar con eso. Creo que es porque los adultos hemos perdido la capacidad de soñar, y los niños y las niñas, por suerte, no”, reflexiona.
Fue en ese instante que nació un proyecto artístico y educativo de una magnitud inimaginable.

El principio de un camino sin fin
A la semana siguiente, Ramiro volvió a la escuela con la idea de armar una pancarta con sus alumnos para invitar a Pablo Milanés a que se sumara a su canción “Nos sacamos una foto frente a la escuela, habremos sido unas ocho personas. Yo quería que ese alumno viera que yo por lo menos lo había intentado”, indica.
Tras esto, se puso en la búsqueda de algún contacto directo con Milanés. Se encontró con un perfil de Facebook, al cual envió un mensaje con la letra de la canción, la música y esa fotografía que se habían tomado. “Yo no tenía expectativas, pero a los 10 días me llamó Pablo desde México, donde estaba de gira. Yo todavía no lo puedo creer, pensaba que era una joda”, relata.
“Pero efectivamente era Pablo. Me dijo: ‘Mirá, yo no sé quién sos, ni quiénes son tus alumnos, pero me gustó la canción. Llego a La Habana y la grabo’. Yo no se lo dije a nadie, porque realmente no podía creerlo y me costaba creer que era verdad”, narra Lezcano.
A los tres días de esa llamada, le llegó un correo de Milanés en el cual le enviaba la grabación. Lo primero que hizo Ramiro fue contárselo a sus alumnos. Ese chico de segundo grado que tuvo la idea se levantó y le dijo: “Profe, ¿viste que iba a grabar?”.
“Ese fue el principio de esto. Y también fue un aprendizaje para mí, para escucharlos y darles entidad a sus sueños y a sus utopías, que nosotros muchas veces las perdemos por cuestiones de la vida”, sostiene.

Por más sueños en conjunto
“Tenemos que seguir soñando”. Esa fue la frase que les dijo a sus estudiantes para continuar invitando a músicos y a artistas para que se sumen al proyecto, al cual llamaron Canciones urgentes para mi Tierra. Luego de Milanés, llegó Zeta Bosio, de Soda Stereo.
Tras Zeta se sumaron Miguel y Fabiana Cantilo, Jairo, Dyango, y más de un centenar de artistas que integraron la primera canción del proyecto. “Esto nos llevó a empezar a componer canciones que no sólo abordaran problemáticas ambientales próximas a nuestro ámbito, sino tratando de entender el fenómeno como algo mundial”, explica.
Cuando el producto estaba casi terminado, Ramiro les enseñó a sus alumnos que se trataba de un disco conceptual porque contenía un hilo conductor que iba uniendo todas las canciones entre sí.
Ahí, un alumno le preguntó a qué se refería con “disco conceptual”. La respuesta del docente fue brindarle algunos ejemplos, uno de ellos fue el álbum The Wall, de Pink Floyd, y otra de las alumnas le pidió escucharlo.
“Puse el disco y el aleatorio de YouTube siguió pasando a otras canciones, y nos llevó a El lado oscuro de la luna, que es un tema maravilloso, pero que no tiene letra, sino que hay un grito constante”, señala. Asimismo, recuerda que otra niña le preguntó por la corista que se escuchaba y, como al inicio de todo, le hizo otra vez la pregunta: “¿Por qué no la invitamos a cantar con nosotros?”.
Y como la primera vez, Ramiro se negó. “Fue mi segundo no, le dije que Pink Floyd ya no existía, que sus miembros estaban separados. Yo me volví a casa con la misma sensación del primer día. No podía cometer el error de no darle aunque sea la oportunidad”, enfatiza.

La llegada internacional
Nuevamente armaron carteles, se fotografiaron y salieron a la búsqueda de la famosa corista, llamada Durga McBroom, por las redes sociales. Tal como ocurrió con Pablo Milanés, el profesor le escribió por Facebook a la mujer para contarle sobre el proyecto e invitarla a participar.
A los dos días le respondió que estaba de gira por Roma, pero que le había encantado la idea, y que estaba con la corista de Mick Jagger, Jean McClain, quien también se iba a sumar.
“Me dijo: ‘Mandame la canción y conseguime un estudio de grabación en Roma, estoy por dos días más’. No lo podía creer. Así que buscamos una canción para que grabara y empezamos a buscar estudios en Roma”, dice Ramiro.
En este sentido, continúa: “Mandamos como 20 correos y uno contestó porque tenía antepasados que habían venido a Argentina. A los dos días me llegaron las voces de Durga McBroom y de Jean McClain cantando una canción de nuestro proyecto en inglés”.

La solidaridad de artistas, técnicos, ingenieros y diseñadores
Desde el inicio de Canciones urgentes para mi Tierra pasaron seis años, 24 escuelas rurales, más de 160 niños cantores, 30 canciones, más de 60 estudios de grabación, 35 ingenieros de sonido, 46 dibujantes y 350 artistas musicales.
La propuesta tuvo un alcance internacional, ya que escuelas de Bolivia y de México se contactaron con Ramiro para grabar canciones. Lo mismo se replicó con escuelas de otras provincias de Argentina, con grabaciones en quechua y en guaraní.
La convocatoria de músicos y artistas fue “toda una travesía” por la cantidad de mensajes que el docente tuvo que enviar. “Fuimos dando con artistas de Argentina, de la gran América y de todo el mundo. Hubo una segunda cadena de casi 70 estudios de grabación de distintas partes del mundo donde intervinieron más de 30 ingenieros de audio”, dice.
Por otra parte, a partir de la idea de sus alumnos, invitaron a un montón de diseñadores, dibujantes e ilustradores para retratar la tapa del disco y la portada de cada canción. Así, formaron una especie de “libro disco”, donde se describe la creación de cada canción.
Actualmente, se encuentra grabando un segundo álbum, en el cual participan más de 200 músicos. De esta forma, todo el proyecto ya alberga a más de 500 artistas, entre los que se destacan Abel Pintos, Miguel Cantilo, Roxana Carabajal, Lito Nebbia, Raly Barrionuevo, Lito Vitale, León Gieco, Alejandro Lerner, Trueno, Nicky Nicole y Residente, con quien grabará una canción en escuelas de la selva colombiana.

El futuro soñado ya llegó
Las próximas actividades del proyecto aluden a cierta magnitud y crecimiento. Desde hace cuatro años, una productora de Buenos Aires “sigue” a Ramiro en todo su camino. “Cada 15 días viajan a Córdoba y van retratando de manera narrativa, pero en formato de documental lo que ocurre en el aula”, afirma el docente.
La película terminará de grabarse en noviembre y existen posibilidades de que pueda estrenarse en alguna plataforma de streaming.
“Este proyecto no tiene antecedentes en Argentina ni en América. Esto nace en el interior del interior, y hoy el cambio climático está tocando la puerta de todos, nos está interpelando y acá están las infancias con sus voces para contribuir a esta nueva conciencia ambiental”, reflexiona Ramiro.

Dos pasiones en una: enseñar con música
Los pasos de Ramiro en las escuelas rurales comenzaron hace muchos años, cuando se aventuró a enseñar en una institución a la que asistían “los echados” de otros colegios, con problemas de diversos tipos. En la primera clase, nadie le prestó atención, no le hablaban y hasta le habían robado el celular.
Pero todo cambió la segunda vez que se encontró con ellos. Decidió llevar su guitarra y ponerse a tocar durante toda la hora de clase. De esta forma, de a poco fue ganándose la confianza de sus alumnos, quienes hasta se animaron a confesarse sobre sus sentimientos y pesares. También este acercamiento hizo que uno de ellos le devolviera el teléfono.
“Fue un gran gesto, pero a mí no me importaba el teléfono. Desde esa vez, empecé a quedarme desde las seis de la mañana hasta las seis de la tarde”, recuerda.
Además de dar clases, Ramiro brinda capacitaciones a otros maestros. Es así que un día, cuando viajaba con un colega, fueron parados en la ruta por oficiales de Gendarmería y de la Policía porque el auto estaba “flojo de papeles”. Cuando estaban por avisar a la escuela que no llegarían a tiempo a la charla, un oficial les hizo señas para que continuaran viaje. “Mi colega, Martín, empezó a dudar. Decía: ‘Esto se parece al auto de Los Picapiedras, están parando a autos de alta gama y a nosotros no, voy a ir a preguntar’. No vayas, le decía yo”, relata Ramiro.
Cuando su colega volvió al auto, le comentó que los dejaban pasar porque el oficial a cargo del operativo lo conocía a Ramiro, porque él había sido su profesor en la escuela rural y le había enseñado canciones. “Ese señor que está en el auto me enseñó el valor supremo de la libertad, y quiero que siga haciéndolo”, dijo aquel alumno de aquella primera escuela.
“Ese policía se acordaba de su profe de música, se acordaba de la canción. Pero yo no me voy a acordar de su cara, porque los docentes vivimos corriendo, en un mundo alocado y bastante siniestro por momentos. Y a veces perdemos de vista que con un abrazo, con una palmada, con un libro o con una canción le podemos cambiar no solo el día a ese niño, sino también mostrarle que los sueños se pueden cumplir”, cierra el docente.
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