10 ago 2009

Ballesteros: El ojo de mar es un hilo de agua

La Mañana de Córdoba (10/08/2009)
El ojo de mar es un hilo de agua por la sequía



El reservorio líquido constituía uno de los principales atractivos naturales de esta localidad. También conocido como “pozanjón“, el lugar tiene un origen de misterio y ha sido objeto de numerosas leyendas.
Ballesteros - La fuerte sequía que afecta desde hace varios meses a distintos sectores del interior cordobés, junto a otros factores hídricos y geológicos desconocidos, ha convertido al antiguo “ojo de mar” o “pozanjón” de Ballesteros en un pequeño de hilo de agua, para tristeza de los lugareños que supieron disfrutar en su cauce de los habituales baños estivales.
Se trata de un amplio espacio natural que a lo largo de la historia del pueblo fue cambiando su fisonomía varias veces, como también la utilidad que se le dio desde la comunidad.
Por las razones mencionadas, en la actualidad prácticamente no tiene agua y sólo quedaron las historias de desapariciones fantasmales en el lugar y los recuerdos en la memoria de los vecinos más antiguos.
Según los viejos lugareños de Ballesteros, el “ojo de mar”, pese a su origen ignoto, estaba condenado a no desaparecer nunca. Aunque nadie explicaba su fuente de alimentación, el agua acumulada subsistió por décadas, convirtiendo al espacio en un sitio obligado para recreación y divertimiento.
Algunas explicaciones técnicas aseguran que el «pozanjón» de Ballesteros es una deformación natural del terreno que incluso obligó a los constructores del ferrocarril Argentino a realizar un puente para bordearlo.
Tiene una longitud aproximada a los 400 metros y está ubicado al norte de la localidad en el límite con Ballesteros Sur. El ancho varía de acuerdo al lugar, pero tiene un promedio de 70 metros.
Cuando la lluvia era abundante en décadas pasadas, esta mezcla de pozo y zanja recibía parte del desagüe de la localidad, lo que aumentaba su caudal estable.
Carlos, un vecino de Ballesteros que pasó su niñez y adolescencia a metros del lugar recordó a LA MAÑANA que cuatro décadas atrás, los fines de semana, el ojo de mar era el centro de atracción para los habitantes de todas las edades.
“Los domingos a la tarde llegaban las familias enteras para pasar el día y disfrutar de la naturaleza. El que no se bañó en el pozanjón es porque no vivió en este pueblo”, señala con nostalgia.
Hasta hace poco tiempo se podía ver durante el verano a numerosos grupos de chicos que llegaban con sus bicicletas y se daban un refresco.
Pese a los prónosticos en contrario, la sequía de los últimos meses agotó todas las napas subterráneas y el ojo de mar se ha convertido en una zanja seca, que apenas tiene algunos manchones de humedad en su largo recorrido. No es otra cosa que un pantano que comenzó a disminuir su tamaño y va camino a secarse por completo.
Gerardo Pierucci, secretario del municipio local explicó que «a además de la falta de lluvias, el pozanjón fue tapado de a poco con diferentes objetos como piedras tierra y elementos del ferrocarril hasta perder su antigua fisonomía». El funcionario adelantó que existe un proyecto presentado por algunos vecinos del sector para recuperar este espacio natural que tiene la localidad. Si bien está prácticamente seco, la intención es derivar agua nuevamente hacia el mismo de manera artificial. El plan incluye instalar parrilleros, mesas con sillas, plantar nuevos árboles, y realizar una parquización de la zona. De esa manera, los vecinos de Ballesteros regresarían a disfrutar del “pozanjón” durante los fines de semana. Como la cifra a invertir es demasiada alta, el proyecto de recuperación está postergado.

Historias
En la década del ‘70 el “pozanjón” atrapó la atención de los curiosos y seguidores de historias increíbles y de fantasmas. Durante un largo tiempo se contaron anécdotas relacionadas con desapariciones de objetos de diferentes tamaños que caían hasta el fondo y nunca más se sabía de ellos.
“Una de las historias más conocida habla de un sulky, que cayó un día y jamás volvió a verse a la persona que lo conducía ni el caballo”, recuerda Carlos.
A pesar de las narraciones fantásticas es verídico lo que se cuenta acerca de un niño que perdió la vida ahogado mientras se bañaba en el lugar. Es uno de los hechos más tristes que recuerdan los vecinos consultados en relación a la historia de este ambiente natural que no está conectado con ningún rio.
El misterio que rondaba el “ojo de mar” era sustentado también por quienes apoyaban y le daban credibilidad a la afirmación sobre su imposibilidad de desaparecer. Una creencia que todavía se sostiene apenas por una pequeña laguna que se observa en el largo recorrido de pastizales.

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