22 ene 2023

Completo informe del terrible impacto de la sequía y calor

 


La Voz del Interior (22/01/2023)
Sequía y calor: la triple Niña entrega registros extremos de crisis hídrica y de consumos de luz y de agua

El fenómeno climático va por su tercer año consecutivo. Los indicadores meteorológicos de la provincia acusan el impacto, también la bajante de los diques y los niveles de consumo de luz y energía.
Las postales de los lagos cordobeses son alarmantes a pesar de las lluvias de los últimos días. Cinco de los ocho espejos de agua más representativos de la provincia acusaron este enero su nivel más bajo en la última década para esta época del año y otros tres también presentan estados críticos.
La sequía va por su tercer año consecutivo. Desde septiembre de 2020, La Niña, como se conoce al fenómeno climático que se origina en la costa del Perú, castiga con una reducción de las precipitaciones y un aumento de la temperatura en esta región del planeta.
Las derivaciones de esta secuencia ya son evidentes. Las proyecciones económicas sobre el agro, y por consiguiente en la balanza comercial argentina, emiten luces rojas.
En 2022, de acuerdo con datos de la estación meteorológica del aeropuerto Córdoba, llovieron 584 milímetros en la ciudad de Córdoba: la cifra más baja de la última década. El promedio de los últimos 30 años se ubica por encima de los 800 milímetros anuales.
A su vez, la temperatura máxima media anual supera desde hace tres años los 26 grados. En 2020, alcanzó la cifra más alta de la década con 26,7 grados. En el año 2021 se ubicó en 26,3 grados. Y el año pasado volvió a rozar el último récord al llegar a los 26,6 grados centígrados.

Explicaciones de la sequía
“Hay variaciones climáticas que son normales: años secos y años húmedos. Pero esto no es normal. Venimos de muchos años de un período húmedo y ahora llevamos tres de sequía profunda en la zona núcleo de la Argentina”, apunta Marcelo Madelón, meteorólogo y licenciado en Medioambiente.
Madelón reconoce que la Argentina no es la única afectada por los cambios climáticos, sino que se da a escala global. “Estos descalabros se dan en todo el mundo. En estos momentos hay más lluvias de lo normal en Sudáfrica e inundaciones en California, por ejemplo”, dice el especialista.
Madelón agrega que la sequía tiene mayor impacto en las zonas donde avanzó la frontera agrícola. “Antes eran áreas ganaderas y ahora están sembradas. Son zonas de transición que ahora, en situaciones como estas, sufren mucho”, describe.

Calentamiento
Entre noviembre, diciembre y enero, se registraron olas de calor prolongadas en la provincia. Esto se tradujo en picos en el consumo de energía eléctrica y de agua.
La demanda de electricidad superó en dos oportunidades la cifra récord en la provincia de fines de 2022, mientras que, en la ciudad de Córdoba, el consumo de agua diario alcanzó en diciembre pasado el techo de los 430 litros por persona.
¿Esta sequía es consecuencia del calentamiento global o es por el efecto de la triple Niña?
“El cambio climático posiblemente no tenga que ver con estas fluctuaciones –dice Madelón–. Lo que puede ocurrir con el calentamiento es que los eventos como las sequías o las inundaciones son más grandes y fuertes que lo normal”. Es decir, el impacto está en la intensidad de los fenómenos y no en los ciclos y su periodicidad.

Pronóstico
La pregunta es si este escenario de sequía continuará. Las proyecciones meteorológicas indican que hay una morigeración sostenida del fenómeno de La Niña hacia mediados de año. “Pero, por un par de meses más, el evento se va a mantener, con lo cual habrá precipitaciones inferiores a la media”, explica Madelón.
No obstante, en el corto plazo el escenario puede mejorar. “La perspectiva es que en los próximos 15 días haya algunas precipitaciones por encima de lo normal y que empiece a normalizarse la situación de los diques”, proyecta el meteorólogo Edgardo Pierobon.
Además de la falta de lluvias, los espejos de agua de la provincia también sufren las altas temperaturas. “En este contexto de sequía con mayor radiación durante todo el día, hay una evaporación por encima de lo normal”, agrega Pierobon.

Tipos de sequía
Los especialistas señalan que hay diferentes tipos de sequía. El primero es la sequía meteorológica, que consiste en precipitaciones por debajo de la media y temperaturas por encima del promedio.
Luego existe la sequía agrícola, que es cuando las lluvias no alcanzan a cubrir las necesidades de los cultivos. También la sequía hídrica es cuando los cursos de agua tienen menos caudal, algo que se ve en algunos arroyos de las Sierras.
Y, por último, la sequía social y económica, que es cuando el fenómeno climático impacta en esas dos áreas ya sea por desabastecimiento de agua o en los costos de la cadena productiva.


Cada región cordobesa tiene su propio drama con la sequía extrema

Diques, arroyos y lagunas secos; cortes en el servicio de provisión de agua; limitaciones a la construcción, y pérdidas productivas: el impacto es múltiple. También afecta al turismo, aunque esto se quiera silenciar. Un repaso por los lugares más complicados en la provincia.
A 20 kilómetros al este de La Carlota, la laguna Brava, un centro de pesca que abarcaba unas 100 hectáreas, conserva apenas un hilito de agua. Es una de las imágenes más dramáticas y elocuentes de la sequía extrema que atraviesa la provincia y que tiene impacto en cada región. En La Carlota, afecta la actividad ganadera y dejó sin un espejo ictícola un muy rico desierto.
“Era una laguna a la que venía gente de todos lados a pescar, realmente era famosa. Carpa, pejerrey, bagre, palometa, eran comunes acá, pero se han muerto muchísimos. Nunca la vimos seca así”, lamenta Carlos Gaño, empleado rural de una estancia cercana.
Los vecinos del paraje Olmos, situado a unos cinco kilómetros, comentan que la sequía dejó sin pasturas a la hacienda y provocó la mortandad de peces y la desaparición de la fauna autóctona en la zona de la laguna. En los canales que la alimentaban, sólo se ven la tierra resquebrajada, malezas y desechos.
Cuentan que, años atrás, la laguna crecía tanto que hasta se han ahogado personas en ella. “Hubo años en que pasaba agua sobre el puente; ahora se ven los pilotes”, señalan.
A pequeños productores de la zona se les han muerto animales atascados en el barro. Los escuchaban gemir, balar, porque no podían salir del fango y tuvieron que sacrificarlos.
La situación se repite en otras lagunas de la región (Camoati, Las Tunitas) y más al sur, en el llamado Bajo de Fornasari, a unos ocho kilómetros de Huinca Renancó, que al igual que La Brava fueron centro de actividad pesquera. El calor, el guadal, el olor nauseabundo por los peces muertos y el agua estancada configuran un cuadro desolador que los pobladores de la zona nunca olvidarán.
Según el Inta La Carlota, en diciembre, el promedio histórico de lluvias está en 120 milímetros, y el año pasado apenas cayeron 39.

Sequía en Sierras Chicas
La región de Sierras Chicas viene padeciendo una gran sequía, y lo poco que llueve no alcanza a llenar los reservorios de agua, los ríos y los pozos están secos y los municipios reparten agua en camiones. Sumado a esto, la bajante del dique La Quebrada, que abastece a Río Ceballos, a Unquillo y a Salsipuedes, es preocupante: el viernes alcanzó los 13,64 metros por debajo del nivel del vertedero.
Las ciudades (en emergencia hídrica) adoptaron algunas medidas para paliar la situación y cuidar el recurso, entre ellas, cortes sectorizados del servicio, la suspensión de nuevas conexiones y extensiones de redes de agua, como es el caso de Río Ceballos, de La Granja y de Salsipuedes.
Además, en Unquillo, siguen suspendidos los cupos de agua a desarrollos inmobiliarios y se promueve la recuperación de pozos y fuentes posibles de utilizar; a la vez, el municipio realizó perforaciones profundas y hará otras en febrero.
A su vez, la Municipalidad de Salsipuedes informó que se realizan maniobras de interconexión entre los acueductos Sur (La Quebrada, Río Ceballos) y Norte (en construcción), y de limpieza de los caños del tendido del acueducto Sierras Chicas Norte, que abastecerá primeramente a la ciudad (está previsto para enero) y luego al resto. Ante este panorama, las cooperativas y los municipios piden extremar los cuidados del agua potable.

Yacanto, la más complicada en Calamuchita
Villa Yacanto, una localidad de unos cuatro mil habitantes ubicada al pie del cerro Champaquí, es la más complicada por la sequía en el turístico Valle de Calamuchita. Se declaró en emergencia hídrica desde diciembre pasado hasta marzo.
Desde ese momento, “están restringidas las nuevas conexiones a la red de agua, prohibido el llenado de piscinas domiciliarias, y se asegura el aprovisionamiento para vecinos que lo necesiten”, señaló Rodolfo Musumeci, secretario de Coordinación y Planificación estratégica del municipio y hermano del intendente.
“Hay un proyecto de obra en marcha, en la primera semana de febrero será la apertura de sobres para la licitación pública del acueducto río del Durazno a Villa Yacanto”, señaló el funcionario. Con esta obra, esperan que mejore el panorama.
Un año atrás, la grave situación con familias y con emprendimientos turísticos sin agua en plena temporada motivó una manifestación de vecinos, que visibilizó la problemática y exteriorizó el malestar con el municipio. En ese momento, también se declaró la emergencia hídrica, de diciembre de 2021 a marzo de 2022.
El lunes pasado, un grupo de vecinos presentó una nota al titular de la Administración Provincial de Recursos Hídricos (APRHI) en la que informaba de la “preocupante y angustiante situación que vive la comunidad en relación con la problemática del suministro de agua” y le solicitaba “asistencia técnica” para elaborar un proyecto integrado de agua potable para Villa Yacanto.
La nota fue acompañada por 94 firmas, pero luego siguieron sumando apoyo a la iniciativa y lograron casi 400 rúbricas de adhesión.
“En nuestra localidad, el crecimiento poblacional y de loteos ha sido exponencial. Una de las causas de la falta de agua, además de la propia naturaleza, ha sido la irresponsable autorización municipal para la instalación de dichos loteos y la realización de construcciones, sin prever la provisión de agua”, indica la nota dirigida al APRHI, en la que el vecino Cristian Sosa Barreneche asume la representación del grupo.
Yacanto se abastece a través de una red con captación superficial de arroyos y vertientes, y varios domicilios cuentan con pozos de agua.
Esto también pasa en otras localidades del valle. “Estamos con consumos al máximo, con faltante de presión de noche, pero abastecemos de forma normal; si bien el lago está bajo y el río (Los Reartes) no ha recuperado nada porque ha habido poca lluvia, alcanza para el abastecimiento. El mensaje es que usemos el agua con responsabilidad. La sequía de muchos días, la ola de calor y el pueblo lleno de turistas son un combo complicado”, señaló Diego Paguaga, jefe de redes de la Cooperativa de Aguas de Villa General Belgrano, entidad que brinda el servicio.
Paguaga admitió que, más que la sequía y las cuestiones de la naturaleza, la problemática está vinculada con un crecimiento marcado de demanda registrado en los últimos años, que no pudo ser acompañado por las obras de infraestructura necesarias.

Limitaciones en Punilla
El lago San Roque vive una de las peores bajantes de los últimos 10 años. Las lluvias caídas en las últimas semanas mejoraron un poco la situación de los ríos que aportan al embalse cuyo nivel de este viernes estaba cinco metros por debajo del nivel del vertedero.
Desde noviembre pasado, la mayoría de los municipios de la cuenca comenzaron a tomar medidas para enfrentar la crisis.
Carlos Paz, por caso, anunció una alerta naranja para el consumo, que no implica multas ni prohibiciones y es una simple advertencia.
Los demás municipios del sur de Punilla la imitaron porque dependen de la provisión que les ofrece el municipio de la villa serrana, que desde hace un año y medio tiene a su cargo la prestación del servicio de agua para su ciudad y la captación y tratamiento para sus vecinas.
En el norte de Punilla, la crisis es más grave. Capilla del Monte comenzó a buscar agua a través de perforaciones y en los últimos días tuvo éxito en una de las tantas pruebas que llevó a cabo.
La Cumbre fue noticia luego de que el intendente Rubén Ovelar anunció que se suspendían las nuevas construcciones hasta que hubiera una solución a la provisión de agua. El dique San Jerónimo es la postal más dura de la crisis hídrica en esa ciudad: prácticamente ha desaparecido.
La crisis hídrica golpea en medio de una temporada de verano. Intendentes y secretarios de Turismo prefieren no hablar del tema por miedo a que se caigan reservas.

Tulumba, otra vez en problemas
Villa Tulumba estuvo en emergencia hídrica durante ocho años consecutivos, entre 2010 y 2018. Cinco años más tarde, vuelve a estar en problemas más allá de que se hicieron algunas obras para incrementar el caudal para proveer a la zona urbana.
Al histórico pozo con que cuenta en el pueblo, se añadió un acueducto que trae agua desde el río Fierro. Pero, en ambos casos, la bajante de agua es tan importante que hay momentos del día en que no hay provisión posible.
El intendente Sebastián Peralta señaló que, en la actualidad, están llevando agua a 126 familias de la zona rural y que, para hacerlo, tienen que recorrer alrededor de 80 kilómetros.
“Hubo semanas en que, si no llovía, se nos agotaba el recurso. El pozo del pueblo está bajo y la gente tiene agua la mitad del día porque vamos sectorizando. Abriendo y cerrando válvulas, podemos hacer que una vez al día le llegue el agua a la gente por tres o cuatro horas para llenar sus tanques”, explicó Peralta.
Con un camión, vienen haciendo la distribución del agua en los parajes rurales y con otro, el llenado de piletas para que no se utilice el agua de la red.
“Es un enorme presupuesto entre choferes, combustible, reparación de camiones, y a muchas familias se les ha secado el pozo con que contaban en su vivienda rural”, añadió el jefe comunal.

La papa, la preocupación en Traslasierra
La sequía en Traslasierra se hace sentir particularmente desde 2020, pero hoy es menos intensa que los dos veranos anteriores. Desde octubre hasta ahora, las lluvias han sido menos que las que se esperaban, y la crisis es evidente.
Como un indicador, desde el Consorcio de Regantes Dique La Viña, Jorge Gasser apuntó: “En 2022, entregamos sólo el 40 por ciento del agua que se estipula para la zona de riego, no hubo más, y ahora harían falta varias lluvias torrenciales antes de fin de enero para recuperar el nivel; no está tan mal, pero tampoco estamos tranquilos”.
Con un nivel, este viernes, de 86,6 metros (de los 99 metros que tiene), el dique La Viña es el “tanque de agua” del valle, sobre todo de la zona baja. Su dotación debe alcanzar para nutrir todo el año a varias localidades que suman unos 100 mil habitantes, y para regar más de 11 mil hectáreas de cultivo. “El 90 por ciento del área de cultivo es de papa, una producción que tiene dos cosechas por año y requiere mucha agua” dice Gasser. Y agrega: “El 99 por ciento del riego se realiza por inundación, una modalidad en la que hay un gran derroche, algo que debería cambiarse”. Los cultivos con riegos por aspersión o goteo representan un porcentaje ínfimo.
Entre los municipios, no ha habido una reacción oportuna a la crisis. El de Nono ha sido uno de los pocos en decidir el cuidado especial del agua de red. El intendente Mariano Ceballos resume: “El 28 de noviembre, estipulamos multas onerosas a quienes llenen piletas, rieguen veredas, laven autos o derrochen el agua potable de cualquier modo”.
La zona de Mina Clavero y Villa Cura Brochero multiplica casi por tres su población en verano. Pero no se han presentado problemas en la provisión de agua, administrada por una cooperativa.
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