3 jun 2010

Reciclan el plástico y lo venden como artesanías

La Voz del Interior (03/06/2010)
Reciclan el plástico en la villa y lo venden como artesanías



Tres mujeres de Villa Urquiza aprendieron a hilar la resina de los envases. Luego venden los productos.
No son discípulas de David Copperfield ni hicieron cursos de magia. Sin embargo, valiéndose de sus manos e imaginación, transforman las botellas plásticas en paneras, en cestos para la ropa sucia, en sombreros tipo Panamá, en muñecos articulados o en una sombrilla de tres metros de altura por tres de diámetro, entre otros productos.
Son tres artesanas de Villa Urquiza que aprendieron a hilar tiras de PET (resina plástica utilizada en la fabricación de envases) en talleres que organizaron dos arquitectos cordobeses comprometidos con la arquitectura bioclimática, la tecnología social, el diseño participativo y el reciclado de residuos, entre otros desafíos.
Pablo Capitanelli y Diego Dragotto (de ellos se trata) integran el estudio Quinua, el mismo que desarrolló hace varios años el proyecto de registro, rescate y promoción de la cestería como alternativa laboral en Copacabana, localidad del departamento Ischilín, 144 kilómetros al noroeste de la Capital provincial.
Estos profesionales convocaron a maestros tejedores de caranday, especie de palmera nativa de ese enclave, para enseñar esa técnica ancestral a quienes tuvieran ganas de descubrirla. Con ese propósito, organizaron actividades en Deán Funes y en tres asentamientos marginales de la ciudad de Córdoba, entre ellos, Villa Urquiza. Aquí, la Cooperativa de Carreros hizo de puente entre maestros y aprendices.
"Aprender a tejer con tiras plásticas me dio la posibilidad de trabajar en mi casa mientras cuidaba a los chicos", dice Fanny Agüero (36). "Al principio estuvo bueno porque hacía muchas cosas y las vendía rápido; juntaba unos pesitos que me venían bien para la comida y algunos gastos de la casa", cuenta esta mamá sola que vive con sus cuatro hijos en la villa de referencia, ubicada sobre la margen sur del Río Suquía, a la altura de Colón al 4.700.
"Ahora la cosa está muy parada", se lamenta. "Necesitaríamos un poco de apoyo para promocionar lo que hacemos y así poder recuperar esta fuente de trabajo", se ilusiona Fanny, quien también cumplió el rol de capacitadora dentro de la propuesta.
Lorena Castagno y Mercedes Cuello, vecinas de Villa Urquiza y también tejedoras urbanas, coinciden en la súplica.
Dos pájaros de un tiro. En el proyecto de tejido urbano, Capitanelli y Dragotto unieron dos líneas de trabajo: la de la promoción de la artesanía y el conocimiento popular con la del reciclado de basura. El primer paso hacia el objetivo fue la realización de talleres a cargo de cesteros de Copacabana en Deán Funes y en Córdoba. En esta ciudad se realizaron en la villa kilómetro 8, en la Cooperativa San José (barrio Maldonado) y en Villa Urquiza.
El símbolo de la iniciativa es una especie de paraguas gigante que diseñaron Quinua y el estudio Them, de Nueva York, y realizaron las tejedoras cordobesas. Se trata de una instalación de tres metros de alto por tres de boca que se exhibió en varios puntos de esta Capital.
Se la vio expuesta, por caso, en el Buen Pastor (durante la muestra del año pasado Basura x Arte), en la Casona Municipal y en la planta de una embotelladora de Camino a Monte Cristo.
Al mismo tiempo, con el propósito de fortalecer el posicionamiento de las tejedoras urbanas y generarles una fuente de trabajo, se desarrollaron talleres abiertos en los que las artesanas enseñaron la técnica al público en general.
"En este momento estamos buscando fondos para implementar la segunda etapa del proyecto, que consiste en la realización de diseños específicos para el tejido de PET", plantea Capitanelli. Ahora se copian los que se tejen en palma, aclara el arquitecto.
"Ojalá alguien nos dé una mano para que podemos volver a trabajar en esto que es tan bueno para nosotras", concluye Fanny Agüero.

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