2 jun 2012

Investigador a favor de OGM pero contra el Glifosato

La Voz del Interior (02/06/2012)
"Soy defensor de los transgénicos"

Marcelo Desimone, el repatriado biólogo del Conicet y la UNC estudia la fisiología de la soja. Cree que las semillas modificadas son una herramienta científica y mejoran el rendimiento, pero critica el modelo de producción.
Marcelo Desimone enciende el mechero Bunsen para calentar la pava y cebar mates. En su laboratorio hay historia.
Desimone es biólogo especializado en fisiología vegetal. Es investigador de Conicet y la Universidad Nacional de Córdoba. Tras 19 años en Alemania, volvió a Córdoba en 2010. Estudia la soja y hace ciencia básica que en un futuro quizá sirva para hacer semillas transgénicas.
Prefiere decir lo que perdió como ciudadano alemán tras su vuelta, que lo que ganó por regresar a su patria: “Lo mío no es una vuelta. Es una nueva migración, por lo que prevalece lo que perdí”.
Y agrega: “Perdí cierto orden en la vida por el tránsito caótico que hay en Córdoba o la inseguridad y violencia en Argentina. Vivía en una casa del 1300 en Turingia en el medio de un sitio histórico. Perdí eso también. Sin embargo, estoy aquí investigando en un lugar que está lleno de historia. Todos los días miro el Monserrat, el Rectorado, la Academia Nacional de Ciencias y mi laboratorio y este escritorio donde trabajó Victorio Trippi, un pionero en mi disciplina”.
El laboratorio de Desimone es grande para lo que se ve en las instituciones criollas, pero está deteriorado. “Tiene problemas de seguridad laboral y lleva mucho tiempo solucionarlo”, advierte.
Está dentro de la Manzana Histórica, en la Facultad de Ciencias Exactas (Duarte Quirós y Vélez Sársfield).
La mesada con instrumentos de laboratorio será de la década de 1960. Antes el sitio fue un comedor. Victorio Trippi, uno de los fundadores de la fisiología vegetal, fue el que transformó el laboratorio para trabajar. Desimone realizó en este mismo lugar su tesis de grado que lo llevó a Alemania. ¿Acaso eso no es un regreso?

–¿Qué ciencia va a producir aquí?
–Voy a bajar los niveles de exigencia de lo que hacía en Europa. La investigación de punta requiere infraestructura por lo que no quiero frustrarme. Hay mucha otra ciencia que se puede hacer, que sirve para aprender cómo hacer ciencia.

–¿Cómo es eso?
Hacer cosas que no son tan competitivas pero que sirvan como proceso de aprendizaje para quienes se están formando. No es mi ambición seguir haciendo ciencia de punta. La idea es desarrollar pensamiento científico en las generaciones futuras.

–¿Qué investiga?
–Trabajé en fisiología del estrés en las plantas. Estudié la degradación de la proteína rubisco en los cloroplastos (donde ocurre la fotosíntesis) que fija el dióxido de carbono en las plantas, clave para el crecimiento vegetal. Luego investigué cómo se transportan las sustancias orgánicas con nitrógeno (aminoácidos y ureidos) por las diferentes partes de la planta. Esto es importante en la soja. La idea es trabajar esta línea, en soja y en no leguminosas.

–¿Qué aplicación tendría describir este mecanismo?
–Permite saber a qué parte de la planta y cuánto de las sustancias nitrogenadas va a ir a las semillas y a las hojas. Se podría manipular la planta para que lleve más nitrógeno al grano y de esta forma tener un semilla modificada con mayor proporción de aminoácidos y, por lo tanto, de proteínas. Cambiar la calidad del grano.

–¿Qué trajo al país que le permite investigar esto?
–Traje líneas de investigación propias, con experiencia y trabajos publicados. Además, desarrollé materiales que permiten seguir investigando. Por ejemplo, semillas mutantes y plantas con modificaciones genéticas que facilitan la investigación. Son un tesoro para mí.

–¿Cuál es el aspecto negativo de las producción de soja transgénica en el país?
–Soy un defensor de los transgénicos como una aproximación tecnológica para realizar ciencia y porque pueden mejorar la producción. Pero hay problemas en el sistema de producción. Todo lo que tiene un beneficio, tiene un riesgo. La sociedad debe decidir qué es lo que pesa más.

Glifosato

–¿Cuáles son esos riesgos?
–Hay que zanjar rápidamente la discusión de si el herbicida asociado a la soja transgénica (glifosato) es tóxico. La respuesta tiene que ser clara y urgente porque las críticas irracionales irán creciendo. Hay suficientes datos que hablan de una correlación entre la aparición de enfermedades en poblaciones cercanas a zonas de fumigación. Pero esta correlación no alcanza, hace falta una causalidad.

–En temas ambientales es difícil encontrar la causalidad. ¿Cómo se hace?
– Es lamentable que como científico no pueda decir si el glifosato es tóxico o no. Hay que ver qué podemos hacer ahora para que no siga avanzando esta duda. Hay que hacer experimentos de laboratorio para demostrar la vía de acción del glifosato y cómo actúa a nivel biológico. Lo esencial es saber qué dosis recibe una persona que está expuesta al herbicida. Tampoco se conoce cuáles son las dosis tóxicas ni cómo se acumula en el ambiente. El problema es que todos estos estudios debieron hacerse antes de que se aprobara su uso Argentina.

–Pero esos estudios se hicieron.
–Supuestamente sí. Se acusa a la empresa Monsanto, dueña de las patentes de estos productos, de ser juez y parte. Fue ella la que aportó la prueba de que no tenía efectos tóxicos. Y Monsanto no ha sido una empresa ejemplar. Fue el creador del agente naranja (causó 400 mil muertos y unos 500 mil nacimientos con malformaciones en Vietnam).

–¿Por qué los transgénicos son tan resistidos en Europa?
–Se dice que es cultural. Europa ha estado expuesta a guerras y crisis ambientales que frente a este tema hace que se generen reacciones más enérgicas y con más miedo. Pero no es toda la verdad. Sé por experiencias que las empresas europeas como BASF y Bayer se bajaron del negocio de los transgénicos porque no pueden competir con Monsanto (Estados Unidos). Estas empresas apoyan el discurso verde y anti transgénico como una estrategia de mercado. De esta forma, influyen en la opinión pública. Es excesiva la reacción europea por los transgénicos. Argentina debe esclarecer estas cuestiones para que la sociedad tome una decisión libre e informada sobre el tema.

El futuro de las semillas
Recién estamos viendo el comienzo de las semillas transgénicas. Hay muchas posibilidades de lograr alimentos más agradables o más sustanciosos, agregándole vitaminas u otros nutrientes. Otro objetivo es mejorar sus condiciones frente al estrés hídrico o de temperatura. En los próximos años quizá el clima cambie. Disponer de un cereal resistente sería de mucha utilidad.

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