4 may 2009

Sobran recursos, faltan ideas

La Mañana de Córdoba (04/05/2009)
Sobran recursos, faltan ideas

Bertrand Russell, una de las mentes más poderosas del siglo pasado, decía que en todas las actividades es saludable, de vez en cuando, poner un signo de interrogación sobre aquellas cosas que por mucho tiempo se han dado como seguras.
En la provincia de Córdoba, a lo largo de la última década, se han tratado de instalar una serie de verdades reveladas a la hora de resolver el problema del tratamiento de los residuos domiciliarios.
La autoría de estas revelaciones es aún tema de profundos debates entre ambientalistas poco informados, filósofos de sobremesa, funcionarios de primera línea o de última.
Sin embargo, si algo queda claro es, por un lado, que el tema del manejo de residuos es, de acuerdo a estudios realizados por la Universidad Católica de Córdoba y la Universidad Nacional de Córdoba, el que más aqueja y preocupa al conjunto de comunidades que conforman la provincia y, por el otro, que en la década pasada, más allá de los sesudos escritos, planos, mapas, publicidades acerca de los dogmas a los que hacíamos referencia, es poco o nada lo que se ha hecho en concreto para resolver la problemática.
En este pasado decenio de oscuridad y discurso inapelable, los hombres de ciencia y acción hemos necesitado una fuerte dosis de esperanza y valor para afrontar que nuestras opiniones no iban a ser tenidas en cuenta, o peor aún, ridiculizadas.
Pero ahora, la moneda parece mostrar otra cara, la época que estamos atravesando, signada por la queja permanente y la rebelión concreta de los ciudadanos víctimas de la inacción, nos ha proporcionado a muchos una confirmación de nuestros estudios.
Vemos que las cosas que describimos durante años como malas son realmente malas; conocemos más definitivamente que nunca la dirección en que los hombres de Estado deben moverse si una provincia mejor ha de surgir de estos años signados por la desidia y la creencia irracional en afirmaciones improbables e improbadas.
Y nos damos cuenta de que algo sucede ya, que lamentablemente tenemos que asistir a la confirmación de que nuestras aseveraciones eran correctas, cuando escuchamos o leemos que los proyectos faraónicos no se llevarán a cabo, aunque apene el hecho de que en lugar de reconocer el error, se culpe alegremente a los organismos internacionales que no están dispuestos a financiar la ilusión.
Lo importante es que hoy después de 10 años de andar azaroso nos encontramos con que es posible que se escuchen a los distintos actores, entre los que nos contamos. Debemos aclarar, nobleza obliga, que la nuestra sea sólo una en un universo de propuestas posibles.

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