22 nov 2018

Cambios en la vida de los pueblos de las sierras del sur

El Puntal de Río Cuarto (22/11/2018)
Rincones serranos del sur, amenazados por los nuevos modos de producción

El escaso desarrollo de la actividad silvícola, la expulsión de la población de las áreas rurales dispersas y el avance de la actividad agrícola moderna cambiaron la vida de los pueblos de las sierras. Muchos de sus habitantes deben recurrir a diversas ocupaciones para esquivarle a la intermitencia de la estacionalidad
 Pensar en las sierras del sur de Córdoba es una incitación al placer y al descanso, pero poco se advierte que las bondades del tan promocionado turismo y de la actividad agropecuaria que acorrala sus paisajes de ensueño están sembrando amenazas sobre el modo de vida de sus poblaciones, sus economías y hasta sus recursos naturales.
En poco más de 25 años, localidades vinculadas con el turismo, como Alpa Corral, Las Albahacas y Villa El Chacay, experimentaron un crecimiento poblacional del 150 por ciento.
Lo curioso en este incremento significativo de habitantes en esos pueblos es que no responde a un crecimiento demográfico natural o vegetativo, sino a un proceso migratorio fomentado fundamentalmente por el impulso turístico que recibió el sector sur de las sierras de Córdoba, lo cual se evidencia en la poca cantidad de niños que hay en esas localidades.
La fuerte estacionalidad que les imprime el turismo implicó cambios en sus estructuras económicas, urbanas y demográficas.
Por citar un ejemplo, esa estacionalidad se traduce en “la multiocupación poblacional; es decir, en la necesidad de trabajar en distintas actividades en distintos momentos del año”, según se desprende de un estudio realizado por investigadores de la Universidad Nacional de Río Cuarto.
Pero este crecimiento acentuado durante los últimos años en esta región privilegiada por la naturaleza también trajo aparejada la reactivación parcial de la actividad silvícola -explotación de los bosques y montes-, a través de la extracción de maderas, aunque sin la aplicación de técnicas de manejo sostenibles.
El proceso de urbanización también provocó la introducción de especies exóticas, que está afectando negativamente la flora y la fauna autóctonas, en detrimento de la calidad ambiental.
Por otro lado, las comunidades de Alpa Corral, Las Albahacas y El Chacay, al igual que lo que sucede en Achiras, están sufriendo el impacto del proceso de agriculturización que viene de la mano de la modernización agropecuaria y que ha involucrado un incremento de más de 1.300 por ciento de la aplicación de agroquímicos en la zona pedemontana y la elevación del índice de riesgo de contaminación por plaguicidas.
Esta información surge del trabajo que realizó un grupo de investigación encabezado por los profesores José María Cóccaro, María Cristina Valenzuela, Elina del Carmen Sosa y Gabriela Inés Maldonado, y que también involucra a otros docentes, alumnos avanzados y graduados del Departamento de Geografía de la Facultad de Ciencias Humanas.
Estos estudios se remontan al año 1998 e indagan sobre las dialécticas emergentes del proceso de organización espacial del sur cordobés.
Los resultados de este trabajo fueron recientemente publicados en el primer libro editado por el Instituto de doble dependencia UNRC – Conicet de Investigaciones Sociales, Territoriales y Educativas (Iste), que dirige el doctor Edgardo Carniglia, titulado “Un territorio desigual. Memorias y agendas de investigación para el sur de Córdoba”.

Crecimiento del 150%
El trabajo se centró en las pedanías Achiras y San Bartolomé, del departamento Río Cuarto. La primera comprende las localidades de Achiras, La Carolina, Sampacho y Suco. Su superficie total es de 2.300 kilómetros cuadrados y se encuentra ocupada en un 13 por ciento por sierras (300 kilómetros cuadrados). En la pedanía de San Bartolomé están las localidades de Alpa Corral, Villa El Chachay y Las Albahacas, las que están ubicadas en un área serrana que ocupa una superficie de 980 kilómetros cuadrados, sobre un total de 1.950 kilómetros cuadrados que tiene esta pedanía.
De las localidades mencionadas, sólo Achiras y Sampacho alcanzan la categoría de población urbana, puesto que en el año 2010 contaban con 2.287 y 7.716 habitantes, respectivamente.
Este estudio sostiene que “al contrario de lo que se podría esperar, no son los centros urbanos y las localidades del área de llanura las que registran mayor crecimiento, sino que son las serranas vinculadas con el turismo las que en los últimos tres censos han alcanzado un crecimiento de hasta el 150 por ciento”.
Según los autores del trabajo, en una primera instancia, los procesos de transformación registrados en el sector agropecuario pueden resultar parte de la explicación de los procesos demográficos encontrados en las localidades de llanura: tendencia a la regresión poblacional. Sostienen: “Puesto que el análisis se limita fundamentalmente a las pedanías bajo estudio, hasta el momento no es posible realizar conclusiones sobre el balance interno de las migraciones que expliquen algunos comportamientos encontrados, pero sí se podría hipotetizar que la ciudad de Río Cuarto constituye un centro de atracción para la población joven que busca realizar estudios terciarios y universitarios”.
Agregan: “Achiras es la única localidad serrana que no se comporta demográficamente como el resto de las localidades serranas, las cuales registran un notable incremento poblacional que explica el hecho de que en ambas pedanías, en los últimos 20 años, el número de población rural ha crecido un 5 por ciento. Por lo tanto, se considera que esta localidad tiene un comportamiento mixto, caracterizado por encontrarse al pie de las sierras, en un área de transición entre el sector serrano y el de llanura, que conjuga el impulso recibido en los últimos años por la actividad turística y las transformaciones que se registran en el sector agropecuario circundante”.
En cuanto al resto de las localidades serranas, “en el estudio de las pirámides poblacionales se observa claramente que el crecimiento significativo que se ha dado de sus poblaciones no responde a un crecimiento demográfico natural o vegetativo, ya que esas pirámides no sólo poseen una forma irregular sino que, y sobre todo, evidencian la poca cantidad de niños que hay en dichas localidades. Por esto, se puede afirmar que el crecimiento de las localidades serranas se explica por un proceso migratorio fomentado fundamentalmente por el impulso turístico que ha recibido el sector sur de las sierras de Córdoba”.

Cambios sustanciales
Los resultados obtenidos hasta el momento por este grupo de investigación revelan que hay una “notable disminución de la población rural dispersa y un incremento de la población rural concentrada en las localidades ubicadas en la zona serrana”.
Además, el estudio refleja una “profundización de la actividad turística, caracterizada por una fuerte estacionalidad y centrada especialmente en la localidad de Alpa Corral, pero con incidencia también en Achiras, Las Albahacas y El Chacay, lo que implica cambios en la estructura económica, urbana y demográfica”.
Advierten los autores del trabajo que hay una “reactivación parcial de la actividad silvícola, a través de procesos de extracción de maderas, claramente, sin la aplicación de técnicas de manejo sostenibles”.
También, mencionan la “introducción de especies exóticas, no sólo por la actividad silvícola, sino también por el proceso de urbanización, lo que afecta negativamente la flora y la fauna autóctonas, disminuyendo la calidad ambiental y potenciando la amenaza de incendios en la zona serrana”.
Destacan un “impacto tardío (en relación con la región de llanura), pero no por ello de menor magnitud, del proceso de agriculturización de la mano de la modernización agropecuaria, que ha involucrado un incremento de más de 1.300 por ciento de la aplicación de agroquímicos en la zona pedemontana y la elevación del índice de riesgo de contaminación por plaguicidas, y la modificación del escurrimiento superficial que deriva en procesos de inundación”.
Concluyen que la “estacionalidad de la actividad turística”, el “escaso desarrollo de la actividad silvícola”, la “expulsión de la población de las áreas rurales dispersas” y el “avance de la actividad agrícola moderna” se traducen en “la multiocupación poblacional; es decir, en la necesidad de trabajar en distintas actividades en distintos momentos del año para superar la estacionalidad”.
Por otra parte, los investigadores precisan que el trabajo pone en evidencia la “gravitacionalidad que representa la ciudad de Río Cuarto en gran parte de estos procesos, por ser ésta un centro urbano regional articulador”.
“Esta gravitacionalidad se expresa tanto en aspectos vinculados a políticas públicas –fundamentalmente con relación al turismo–, a variables económicas –por ser el origen de múltiples capitales que se invierten en la región y sede que articula actividades económicas agropecuarias de la misma–, a la salud y la educación, entre otros”, puntualizan.

Privilegiar la rentabilidad social
Los docentes universitarios subrayan: “Las evidencias sobre la magnitud de los cambios enunciados deberían al menos provocarnos a repensar, desde otro lugar, la forma de producción de recursos y uso del territorio, donde enfaticemos en la rentabilidad social de su producción y en la función social de su uso”.
Añaden: “El desafío y la lucha están puestos en pensar los recursos como patrimonio social común, cuya producción debe estar orientada por supuestos localmente construidos y su principal función es satisfacer las necesidades de nuestra sociedad. Esta perspectiva parte de pensar la producción al servicio del hombre y de las mayorías sociales, por lo que condiciona los procesos económicos –sin resignar determinadas metas productivas– a un criterio de equidad social y       desarrollo nacional soberano”.
“Debemos sustentar un modelo de desarrollo que promueva el uso del territorio en el lugar y para el lugar y, por lo tanto, que responda a los intereses del conjunto de la sociedad, revalorizando saberes populares en tanto generadores de posibles intervenciones concretas, apoyadas en el contexto. Se deben recomponer los vínculos productivos entre los actores sociales y su territorio, mediados por el trabajo, de manera tal que promuevan la creatividad, generación y movilización de activos sociales y la construcción de propuestas alternativas socialmente viables”, afirman finalmente los investigadores.

Descanso, paseos y naturaleza
Achiras, Alpa Corral, Las Albahacas y El Chacay son hermosos rincones serranos elegidos para el descanso y la recreación. Surcada por ríos de aguas transparentes y puras, esta zona es la atracción de turistas de la región y de distintas provincias que llegan cada temporada estival para encontrarse con estos singulares ambientes rurales y serranos. Muchos se quedan por estos lares en busca de una vida más bucólica.
En esta parte del sur está uno de los yacimientos arqueológicos más importantes de Córdoba. Pictografías de hace cientos de años hechas por los comechingones en el Cerro Inti Huasi permiten asomarse a la historia precolombina.
El río Piedra Blanca, en el tramo que atraviesa el poblado de Las Albahacas, tiene aguas claras y tranquilas, que discurren sobre un lecho de base arenosa y, en partes, complementado con piedras lajas. La zona estuvo habitada por pueblos aborígenes comechingones y ranqueles.
Entre las sierras, se destaca el cerro "El Chacay", nombre que le pusieron los aborígenes y que significa “volcán muerto”, con el cual se conoce también la pequeña villa homónima. Sus atractivos naturales son el arroyo San Antonio, el río Grande y Las Colecitas.
Alpa Corral, conocida turísticamente como el “valle de ensueños”, se ubica en la falda oriental de la cadena de Los Comechingones. Está atravesada por el río Las Barrancas, que conforma poco antes de llegar a la localidad la unión de los ríos Las Moras y El Talita. El ambiente serrano, los pastizales de alta montaña, los bosques nativos, las aves migratorias y las aguas cristalinas son algunas de las características de este lugar. Allí se puede observar el paso de las sierras chicas a las sierras de precordillera, donde las grandes formaciones rocosas completan el paisaje. Está dentro de la pedanía de San Bartolomé, en el departamento Río Cuarto.
Otro río importante de la zona es el San Bartolomé, que junto con el de Las Barrancas y el de Piedra Blanca son los principales afluentes del río Cuarto.
Achiras, promocionada como “la linda del sur cordobés”, se encuentra en el límite con la provincia de San Luis. Un pueblo rodeado de sembradíos, que esconde mucha historia.
Nació en 1574 y atesora como uno de sus capitales más valiosos el hecho histórico de que por allí pasó el general San Martín cuando se dirigía a Cuyo.
Se destacan el balneario y el río Achiras, se suman los cerros, los arroyos y las cañadas. De aspecto colonial, la localidad tiene calles estrechas y empedradas y casas muy antiguas. Por allí también pasaron Facundo Quiroga, Chacho Peñaloza y Lucio Mansilla.
Sobresale El Ojito, un sitio de artes rupestres ubicado a unos 300 metros de la orilla del río Achiras, en cercanías del pueblo, un alero con pinturas aborígenes. Y en el cerro Inti Huasi, también en las afueras de Achiras, hay pinturas que los Comechingones dejaron plasmadas en las rocas graníticas.

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