20 feb 2022

Las sierras crecen, pero sin planificar y es un problema

 


La Voz del Interior (20/02/2022)
Crecer sin planificar: riesgos y desafíos ante la creciente migración que reciben las Sierras

Los valles serranos son las regiones de Córdoba que en mayor proporción aumentan sus habitantes actualmente. Pero esos fenómenos generan dilemas para evitar impactos negativos, de los que la provincia tiene antecedentes.
Dos fenómenos de crecimiento demográfico caracterizan a Córdoba desde hace tres décadas. Uno, la explosión del Gran Córdoba, por la mudanza de capitalinos a localidades satélites. Eso explica el crecimiento de las áreas de Sierras Chicas, primero, y del cordón Malagueño-Alta Gracia, luego.
Otro, que en los últimos años parece acentuarse, es el de los nuevos habitantes que reciben los valles serranos. Hoy son las Sierras las que más crecen en habitantes. Calamuchita, Traslasierra, Punilla y Paravachasca son las regiones cordobesas que engrosaron sus padrones electorales en mayor medida en los dos últimos años.
Los valles serranos pueden mostrar orgullo por la alta demanda de nuevos vecinos que evidencian. Pero debieran plantearse algunas preguntas. El fenómeno implica desafíos y dilemas que no parecen ser tan visualizados en la agenda cotidiana ni en los despachos donde se reparte el poder.
Por caso: cómo evitar crecer en población sin que los servicios disponibles acompañen ese proceso.
La experiencia del área de Sierras Chicas, vecina a la Capital, deja varias lecciones. En las dos últimas décadas fue la que más habitantes sumó, pero sin generarles la infraestructura de cloacas, agua potable y gas natural, y con escuelas insuficientes para la demanda. Otro efecto paralelo se dejó ver con las crecientes de simples arroyos (como ocurrió en 2015) que se llevaron puestas zonas urbanas que habían avanzado sin control sobre sus cauces.
También hay que mirar a Villa Carlos Paz y su entorno, que aumentaron sus radios poblados pero sin prever que el lago San Roque (su principal postal y eje turístico) pasara a transformarse en la más gigante pileta de líquidos cloacales, en el que nadie puede ya ni bañarse.

Un Estado grandote y zonzo
Las Sierras reciben cada vez más habitantes sin que, en general, sus autoridades locales, ni las provinciales, asuman con claridad la necesidad de planificar en serio el crecimiento.
Se va avanzado y urbanizando sobre sitios que son claves para el desarrollo sustentable. En este caso, las Sierras no son como cualquier otro territorio de la provincia, sino que representan un patrimonio de todos los cordobeses.
Porque se trata de un ecosistema sensible y vital para la provincia, como reserva del escasísimo bosque nativo que queda en pie y como reducto aún de alguna biodiversidad mayor que la del llano. También, por su rol en la regulación climática y como fuente de los recursos hídricos que necesita Córdoba. Son el tanque de agua que abastece a ríos y lagos, y sin sierras hídricamente sustentables, la provincia se parecería cada vez más a un desierto.
El futuro de las Sierras como industria turística, incluso dependerá de que los impactos en su ambiente y en su paisaje no la degraden más.
Pero –y merece marcarse la paradoja– los valles serranos son de las regiones con menor cobertura de cloacas hasta ahora en la provincia.
Los incendios forestales representan otro dilema. Bomberos y expertos advierten las complicaciones que se suman por los fuegos de interfase, es decir, los influidos por la presencia cada vez mayor de viviendas y población hasta en los puntos más aislados entre los cerros.
Calamuchita, por ejemplo, registra en estos años niveles de aumento poblacional que asombran. Pero debiera atender varios síntomas inquietantes: Villa Yacanto, por citar un caso, es una de las poblaciones de mayor crecimiento en habitantes, pero este verano padeció más de 20 días casi sin agua potable.
El dique Los Molinos, rodeado por pueblos que cada mes ven sumar más viviendas y emprendimientos, ya presenta evidencias del impacto de la falta de cloacas y enciende alarmas como lago candidato a ser el “segundo” San Roque en degradación.
El desarrollo es festejable. Pero el crecimiento poblacional sin planificación, sin previsión de servicios, sin ordenamiento de uso de suelos, sin estudiar los impactos sobre las cuencas hídricas, con desmontes arbitrarios, con ríos y lagos públicos cada vez más alambrados y apropiados por privados, muestran –también en esto– la existencia de un Estado grandote pero zonzo. Que no sabe, no puede o no quiere planificar y controlar.




Éxodo hacia las Sierras: Calamuchita es la región que más crece en nuevos habitantes

Según los padrones, es el departamento de Córdoba que en mayor proporción está aumentando su población. Pero el fenómeno de migración se extiende a todos los valles serranos. Razones y dilemas.
Ya no es Colón, como en las dos décadas anteriores. Ni Santa María, como en los últimos años. Ahora, el departamento de Córdoba que más está creciendo porcentualmente en población es el más serrano Calamuchita.
Eso es lo que marca, al menos, la comparación de los padrones electorales de 2019 y 2021. Sin censos (después de 12 años sin actualizaciones, se realizará en mayo de 2022), los padrones representan un recurso útil (aunque no exacto) para inferir evoluciones poblacionales.
Calamuchita engordó el suyo un 10,3% en dos años. Santa María (con eje en Alta Gracia) lo hizo en un 8,4%. Luego, le siguen Punilla (7%); Colón, por su área de Sierras Chicas (un 6,6%) y los dos departamentos del valle de Traslasierra: San Alberto (6,6%) y San Javier (6,2%).
Salta a la vista una evidencia: todas son áreas serranas las que hoy más gente elige para ir a vivir. No se trata sólo de cordobeses: en estas migraciones aportan mucho los llegados desde otras provincias.
Para comparar, la Capital aumentó su padrón entre 2019 y 2021 en un 1,3%. Y el promedio de toda la provincia fue del 3,3%.

Lo que se mueve
Las áreas que más suman habitantes en Córdoba son algunas que rodean a la Capital (pero que tienen configuración serrana) y las de los propios valles turísticos. Entre las 30 localidades al tope de la lista, sólo cuatro escapan a esa lógica.
El demógrafo Leandro González advirtió que los departamentos que más crecen no sólo lo explican por la mayor migración que reciben, sino porque, en su mayor parte, esos migrantes son a la vez familias jóvenes que agregan una tasa de nacimientos superior al promedio.
Entre 2001 y 2010, los tres departamentos de mayor aumento poblacional fueron Colón, Calamuchita y Punilla. Entre 2010 y 2022 el nuevo censo podría ratificar esa tendencia, pero colando a Santa María entre los tres primeros.
Calamuchita sería el que más está creciendo en estos últimos años. Esa región, como la de Traslasierra (a pesar de sus distancias con el área metropolitana central) vienen mostrando síntomas de ese fenómeno desde hace unos 15 años, pero se acentuaron en los últimos cinco.
Ya los padrones electorales de 2019, comparados con los de 2017, habían marcado que, de los 26 departamentos, los cinco que pegaron el mayor salto fueron del Gran Córdoba y de las Sierras, en este orden: Santa María, Colón, San Javier, Calamuchita y San Alberto.
La migración hacia los valles serranos es un fenómeno consolidado. Mediaría allí el aumento de las oportunidades económicas y laborales con la expansión del turismo, en una franja, y la vocación por habitar sitios más atractivos en geografía y que contrasten con los “ruidos e inseguridades” de las grandes urbes, en otra.

Qué pasa en Calamuchita
Que Calamuchita sea hoy el área que recibe la mayor migración se expone con otro dato: las tres localidades cordobesas que más engrosaron su padrón entre 2019 y 2021 son de esa región: Los Reartes (un 32% en apenas dos años), Villa Ciudad Parque (un 27%) y Villa Yacanto (un 23,5%). Entre las 30 de mayor aumento poblacional actual aparecen también, de esa zona, Villa Rumipal, Villa del Dique, Santa Rosa y Villa General Belgrano.
Los Reartes, por ejemplo, pasó de 1.600 a 2.118 electores mayores de 16 años en dos años. Villa Ciudad Parque –como parte del mismo fenómeno que su pegada Los Reartes– mutó de 1.456 a 1.850. Villa Yacanto venía creciendo desde hace unos 15 años, no se aceleró más en los dos últimos.

Cómo se explica
El valle de Calamuchita se percibe como tierra de nuevos migrantes. Se nota en la matrícula de las escuelas, en la demanda de consultas que reciben los municipios y las inmobiliarias, en los carteles que promueven venta de loteos por aquí y por allá, en los avances de lo urbano sobre lo rural (que son asombrosos para quien haga 20 años no visita la zona) y hasta en las nuevas discusiones que se empiezan a generar en torno al impacto de ese crecimiento.
Los Reartes, con claro perfil turístico, encabeza la lista de las que más están creciendo. Su jefe comunal, Lucas Sánchez, desgrana datos: de las 1.800 conexiones de agua actuales, 240 se pidieron en los dos últimos años y la generación de residuos pasó de 600 mil toneladas en 2019 a 920 mil en 2021. Sánchez interpreta que el crecimiento se venía observando pero que se acentuó con los años de pandemia, en los que “más gente de grandes ciudades apuró planes de mudanza”.
En la misma línea, en 2020 recibieron 126 solicitudes de obras y otras 216 en 2021, duplicando los parámetros de años anteriores. De esas nuevas construcciones, el 90% corresponde a viviendas particulares y el 10% a emprendimientos comerciales.
La nueva demanda sin servicio de agua suficiente desnudó falencias en la infraestructura, por lo que la comuna suspendió por seis meses el permiso para nuevas obras, hasta tanto logre ampliar la capacidad en el servicio de agua potable.

Mudanzas
Ronald Ramírez, dueño de una inmobiliaria en Villa del Dique y socio de EVI Desarrollos, con sede en Alta Gracia y oficinas en Santa Rosa de Calamuchita y Mendoza, opinó que la pandemia impulsó a mucha gente, sobre todo de Buenos Aires y de Rosario, a concretar el sueño de vivir en lugares más apacibles. El movimiento que percibe, en su caso, está encabezado por familias de clase media que compran su lote financiado en cuotas y que planean la mudanza con tiempo. “Pero hay de todo”, aclara.
“Subieron las ventas en pandemia, mucha gente que se quiere venir a vivir; la mayoría compra para eso, no para inversión”, agregó.
Evaristo García, oriundo de Santa Rosa de Calamuchita, licenciado en Geografía e investigador de la Facultad de Filosofía y Humanidades en la Universidad Nacional de Córdoba, abordó para su tesis el crecimiento urbano de su ciudad en la década del 2000, a partir de su perfil turístico y el nuevo formato de cabañas como inversión dominante. Aquel crecimiento se dio a partir de la crisis que disparó inversiones inmobiliarias para escaparle, por ejemplo, al “corralito” de 2001.
Comparando, García dice que ahora es diferente, aunque el fenómeno de pandemia sea “muy reciente para conclusiones definitivas”. Pero sugiere que parece acelerarse una ola de gente prefiriendo dejar las grandes urbes para reubicarse en lugares más tranquilos y, en esos casos, destaca que es muy común que se elija aquellos lugares que ya se conoce por haber vacacionado previamente.

Testimonio: de Buenos Aires a Los Reartes
La galería con dos hamacas paraguayas colgando y el frente de la casa rodeado de lavandas, romeros y salvias. El cielo que se prepara para un gran atardecer con los cerros recortadas en el frente.
No hace falta preguntar el motivo que impulsó a Cecil y a Jorge para elegir la zona serrana para radicarse, tras jubilarse de sus empleos y dejar la zona sur del Gran Buenos Aires.
Cecil Campbell (61) y Jorge Pérez (63), se conocieron 20 años atrás en el freeshop del aeropuerto de Ezeiza, adonde ambos trabajaban: ella en una de las cajas, él en la bodega. A poco de conocerse, comenzaron un proyecto de vida juntos.
En unas vacaciones por el valle de Calamuchita, en 2011, entraron a una inmobiliaria de Villa General Belgrano, atraídos por la gigantografía exhibida en la vereda de unos lotes en preventa. En el local, les ofrecieron trasladarlos en una camioneta para conocerlos.
Cuando observaron un predio en la vecina localidad de Los Reartes, aún no subdividido y que parecía una gran cancha de golf, no dudaron. Ese era el lugar que elegirían para mudarse el día que se jubilaran.
Compraron el lote. Estuvieron varios años preparando el jardín y quedándose en una casilla rodante en el terreno vacío, cada vez que venían. Luego comenzaron a construir la casa. Hace un año, se mudaron definitivamente a “Námaste”, tal como bautizaron a su nuevo hogar.
La pandemia anticipó el cambio para Jorge, que dejó de ir a su lugar de trabajo en forma presencial antes de su jubilación, que le llegó hace unos días. Ambos aseguran que no extrañan nada de la vida anterior.
Y son sólo un caso, entre miles posibles de contar, de los que en los últimos años –por estos u otros motivos– se mudaron a las Sierras cordobesas.

Las localidades que más están creciendo
Las tres localidades cordobesas que, en términos porcentuales, mayor crecimiento registraron según sus padrones electorales entre 2019 y 2021, fueron Los Reartes, Villa Ciudad Parque y Villa Yacanto. Las tres son del valle de Calamuchita.
Tras ese podio, se anotan entre las que más están creciendo otras localidades serranas: Estancia Vieja (casi ya un barrio de Carlos Paz), Potrero de Garay (en Santa María, sobre el lago Los Molinos), Villa Rumipal (Calamuchita), Villa Santa Cruz del Lago (otra pegada a Carlos Paz) y Anisacate (vecina de Alta Gracia).
Sinsacate es la novena de la lista y la primera no serrana, pero su aumento se explica por su vecindad con Jesús María, ciudad que por razones de radio urbano es la que menos crece ya entre las 20 mayores de Córdoba, y se expande hacia sus bordes.
Luego en la lista se asoman Villa Parque Santa Ana (otra del área de Alta Gracia, pero muy próxima a Capital) y Salsipuedes (la ciudad de Sierras Chicas que más crece actualmente);
Malagueño y su vecina Falda del Carmen (ambas entre Alta Gracia y Carlos Paz y foco de muchos de los nuevos countries); San Javier-Yacanto (en Traslasierra) y San Antonio de Arredondo (Punilla), siguen en el orden. El lote de las 30 se completa con otras de Calamuchita (Villa del Dique, Santa Rosa y Villa General Belgrano), de Sierras Chicas (La Calera, Mendiolaza, Agua de Oro, Río Ceballos y Unquillo) y de Traslasierra (Nono y Mina Clavero).
Salvo los casos de localidades satélites de las más grandes, como Capital, Río Cuarto y Villa María, que no crecen tanto hacia “adentro”, en la región de llanura y de perfil agropecuario la mayoría de los pueblos y ciudades aumenta su padrón por debajo de la media provincial.

Proporciones
Una aclaración corresponde: la evolución medida es en porcentajes. Si se lo hiciera sobre números netos de habitantes, la ecuación sería diferente: un 1% en Río Cuarto representa la misma cantidad de personas que un 80% en Los Reartes, por ejemplo.
La Capital tiene apenas un 1,3% más de ciudadanos en el padrón que dos años atrás: son 14 mil, una cifra que supera al total de habitantes de las cinco localidades que más crecieron.
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