15 may 2012

El reciclado de la basura electrónica

La Voz de San Justo - Edición Electrónica (15/05/2012)
El reciclado de la basura electrónica

El año pasado, por iniciativa de docentes y alumnos de un curso del colegio Sagrado Corazón de los Hermanos Maristas, se conoció su intención de recuperar los trastos electrónicos en desuso y procurar reciclarlos, como una manera de ayudar a un mejor cuidado del ambiente. La experiencia educativa fue saludable y permitió conocer cómo nuestros jóvenes comprenden que es necesario encontrar soluciones a problemas nuevos, surgidos de la impresionante revolución tecnológica que hoy vivimos.
Sin embargo, resta muchísimo por hacer y son pocas las ideas que se imponen en esta materia. La basura electrónica está generando problemas bastante severos que, por ser muy novedosos, quizás no han sido cuantificados en su justa medida.
Según informes de Greenpeace, en 2011 los argentinos descartaron más de 10 millones de teléfonos celulares. La mitad quedó en algún cajón, 40 por ciento fue a los basurales y apenas un 10 por ciento tuvo cierto tratamiento. Esos productos contienen elementos altamente contaminantes, como ácidos y metales pesados, y son un riesgo creciente para la salud pública, por lo que requerirían de un tratamiento adecuado, algo que no se hace en la actualidad.
Pero además, los celulares y las computadoras son los que poseen la tasa más alta de reciclado. Más del 90% de sus partes pueden ser recicladas, ya que son fáciles de desensamblar y reutilizar. El proyecto escolar aludido así lo certificó en nuestra ciudad. Asimismo, como consecuencia de las nuevas legislaciones en la materia, desde Greenpeace se ha asegurado que la industria del reciclado se ha visto obligada a virar hacia tecnologías más eficientes que permitan recuperar cada vez más cantidad de materiales. En este punto, se indica que el aprovechamiento de minerales que contienen los dispositivos electrónicos podría generar buenos negocios. Celulares y computadoras tienen, por ejemplo, oro, cobre y plata entre sus partes. Por ello, incluso hasta se habla de imponer prácticas de una suerte de “minería urbana” que permitiría recuperar materiales escasos y atenuar el impacto ambiental de la minería a gran escala. Al mismo tiempo, aliviaría el desorden ambiental que se produce con “tirar a la basura” las herramientas electrónicas que ya no se utilizan.
Sin embargo, se afirma desde la citada entidad ecologista y desde empresas que ven con buenos ojos comenzar a analizar la posibilidad de trabajar en la “minería urbana”, que la industria del reciclado de minerales no cuenta con una legislación para su promoción, como sí goza la minería tradicional, lo que provoca lógicos retrasos en las inversiones.
Como se observa, el panorama sobre el reciclado de los componentes de dispositivos electrónicos tiene a cada paso una nueva instancia. ¿Sería muy complicado que todos los involucrados se sienten a discutir qué y cómo llevar adelante una tarea que se nos vino encima por imperio del impresionante avance tecnológico?

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