18 ene 2022

Aves afectadas por el cambio de uso de suelo en Sierras Chicas

 


La Voz del Interior (18/01/2022)
Un estudio advierte sobre la pérdida de aves en las sierras de Córdoba y avanza sobre las razones

Una investigación del Instituto Gulich determinó cómo los cambios en el uso del suelo –por deforestación, por incendios y por urbanización– impactaron en la biodiversidad en las últimas tres décadas en la región de las Sierras Chicas.
Los cambios en la estructura y en la cobertura de los suelos producidos en los últimos 30 años en la región de las Sierras Chicas, en el centro de la provincia de Córdoba, estarían afectando a las comunidades de aves, especialmente a las que dependen de los recursos que brinda el bosque nativo.
El avance de la urbanización, el desmonte, los recurrentes incendios y la invasión de árboles exóticos tendrían directa relación con ese fenómeno.
Esta tendencia podría acentuarse en los próximos años, a menos que se pongan en marcha estrategias de manejo para conservar y restaurar el monte autóctono en la zona y que se implementen medidas de planeamiento urbano.
Estas son algunas de las conclusiones a las que arribó una investigación del Instituto de Altos Estudios Espaciales Mario Gulich, que depende de la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (Conae) y de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC).
El trabajo, publicado por el Ministerio de Ciencias, Tecnología e Innovación, estuvo a cargo de Luna Silvetti, becaria doctoral del Conicet, bajo la dirección de Laura Bellis (Conicet) y de Gregorio Gavier (Inta), en el marco del Doctorado de Ciencias Biológicas, de la UNC.
El informe se concentró en el área del cordón serrano que une (o separa) el departamento Colón del de Punilla.
“El estudio contempló tres grupos de aves residentes de las sierras, según sus hábitos más característicos: las especialistas de bosques (como el carpintero negro y el anambé común), que habitan principalmente en montes nativos; especies de arbustal (como el corbatita común y el pepitero de collar), que frecuentan hábitats más abiertos, y las aves generalistas (como el chingolo y el benteveo), que se adaptan a cualquier ambiente, ya sea urbano o de bosque”, cita el informe.
“Evaluamos cómo se modificó la configuración y la estructura del paisaje en los últimos 30 años mediante la realización de tres mapas de cobertura correspondientes a los años 1989, 2004 y 2019, sobre la base de imágenes captadas por satélites. Luego analizamos cómo esos cambios afectaron la biodiversidad con el aporte de datos tomados a campo”, explicó Silvetti.
Para obtener información a campo se realizaron diferentes puntos de muestreos en las zonas de bosque, entre Bajo de Olmos y La Calera. Allí se registró la cantidad y variedad de especies de aves, y se tomaron datos de la estructura del bosque y de la cantidad de especies nativas, así como de la cobertura del dosel (capa superior de un bosque) y del suelo, entre otros aspectos.

Resultados
Entre las conclusiones de la investigación, se advierte que “las especies especialistas de bosques, que son muy sensibles al disturbio humano y a los cambios en el uso del suelo, disminuyeron su presencia en zonas de las sierras donde se expanden los conglomerados urbanos y donde el bosque nativo fue desplazado por especies exóticas, como el siempreverde y la acacia negra”.
“El avance de estas especies vegetales invasoras modificó la cobertura y la estructura del bosque disminuyendo el estrato medio (sotobosque) y haciéndolo más cerrado, dificultando el ingreso de la luz y el acceso a recursos que son básicos para estas aves. Estos cambios no sólo han perjudicado la presencia de aves especialistas, sino también las de arbustal, ya que se alimentan y nidifican en arbustos del estrato medio del bosque, siendo un hábitat clave para su supervivencia. En cuanto a las generalistas, si bien se benefician con la presencia de bosque nativo, no se ven tan afectadas por otros tipos de cobertura e incluso podrían aumentar su presencia porque se adaptan fácilmente a cualquier tipo de ambiente”, detalló Silvetti.
La investigación también tuvo en cuenta la “deuda de extinción”, un concepto de la ecología referido al tiempo en el que las especies responden a un cambio en la configuración del paisaje.
“Muchas veces hay especies que, pese a un disturbio, no desaparecen inmediatamente, sino que tienen un retraso de tiempo hasta extinguirse a nivel local. Estas extinciones futuras se denominan ‘deuda de extinción’ y lo podemos determinar de acuerdo con si estas especies responden mejor a la configuración del paisaje pasado o del actual. Si responden al paisaje actual, significaría que están en equilibrio. Si en cambio responden mejor al pasado, significaría que potencialmente podrían extinguirse localmente, incluso si no hubiera nuevos disturbios”, advirtió el estudio.
En relación con este aspecto, las especies especialistas de bosque estarían en una deuda de extinción porque responderían mejor a paisajes pasados.
“En el mapa de cobertura de 2004 se observa que los bosques estaban más conectados a lo largo del corredor de las Sierras Chicas. Hoy sigue habiendo bosque, pero los incendios y el crecimiento de los árboles exóticos y de la urbanización provocaron que se fueran generando parches cada vez más alejados entre sí, y eso ha perjudicado a algunas especies de aves que necesitan grandes extensiones de bosque”, indicó.

Desafíos hacia adelante
El objetivo final del trabajo es generar una propuesta que ayude a evitar una mayor pérdida a futuro de estas comunidades de aves.
La idea es elaborar mapas con escenarios a 15 y a 30 años y proponer estrategias de manejo para frenar o revertir la situación actual de pérdida de biodiversidad, con un plan de ordenamiento territorial que contemple la conservación y restauración del bosque nativo, que trate de evitar la expansión de especies exóticas y la urbanización no planificada en el monte.
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