La Voz del Interior (16/01/2022)
Prevención y responsabilidad ante incendios y sequías

Todo los niveles de gobierno y la ciudadanía en general deben estar atentos para no generar nuevos desastres ambientales por culpa del fuego y el calor.
Dos factores confluyen por estos días para mantener las alertas respecto de los incendios forestales en la provincia de Córdoba. Uno de ellos es la falta de lluvias, lo cual prolonga la época de sequía. Por otro lado, la enorme afluencia de turistas en las zonas serranas potencia la posibilidad de que algún fuego mal apagado (o encendido en lugares prohibidos) active la llama que se propagará para consumir miles de hectáreas.
Situaciones complicadas que motivaron la declaración de emergencia ígnea en todo el país, en función de la cantidad de siniestros de estas características que se vienen produciendo en distintas regiones. La medida dispuesta por el Gobierno nacional tendrá vigencia por un año.
Los cuidados deben ser extremos. Sin lluvias los suelos no se humedecen y los pastizales se transforman en combustible para avivar las llamas.
Los gobiernos municipales de las localidades más visitadas por la ola turística tienen la misión de controlar que nada se desmadre. Y el público deberá acatar las disposiciones y obrar con responsabilidad de modo que una jornada de esparcimiento no termine en un desastre ambiental.
Del mismo modo, el Gobierno de Córdoba tendrá que mantenerse en alerta, en sintonía con la emergencia nacional.
Se trata de actuar de consuno en momentos de alta complejidad y dejar de lado las diferencias políticas.
Claro que, como bien dijo el secretario nacional de Control y Monitoreo Ambiental, Sergio Federovisky, habrá que tener disponibilidad de recursos humanos y materiales para hacer frente a las contingencias.
Córdoba conoce muchos estos avatares ambientales y es de esperar que las renovadas acechanzas incendiarias no sorprendan con la guardia baja a los funcionarios de las áreas pertinentes. En rigor, la provincia presenta riesgos permanentes de incendios de campos y de montes nativos, lo cual amerita vigilancia todo el año.
La sequía es otro fenómeno a tener en cuenta. La crisis hídrica afecta la sustentabilidad de lagos y ríos que abastecen el consumo domiciliario en numerosas localidades, entre ellas, las densamente pobladas del corredor de las Sierras Chicas.
Otro llamado de atención a la irresponsabilidad individual de muchos vecinos que hacen un uso desmedido del agua de la red potable. Ya no sólo en las áreas serranas, sino también en la ciudad de Córdoba, donde es habitual observar el derroche con mangueras abiertas a tiempo completo para regar jardines, lavar veredas abastecer piscinas.
Habrá que asumir que el mundo ha cambiado y que el clima generoso y amigable de tiempos inmemoriales ya no es lo que era. Fuego, falta de agua y temperaturas agobiantes dominan los nuevos escenarios, tanto en las Sierras como en el cemento de las grandes urbes. La impericia humana y las políticas desacertadas del Estado pueden ahondar el problema hasta niveles insospechados.
Nadie puede sustraerse de las advertencias sobre riesgo de incendios como de escasez de agua. Mirar para otro lado es la peor de las recetas.
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