2 sept 2008

Las pobres abejas la ligan

El Puntal de Villa María (02/09/2008)
La telefonía celular y las antenas desorientan el rumbo de las abejas

El ingeniero apicultor local dictó en la UNVM una charla para chicos del secundario sobre un tema tan original como atractivo “dónde van las abejas cuando mueren?” Habló también del mercado de la miel
El poeta latino Virgilio, contemporáneo de Jesús, consagró varias páginas a las abejas en sus famosas “Géorgicas”. En el siglo XX, el escritor belga Maurice Materlnik (1862-1949) les dedicó uno de sus textos más célebres: “La vida de las abejas”.
Más acá en el tiempo y en el espacio, Bernardo Abad, ingeniero agrónomo especializado en apicultura, armó una conferencia para los chicos de sexto año de varias escuelas: “¿Dónde van las abejas cuando mueren?”, que abordó la misteriosa desaparición de cientos de miles de insectos y colmenas enteras en el mundo, sobre todo en el hemisferio norte. Poesía moderna o lírica, ciencia o sociología, zoología o misterio, las abejas pueden ser abordadas desde muchas disciplinas. Y así, con 100 millones de años habitando el planeta, son algunos de los seres vivos más fascinantes que existen.
Bernardo Abad está en su oficina de Lisandro de la Torre. Libros de campo se apilan sobre la superficie de un escritorio antiguo. Con sus grandes manos agarra el mate como si fuera un vasito de yogur, se ceba, y comienza esta charla con PUNTAL VILLA MARIA.

-El título de su charla es muy interesante y esconde un grave problema que aqueja a las abejas del mundo.
-Sí, porque la consigna de los profes universitarios en la Semana de la Ciencia era dar charlas con temas atractivos para los chicos; y que éstos vieran lo que se está haciendo en determinadas disciplinas. Y así fue como se me ocurrió hablar de este tema que es real y que le plantea un desafío a la ciencia y la tecnología para solucionar un problema muy grave, que sólo se podrá solucionar desde un abordaje interdisciplinario; con biólogos, agrónomos y veterinarios. Pero también va más allá de una disciplina, ya que en esto deben comprometerse los dueños de las huertas, de frutas y sobre todo los apicultores.

-¿Qué pasa concretamente con las abejas?
-A principios de 2006 empezó a haber una muerte atípica de cantidad de colonias de abejas en todo el hemisferio norte, particularmente en Estados Unidos y Europa. Había un síntoma muy particular; y era que la abeja salía y no volvía a la colmena. Miembros de la Secretaría de Agricultura de Estados Unidos decían esto: “Ibamos a las colmenas y cada vez veíamos que había menos abejas”.

-Sin embargo hay abejas que mueren por causas naturales...
-Claro, por estas causas se muere un 10 por ciento de las colmenas durante el año. Pero en esos países del norte vieron que de un año para el otro se murió el 40 por ciento de las colmenas. En algunos casos hasta el 80 por ciento, según la Secretaría de Apicultura de los Estados Unidos.

-¿A qué se debió esa despoblación?
-Ese es el punto. No se veían síntomas tradicionales en los que se podría pensar, como una intoxicación por pesticida, por ejemplo. Ya que no se veía a la abeja muerta en piquera. Tampoco había una enfermedad visible. Había algo raro. Los cajones se iban despoblando y al final sólo quedaba una colonia muy chiquitita con la reina, un puñadito de abejas y mucha reserva, mucha miel y polen.

-¿Y eso también era extraño?
-Claro, porque cuando una colonia se debilita, lo usual es que un enjambre más fuerte le robe la miel, sobre todo, en invierno, época en que el néctar escasea. Pero incluso en invierno el panal seguía sin ser saqueado. Entonces se empezó a hablar de otras causas.

-¿Cuáles?
-Muchas. Se decía que la señal de la telefonía celular podía influir en la desorientación de las abejas. Se volvió a los químicos y los franceses prohibieron un pesticida que podía afectarlas. También se habló de una cepa de hongo asiático que se contaminó y colonizó las abejas de occidente, de un ácaro que les chupaba la sangre, del calentamiento global y la contaminación mundial. Si a esto le sumás que cada vez hay menos flores, ves que hay múltiples factores y que todos tienen de alguna manera una incidencia...

-Por eso decretaron que era un síndrome, porque no había una sola causa...
-Así es. Al síndrome se le llamó: “Despoblamiento en las colonias de abejas”.

-¿Cuáles son los riesgos de esa despoblación?
-La polinización de los cultivos. Para los yanquies, éste es el principal beneficio de las abejas. Para ellos, el servicio de polinización tiene mucho peso económico. De hecho, la mayoría de apicultores yanquies no dependen de la miel que producen, sino de los servicios de polinización que cobran a los dueños de los montes frutales o vegetales. Si disminuyen los polinizadores, la producción vegetal se reciente, porque no hay polinizador natural y la abeja es el principal. De hecho, las plantas que tienen fruto y semilla evolucionaron en la tierra junto con la abeja. La abeja tiene 100 millones de años en el planeta y si falta la abeja falta una pata fundamental en este proceso.

-Y ésta no es solamente la única importancia de la abeja...
-En algunos lugares del mundo se usa a la abeja como centinela o censora de la contaminación. En algunas ciudades muy polucionadas se ponen unidades de colmenas y las abejas salen a picorear, es decir a buscar flores, recorriendo todo el ambiente mediante un rastreo palmo a palmo, exhaustivo. Cuando las colmenas vuelven, los científicos analizan la abeja, y empiezan a detectar el nivel de contaminación que hay en el aire, de acuerdo a la contaminación en la vellosidad de la abeja. A esto se le llama biomonitoreo ambiental. Con una colmena tenés asegurados dos kilómetros de radio de exploración. Algunas alcaldías de España ya usan este método, y acá en Argentina se está realizando una prueba piloto en Bahía Blanca, en el polo petroquímico.

-Además del monitoreo ambiental, la producción de alimentos y derivados...
-Claro. Miel, jalea real, polen, propóleo, cera y apitoxina.

-Este problema de despoblación de la abeja ¿también toca a la Argentina?
-Afortunadamente todavía no; pero igual tenemos problemas graves.

-¿Como cuáles?
-Tenemos problemas de disminución de rendimientos. Estamos en un tercio de lo que sería el histórico.

-¿A qué se debe esta disminuición de rendimientos?
-A que acá hay una crisis estructural porque las producciones convencionales de agricultura y ganadería se han intensificado. Es por esto que hay cada vez menos flores, de alfalfa, de pradera o la misma alfalfa, que son el principal recurso para la miel en esta zona. También ha disminuido mucho lo que para los productores son “malezas” y que para nosotros son recursos. Tenemos muchas colmenas y poca cantidad de flores.

-¿Por qué está tan cara la miel en los últimos tiempos?
-Porque hay cada vez menos miel y la demanda del mundo sube. Nosotros los argentinos consumimos muy poquito. Según las estadísticas, consumimos 200 gramos de miel “per cápita” por año. El promedio mundial oscila entre los 250 y 300 gramos. Pero países como Austria comen 1 kilo, o ciertos países africanos, 2 kilos por año. Pasa que esto está relacionado con la parte culinaria de la cultura de cada comunidad; muchos la usan para cocinar y endulzar. Para nosotros, la miel está más considerada un remedio antes que un alimento.

Apicultura versus agricultura

-En Villa María no hay muchos ingenieros agrónomos que se especialicen en apicultura ¿a qué se debe?
-La apicultura no es una actividad que genere muchas expectativas porque tradicionalmente a la miel se la ha considerado como un producto de granja. Los productores de miel son en realidad micropymes; empresas chiquitas con poco capital inicial y mucha mano de obra.

-Sin embargo la zona de Villa María es buena para la producción de miel...
-Esta zona, tradicionalmente, ha sido muy buena. Lo que pasa es que en los últimos años ha habido un cambio climático tremendo y un cambio sustancial en cuanto al paisaje rural: cada vez hay más soja, cada vez hay más agricultura y los tambos se vieron reducidos. El problema de la apicultura como actividad es que no decide el uso de la tierra ni qué se siembra. El apicultor sólo pide poner algunas colmenas que picoreen de las flores y las malezas. El punto es que los agricultores se volvieron tan insumodependientes, que se ven muy pocas malezas.

-Sin embargo hay sembradíos de alfalfa...
-Sí, pero al tambero hay que decirle que a la alfalfa hay que dejarla florecer. ¿Sabés lo que te van a decir? Que no les conviene dejarla florecer porque se pone más dura y es menos digestible para el animal, y que hay que cortarla al 2 por ciento de floración. Y uno no le puede decir al agricultor que deje a las malezas que vengan. Para ellos las malezas son plantas que hay que matarlas porque consumen agua y nutrientes. Las malezas son plantas que no debieran estar ahí.

-Hay una contradicción con el uso del suelo...
-Claro. El sistema económico le dice a los productores agropecuarios que hay que ser eficientes e intensivos para poder sobrevivir. Pero con estos preceptos, la actividad apícola no encajaría. Por eso la apicultura se está volviendo cada vez más marginal y menos efectiva. Nosotros antes sacábamos 50 kilos por colmena, fácilmente; mientras que ahora sacamos 25 ó 30 con un gran esfuerzo. El rendimiento de la Argentina son 35 kilos en promedio.

Miel y Mercado

-¿Y cuál sería la solución?
-Con este panorama, no tenemos que pensar más en sacar como antes 50 kilos, sino 25 ó 30 kilos pero que el precio compense la disminución del rendimiento. Y este aumento de precio es lógico porque en el mundo hay menos miel. Todo el mundo perdió colmenas con el Síndrome de Despoblamiento. A su vez, la demanda de miel es cada vez mayor. Cada vez se consume más miel en el mundo. Pero si sigue costando un dólar por kilo, ya no será más rentable. La miel tiene que valer mucho más. Se sacan menos kilos porque las condiciones ambientales cambiaron en estos dos años...

-Y esto es un problema para los productores...
-Sí, porque el productor no tiene capacidad ni espaldas financieras para aguantar dos años malos.

-Y no hay ningún plan desde el Gobierno para apoyar a los productores de miel; ¿a qué se debe esa indiferencia?
-Es que la apicultura es una mayoría silenciosa. Si yo digo que la apicultura representa 150 millones de dólares al año en exportaciones y que el complejo sojero representa 12.000 millones de dólares, es obvio que hay una gran diferencia. Pero esos 150 millones de la apicultura tienen una distribución entre unas 30 mil personas. Ninguna gestión presidencial ha avalado la apicultura en realidad. Esta gestión en particular, ha puesto un 10 por ciento de retención sobre la exportación, medida que no resistiría ningún análisis. No podés retenerle a la miel porque es un golpe fuerte a la economía regional. Esto se maneja a nivel provincial, con algunos créditos blandos a los productores. Pero el año pasado los apicultores hubieran necesitado un subsidio porque no resistían.

-¿Esto pasa en todos los países?
-No. Europa tiene una dosis de subsidios muy fuertes porque reconoce la apicultura como una actividad que tiene una “exterioridad positiva”; ayuda a la fecundación del hábitat natural, conserva a los vegetales que no son comerciales y a su vez ayuda a los agricultores. La apicultura hace un servicio al medioambiente. Y entonces los gobiernos europeos les pagan por colmena. El estado debería participar no sé si fomentando más producción, porque hay mucha, pero sí ayudando a los que están. Y además, apostando a líneas de investigación. Se investiga muy poco en las abejas en todo el mundo. Sólo en el sur se paga por colmena; 30, 50, 100 pesos por colmena.

-¿Y cómo está Argentina en el concierto mundial como productor de miel?
-Pelea el primer puesto con China y con México. El problema es que Argentina exporta prácticamente el 95 por ciento de lo que produce. Pese a que somos el primer o segundo exportador mundial, no somos formadores de precios. Como en muchas actividades de este tipo, somos muy importantes pero nos conocen muy pocas personas. La miel argentina se come en todo el mundo, pero nadie sabe que es nuestra porque el 98 por ciento de la miel que exportamos es a granel, en tambores aportados por el Senasa de 335 kilos de miel netos; una miel sin diferenciación.

-¿Los compradores?
-Son alemanes o norteamericanos. Ellos la fraccionan y le dan el valor agregado. Como nosotros hacemos una miel de mucha calidad, la compran en todo el mundo para cortar miel de calidad inferior. Pero al negocio lo hacen ellos con las etiquetas y los envases. Nos meten trabas para que ingresemos en el mercado con envases, pero esa es una cuenta pendiente, mejorar nuestra inserción de mieles fraccionadas y fomentar el consumo interno.

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