6 sept 2009

Charras, bajo las cenizas

El Puntal de Río Cuarto (06/09/2009)
Charras, bajo las cenizas

A 10 días de iniciado el incendio, la manisera sigue ardiendo y el humo enrarece el aire que, por momentos, se torna irrespirable. En la comunidad reina la incertidumbre sobre el futuro ya que el 80% de las actividades dependen de esa empresa. Muchos vecinos manifiestan estados nerviosos y estrés post siniestro.
Después de una gran nube de humo que dificulta la visual y ahoga con su fuerte olor, un cartel anuncia la llegada a Charras, el pueblo que fue sorprendido por un gran incendio que aún hoy persiste y pone en riesgo el futuro de su comunidad.
Es que su principal fuente de ingresos sigue ardiendo y lo hará por dos meses más, mientras sus cientos de trabajadores viven en la incertidumbre de no saber qué pasará.?
El dantesco incendio que afectó a esta población no sólo tiene su impacto en lo económico y ambiental, sino que además ya son numerosos los vecinos que sufren problemas de salud y otros que acuden a asistencia psicológica pues no pueden superar lo que han vivido. Hay desolación, tristeza y mucha angustia en este pueblo donde hasta hace poco los habitantes decían orgullosos que no tenían desocupación y que vivían muy tranquilos, y alejados de los problemas de las grandes ciudades.
Quizás los más afectados por esta situación son los 200 trabajadores de Olega y sus familias, quienes no pueden disimular la incertidumbre sobre lo que ocurrirá, pero a su vez siguen esperanzados de que todo vuelva a ser como antes.
Por el momento sólo un puñado sigue trabajando, mientras que la mayoría espera recibir el prometido subsidio de la Provincia del que aún no hay noticias.
Las ventas en comercios y almacenes de la localidad, al decir de sus propietarios, se redujeron en más de un 40% y hasta se cancelaron eventos y fiestas que tenían su lugar en la agenda del presente mes.
Los cimbronazos del épico incendio no dejan de hacerse notar, puesto que una celda con maní sigue ardiendo sin que pueda evitarse que el denso humo negro arremeta contra el pueblo de Charras, cruzando peligrosamente por sobre la ruta provincial 11.
Por si algún vecino intentara olvidar lo ocurrido días atrás, el humo recurrente se mete entre las calles, los patios y las viviendas y cruza sin piedad por la plaza, el municipio e impacta de frente contra la parroquia de Charras. Mientras, las voces de los vecinos denotan angustia.
“No sabemos qué va a pasar, dicen que no despedirán a nadie, pero son sólo versiones”, opina un vecino, mientras que una mujer se lamenta y se preocupa por la suerte de muchas colegas, dedicadas al picoteo de maní que según dicen “se quedarían sin trabajo y en su mayoría, son jefas de hogar”.
El 40% de la población trabaja en esta firma, pero además genera otras actividades paralelas de servicio a la firma, con lo cual casi un 80% de la población depende de dicha planta. En tanto, se estima que las pérdidas en la estructura son de 40 millones de dólares

Gestiones y subsidios
Frente a esta situación, desde la gerencia de Olega, junto al intendente local (Roberto Berós), se tramitan ayudas y subsidios, tanto para la empresa como para los empleados, sin olvidarse de los contratados, que son quienes mayor temor tienen de quedarse sin empleo.
“Yo, con 50 años, dónde voy a ir a buscar empleo, me muero de hambre”, decía un operario de la planta siniestrada mientras en bicicleta le hacía frente al humo para cruzar la ruta.
El gobernador de Córdoba, Juan Schiaretti, en Río Cuarto anunció una serie de medidas tendientes a ayudar al municipio de Charras, como el otorgamiento de un subsidio de 500 pesos por seis meses a los trabajadores de la manisera quemada. Además se gestionará la extensión de un crédito por $1 millón a través del Banco de Córdoba.
En ese marco, se diferirá el pago de las cuotas de un préstamo anteriormente tomado con el Municipio. Los trabajadores que hablaron con PUNTAL opinaron que esperan ansiosamente la llegada de estos subsidios prometidos.

Problemas de salud y síntomas post siniestro
Nancy de Aler es una de las cuatro enfermeras que realizan las guardias de 24 horas dispuestas por el municipio en el Centro de Salud de Charras, luego del siniestro.
Recuerda ese día y dice: “Fue de terror. No dábamos abasto, atendimos a más de 100 personas junto al doctor Roberto Berós. Estábamos asustados porque un hecho como el incendio, nunca lo habíamos vivido”.
Pero la tarea no terminó, sino que parece que recién comienza. Aún hoy son muchos los vecinos que manifiestan problemas para respirar, producto del humo que aún persiste en la población. Además, muchos otros habitantes acuden por estados nerviosos: “Tienen síntomas post siniestro”, señala, por lo que se ha hecho necesario reforzar la asistencia. Es así que en la actualidad hay guardias de 24 horas en el Centro de Salud, y a diario se presentan personas con problemas de tensión arterial alta, nervios.
“Muchos toman conciencia ahora de lo que pudo haber pasado”, agregó la enfermera.

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Entre la incertidumbre y la esperanza

Los 1.200 habitantes de este poblado tratan de reponerse del incendio, pero saben que éste va a tener su impacto en la comunidad.
Luciano Martínez (27), es empleado de Olega y hace 10 años que trabaja en esta empresa. “Es la principal fuente de trabajo del pueblo –opina-. Lo que pasó es muy doloroso, hay que remontar lo que quedó para empezar a producir lo antes posible. “La fuente laboral no se va a perder, pero costará empezar de nuevo; había dos plantas y quedó una, la que estamos arreglando lo antes posible; esta situación hizo que todos sufriéramos igual. Todos estamos relacionados con Olega, un camionero, un empleado, un comerciante o un productor que entrega maní, todos tenemos un familiar que trabaja en Olega”, agregó.
“Lo positivo es que no se produjeron heridos, no será lo mismo que antes, al menos por unos años. Quedará una sola planta y seguir con ella hasta poder seguir creciendo. Vienen meses difíciles, habrá que pelearla y esperar hasta que podamos volver a trabajar normalmente”, agregó.

Toda la familia
Noelia Dalmasso, ama de casa y esposa de un operario de la empresa siniestrada, opinó: “Nos quedamos todos sin nada, no sabemos qué vamos a hacer, estamos esperando conocer qué respuesta nos darán, esto es transitorio, están trabajando, algunos dicen que se levantará la empresa, otros que seguirá normal, hay muchas versiones, no nos queda otra que esperar, certezas no hay, hay reuniones, nos aseguraron el sueldo de este mes”.
La preocupación radica en la suerte que correrán las mujeres que se dedican al picoteo del maní y que en su mayoría son jefas de familia. En Charras todos vivimos de lo mismo, es una cadena. La mayoría de la gente trabaja en Olega; tengo mi marido, mis hermanos y parientes, todos dependemos de los mismo”. Y sentencia: “Si esta situación no se revierte, Charras puede convertirse en un pueblo fantasma, porque muchos tendrán que irse a buscar trabajo a otras ciudades”.

El pueblo está triste
Augusto Nonino (72), señala que el pueblo todavía está consternado. “El fuego y el humo todavía siguen. Hay tristeza generalizada e impotencia. Dicen que las fuentes de trabajo no se perderán, quedó una planta y esperan seguir trabajando y retomando el trabajo de a poco; todavía puede llevar otros 6 meses retomar la normalidad. Esperemos que todo se solucione, ya que esta empresa nos afecta directamente en el trabajo y movimiento económico pleno de Charras”.
Edith Riveri mira a su alrededor y dice sin eufemismos: “Esta situación es un desastre, hay una tristeza tremenda, no se puede creer lo que nos sucedió, nunca había pasado algo de tanta magnitud, hay bronca e impotencia. No sabemos si fue intencional o qué, no sabemos nada, todos dependemos de esta empresa, siempre hay un familiar relacionado a Olega; me preocupa el futuro laboral. No se habla de otra cosa que de esta situación. Nos acostumbramos a convivir con el humo, dependiendo de la dirección del viento. Igualmente tengo esperanza de que pueda reflotar esta empresa”.
Alvaro Allasino, encargado del parador del pueblo, opinó: “Somos 1.200 habitantes en Charras y la mayoría depende del futuro de esta empresa; ahora hay que esperar que esta situación cambie, sin olvidarnos del temor de quienes pueden quedar sin empleo.
Tememos por el futuro, no sólo de esta empresa sino del pueblo todo ya que al no funcionar Olega, se para la economía del pueblo, se queda sin recursos”.

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