18 may 2009

Basura razonable

La Voz del Interior (18/05/2009)
Basura razonable

La campaña de Crese bajo el lema “La basura que tirás cae en la ciudad” no resolverá por sí sola el problema de los residuos en la ciudad de Córdoba. Pero ayudará y mucho; sobre todo si, tras la concientización, se imponen sanciones.
En su cotidiano existir, el ser humano produce basura de manera natural. Algunas de sus actividades generan más desperdicios que otras y, cuando se trata de ciertos procesos productivos, son de tal volumen y calidad que requieren tratamientos específicos y esfuerzos considerables destinados a reducir su impacto ambiental.
Pero, en general, todos o casi todos sus actos, hasta los más domésticos –sobre todo en tiempos tan consumistas como los que nos toca vivir– tienden a aprovechar una parte de los objetos que se usan y a desechar otra.
La basura se convierte así, sobre todo en los grandes conglomerados urbanos, en un serio problema frente al cual son necesarias políticas específicas del Estado en todos sus niveles; en especial, en los municipios.
El manejo de semejantes volúmenes es complicado y requiere considerables inversiones que no siempre se realizan en tiempo y forma.
La ciudad de Córdoba ha vivido –sigue viviendo– episodios ingratos derivados precisamente de la imprevisión, de políticas erráticas y de cambios que, en la mayoría de los casos, tienen más que ver con el "negocio" que genera este servicio público que con sus objetivos básicos, que deben ser la salud pública, el cuidado del medio ambiente y la preservación y mejora de la calidad de vida de los ciudadanos.
Son conocidos los altos costos que debía afrontar la ciudad de Córdoba por los servicios privatizados de recolección de residuos y las dificultades que la Municipalidad atravesó para solventarlos, hasta que el sistema se cayó.
También hemos asistido hace poco a la protesta de los vecinos de la localidad de Bouwer,pocos kilómetros al sur de la Capital, donde funciona una planta procesadora de la basura de varios municipios de la provincia. El problema sigue abierto y con seguridad volverá a conmovernos cuando retornen las protestas u ocurra algún suceso desgraciado que revele los daños que esa contaminación produce en la salud de los vecinos.
Se trata, como dijimos, de un problema complejo, que requiere inversiones y estrategias a largo plazo. Pero ningún ciudadano debe olvidar que el origen de la basura que luego pretende que el Estado haga desaparecer como por arte de magia está en su conducta individual.
Hay, pues, una responsabilidad ciudadana, y a alertar acerca de ella apunta la campaña iniciada en estos días por Córdoba Recicla Sociedad del Estado (Crese), empresa creada por la Municipalidad de la Capital para reemplazar a las privadas. La campaña tiene por objetivo instalar en la conciencia ciudadana el siguiente concepto: "En materia de higiene urbana, la acción individual es parte de las causas de la situación colectiva".
Con el correr del tiempo, se ha ido avanzando en la conciencia de la necesidad de controlar la cantidad de basura que se produce y hacerse cargo de su destino, sin sacársela de encima para que otros padezcan sus efectos.
Sin embargo, todavía causa indignación observar a algunos conductores bajar las ventanillas de sus autos y arrojar a la calle, como si fuera lo más natural del mundo, toda clase de basura: papeles de caramelos, cigarrillos, etiquetas vacías, cáscaras y hasta botellas y pañales descartables.
Más indignante todavía resulta esta conducta cuando es ejecutada por choferes del transporte público –sean individuales, como taxis y remises, o colectivos– que en vez de considerarse dueños de las calles deberían dar el ejemplo y ser los primeros transmisores de una conducta responsable en este tema.
Por eso, la campaña que consiste en mostrar a los automovilistas unos carteles en los que se expresa "La basura que tirás cae en la ciudad", y repartir folletos educativos y bolsitas de residuos para colocar en la palanca de cambios, parece una medida razonable. No resolverá por sí sola el problema, pero ayudará, y mucho, sobre todo si después de la campaña de concientización, que debería ser prolongada y constante, se establecen controles y sanciones a los protagonistas de tan elemental inconducta.

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