13 nov 2007

El porque del fomento a la Soja

La Mañana de Córdoba (13/11/2007)
El Estado se queda con más del 80% de la soja






El dato surge de un estudio realizado por Roulet. Con un rinde de 30 quintales por hectárea, el productor se queda con 143 dólares, mientras que el gobierno nacional, con 557 dólares. La presión impositiva del sector es del doble que otras actividades. Para el IERAL, el efecto de las subas de retenciones se sentirá en la próxima campaña.

Los hombres de campo insisten en que la suba de los derechos de exportación a los granos se siente, a pesar de las afirmaciones en sentido contrario de los funcionarios nacionales. En ese sentido, el vicepresidente de Confederaciones Rurales Argentina (CRA), Néstor Roulet, aseguró que el gobierno nacional se queda con el 80 u 85 por ciento de las ganancias de la producción de soja, dependiendo el rendimiento del cultivo.
Esas cifras surgen de un estudio realizado sobre la oleaginosa, con dos hipótesis de rendimiento: 25 y 30 quintales por hectárea en campo propio, a pesar de que el 50 por ciento de la producción se realiza en establecimientos arrendados. En el cálculo se dejan de lado los impuestos internos como el que grava al gasoil que incide en el 19 por ciento del costo, ya que se puede tomar como pago a cuenta de otros impuestos y algo similar sucede con el impuesto a la Ganancia Presunta, que se neutraliza con la cancelación de Ganancias.
Teniendo en cuenta el precio de la tonelada, menos el costo de implantación, protección y cosecha, los costos indirectos, el margen bruto y los gastos de infraestructura, el margen neto por hectárea en dólares es de 212 y 318 dólares para un rinde de 25 y 30 quintales respectivamente.
Si a estos valores se descuentan los impuestos (Inmobiliario, Ingresos Brutos, al cheque, Ganancias y Bienes Personales), “la rentabilidad por hectárea es de 78 dólares, mientras que con un rinde de 30 quintales, 143 dólares”, según se desprende del informe. Traducido en ingresos, un productor de 200 hectáreas con rendimiento de 25 quintales obtendría 15.600 dólares; es decir, unos 1.300 dólares mensuales.
“El Estado se queda con el 85 por ciento de las ganancias del sector y la producción con el 15 por ciento restante en el primer caso y con el 80 por ciento cuando se obtiene mejor rinde”, afirmó Roulet. Es decir, que si el hombre de campo se queda con 143 dólares por hectárea, el Estado se lleva 557 dólares.
Si estos guarismos se trasladan a nivel nacional, con una intención de siembra de 16,5 millones de hectáreas, “con un rinde 30 quintales, el Estado se llevaría 9.200 millones de dólares en concepto de impuestos de los 11.570 millones de dólares que generaría el sector sojero. Y sólo por retenciones recaudaría 6.200 millones de dólares, mientras que a la producción le quedarían 2.370 millones”, afirmó el dirigente rural.
Con las últimas medidas tomadas, el sector agropecuario es uno de los que tiene mayor presión impositiva, ya que se ubica en el 51 por ciento; el doble del promedio.

No todo para el fisco
En tanto, desde Fundación Mediterránea hicieron un análisis similar. “De cada 100 pesos de potenciales ganancias, el productor resignará en promedio unos 70 pesos por retenciones y Ganancias de no cambiar las circunstancias actuales”. O sea que, por cada peso que recibirá el productor, transferirá casi dos pesos y medios.
No obstante, el economista Juan Manuel Garzón, del IERAL, advierte que “no todo lo que pierde el campo por esos impuestos va a parar a las arcas del Estado. En efecto, una porción de esos 70 pesos resignados termina en los bolsillos del exportador, que compra un grano en el mercado interno a un descuento superior al que le aplican en el negocio de exportación”.
Esa situación se presenta claramente en el caso del trigo, que cotiza un 40 por ciento por debajo del valor FOB, cuando debe sufrir un descuento del 28 por ciento.
“El Estado podría quedarse con todos estos recursos si liberase completamente el mercado de exportación, situación que no está claro que vaya a suceder, y en paralelo llevar a los derechos de exportación a los niveles de los descuentos actuales”, consideró el especialista.
Sin embargo, la necesidad de recomponer la caja fiscal, que sufrió los efectos de las elecciones, la intención de evitar o atenuar subas en los precios y la obligación de redistribuir ingresos llevaron a la administración kirchnerista a subir la presión impositiva del campo.
Para Garzón, “recién en la próxima campaña (2008/2009) se podrá apreciar si este último cambio en las retenciones genera un efecto desaliento sobre el nivel de inversión. Lo que sí se descuenta es que, en caso de revertirse la bonanza actual de algunos precios, en particular, de la soja y el trigo, será muy difícil sostener políticamente y económicamente el nivel actual de presión tributaria”.

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