26 ago 2007

Estaciones de monitoreo

La Voz del Interior (26/08/2007)
Estaciones de monitoreo ambiental en Río Tercero: para qué sirven y qué les falta

En 1998, el municipio de Río Tercero instaló un sistema de estaciones de monitoreo ambiental. Tras los últimos sucesos con escapes y accidentes en las industrias químicas, se reactualizan los interrogantes acerca de si ese sistema realmente funciona y, en todo caso, para qué sirve.
¿Qué detecta cada día?, ¿qué comprobó en los momentos en que se produjeron los recientes incidentes químicos?
El jueves pasado, a las 13, este diario visitó sin aviso las oficinas del área de Gestión Ambiental municipal. La consigna era tratar de ver, en ese mismo instante y en forma personal y directa, si el sistema funcionaba y qué niveles de contaminación medía en el aire de la ciudad. El acceso fue permitido. “En realidad, puede venir cualquier vecino, cuando quiera, a ver cómo funciona, porque esto es abierto”, respondió la directora de Gestión Ambiental, Marita Mattio.
En un cuadro aparte (ver página 2) se detalla qué presencia de los seis químicos que se monitorean en el aire mostraban las pantallas del sistema, a la hora de la visita sorpresa de este diario.
Luego, se pidió revisar el archivo para constatar qué acusaban las estaciones al momento de los incidentes más graves de los últimos meses. Y vale el repaso:

1. El 12 de junio fue el accidente dentro de Petroquímica que le costó la vida a dos operarios. En los registros, no aparecen datos llamativos. Hay dos razones: la central es que ese escape de gas fosgeno fue muy localizado, en pocos metros cuadrados y dentro de la planta, sin incidencia hacia el exterior. Pero además, las estaciones no miden presencia de fosgeno.

2. El 19 de julio se averió el caño que conduce ácido nítrico de Fábrica Militar a Petroquímica. Fue a las 8.55 y generó una nube muy llamativa de color pero que no se dispersó mucho. La estación de monitoreo sobre Avenida Savio (que está a unos 300 metros del lugar) acusó una presencia de nítrico en el aire mayor a la habitual, sobre todo entre las 10 y las 15 de ese día, pero por debajo de los límites admitidos. El pico fue a las 13 horas, con 0,22 partes por millón (ppm), superando allí –por espacio de unos 15 minutos– el límite que fija la ordenanza de 0,21 ppm para ese producto en el aire. Mientras, en la estación ubicada en barrio El Libertador a esa hora medía 0,14 ppm. Observando registros de días anteriores, sin incidentes, se comprueba que lo más habitual es que el nivel de dióxido de nitrógeno (que acusa nítrico) ronde entre 0,02 y 0,05 ppm, en ambas estaciones.

3. El 25 de julio, un escape en Petroquímica fue neutralizado con vapores amoniacales para evitar una fuga de fosgeno. Más de 40 empleados de Fábrica Militar que dijeron haber sentido irritación terminaron internados. Ese día, la estación de Avenida Savio no detectó ningún valor de amoníaco fuera de lo normal: de 0 a 24 horas la computadora no muestra picos superiores a 0,3 ppm. El tope admitido para amoníaco es de 25 ppm. Hay dos explicaciones desde el laboratorio: o esa nube era de vapor casi sin amoníaco, o el viento a esa hora no la hizo pasar por esa estación.
Al buscar datos del viento en ese momento, los registros informan que tenía dirección norte por la mañana pero había rotado al sur desde las 11, poco antes de ese incidente. Hacia el sur de Petroquímica está el río, no hay barrios ni estaciones de monitoreo. Mientras, de la estación de barrio El Libertador (al oeste del polo fabril) no se tienen registros de ese día porque a esa hora registraba fallas la transmisión de datos por falencias en el panel solar de la unidad.

4. El 6 de agosto explotó, a las 23, una tubería de la planta de amoníaco de Fábrica Militar. No generó un escape químico serio, aunque en varios barrios percibieron su olor. Pero la fuerte detonación, sumada a la falta de información rápida, generó alarma en miles de habitantes que eligieron autoevacuarse. La estación de Avenida Savio ni se enteró de ese hecho: el valor de amoníaco era de 0,4 ppm a las 22 y de 0,2 (aún menor) a las 24. El tope para amoníaco es de 25 ppm. En la estación de barrio El Libertador se midió 0,2 ppm entre las 23 y las 24. El viento reinante hizo que, si hubo algún escape, no sea detectado por las dos estaciones más cercanas al polo fabril.

Qué miden

Las cuatro estaciones miden seis productos químicos en el aire y una tiene además una estación meteorológica que mide vientos, humedad, presión y otros datos. Los seis elementos que monitorean son: monóxido de carbono (sobre todo lo emiten los escapes de vehículos); dióxido de azufre (detecta escapes de ácido sulfúrico); dióxido de nitrógeno (detecta ácido nítrico); amoníaco; ácido clorhídrico y cloro. Cada tres minutos la computadora central, en el municipio, recibe un dato de cada sensor y va armando la línea de niveles.
Cada estación tiene seis sensores, que son importados y tienen una vida útil de cinco años. Cada uno cuesta en promedio unos mil dólares.
Adrián Agüero, a cargo del mantenimiento técnico del sistema, comentó a este diario que en febrero o marzo deberían reemplazarse los 26 sensores, lo que representaría un costo de unos 26 mil dólares (80 mil pesos). Según Agüero, la gestión de compra ya está iniciada.
Agüero comentó además que desde hace unos meses empezó a usarse un nuevo programa informático que permite mejorar las comparaciones estadísticas y los balances de niveles de contaminación por día, semana, mes y año.
Este diario pidió datos concretos de evaluaciones mensuales. Los archivos computarizados, ya aplicando ese nuevo programa, muestran por ejemplo que durante abril de 2007 se tomaron 303.202 mediciones (una cada tres minutos, con los seis sensores de las cuatro estaciones), que arrojaron como conclusión que el 95,5 de los valores registrados estuvieron por debajo de los límites que tolera la ordenanza y el 4,5 por ciento los superaba. Mientras, las mediciones con riesgo para la salud y la vida fueron cero. “Ese 4,5 por ciento son en general picos puntuales que duran unos minutos, y no escapes de alguna envergadura, que cuando se detectan muestran más tiempo de permanencia”, acotó Agüero.
En mayo de 2007, en tanto, el cuadro muestra 260.220 mediciones (el menor número respecto a abril significa que algunas de las estaciones no funcionaron varios días), y el balance que la computadora elabora automáticamente en base a los datos recibidos indica que ese mes hubo un 93,2 por ciento de valores por debajo de los topes y un 6,8 por encima, también con un cero por ciento de valores que podrían representar riesgo severo a la salud.
Marita Mattio, en tanto, aseguró que cuando una estación detecta que se superó el nivel permitido y se puede identificar el origen, por el producto identificado, se remiten actas al Juzgado de Faltas para que sancione a la empresa.

Los topes

Las actuales autoridades de Gestión Ambiental municipal, al igual que las de la anterior gestión, aseguran que en general lo que muestra el sistema de monitoreo es que el nivel de contaminación en la zona urbana medida es baja y que la calidad del aire es aceptable. Unos y otros reconocen la obviedad que esa calidad no es la misma que la de un pueblo sin industrias.
En este marco, hay quienes admiten que debería rediscutirse en términos técnicos si correspondería mantener o reducir los topes fijados como máximo tolerable para cada producto químico medido, que ahora se basan en una ordenanza que tiene más de una década y que tomó como base leyes de higiene y seguridad en el trabajo y algunas normas internacionales.

No miden fosgeno

Las estaciones no miden fosgeno, el producto considerado como potencialmente más riesgoso que se manipula en Río Tercero, seguido luego por el cloro. Se dan dos explicaciones: una parte de la propia empresa Petroquímica, que asegura que la cantidad de fosgeno que utiliza es muy limitada y no podría nunca generar un escape que llegue a la ciudad. Pero hay técnicos que, aún admitiendo que no se almacena ese producto (como sí se hace y en grandes cantidades con el cloro) no habría certeza del volumen de un escape grave de ese elemento. Desde el laboratorio de Gestión Ambiental, el ingeniero Agüero acota que no existen sensores de fosgeno, pero que podría generarse uno que indirectamente lo mida. Las estaciones tienen posibilidad de agregar un par más de sensores, o en todo caso, de reemplazar alguno que se considere de menor valor estratégico.

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Estaciones

Monitoreo del aire. El sistema con las cuatro estaciones de monitoreo del aire está en funcionamiento. En algunos días u horarios, presenta algunas restricciones, sobre todo porque no funcionan (por vandalismo o por falta de sol) los paneles solares con que alimentan sus baterías. Ya dos de las estaciones han sido conectadas a la red eléctrica y otras dos lo serían en los próximos días. Eso garantizaría por fin la transmisión segura las 24 horas, que hasta ahora no se tiene. Los paneles solares quedarían como alternativa ante cortes de energía.
Monitoreo del río. Mientras, las estaciones que se habían colocado para medir la contaminación del agua del río están fuera de servicio: una fue arrastrada por una correntada a los dos años de colocada y nunca se recuperó y la otra (ubicada en el balneario) fue varias veces destrozada por actos vandálicos y desde hace unos meses –según aseguran en Gestión Ambiental– se está volviendo a reequipar para reinstalarla.

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Testigo directo

El jueves, a las 13.15, este diario constató en la pantalla donde se reciben los datos que emiten los sensores colocados en las cuatro estaciones de monitoreo del aire. Por ejemplo, a esa hora, se registraba en las dos estaciones más cercanas al polo fabril:
-Monóxido de carbono (generado sobre todo por escapes de vehículos): 0,5 partes por millón (ppm) en la estación de Avenida Savio y 0,4 en la de barrio El Libertador. El máximo permitido es 13 ppm. La computadora muestra que ese jueves a las 9 se llegó a un máximo de 0,9 ppm.
-Dióxido de azufre (por la producción de ácido sulfúrico): a las 13.15, era de 0,04 ppm en una estación y de 0 en otra. El tope tolerable es 0,19. Ese día, a las 10, se registró durante unos minutos 0,12 ppm en la primera.
-Dióxido de nitrógeno (acusa presencia de ácido nítrico): las dos estaciones acusan 0,2 ppm pero la planta que lo produce está paralizada actualmente. El límite por ordenanza es 0,21 ppm. La presencia mínima de 0,2 es explicada por los técnicos como inducida por otros elementos en el aire (como de la combustión automotor, por ejemplo) que contengan ese producto.
-Amoníaco: a la hora observada, los sensores acusaban 0,2 ppm en las dos estaciones, aunque la planta que lo produce está paralizada. El tope es 25 ppm.
-Ácido clorhídrico: a la hora 13.15, con esa planta industrial en marcha, se registraban 0,13 ppm en la estación de Av. Savio y 0,04 en la de barrio El Libertador. El tope tolerable para ese producto en aire es de 5 ppm.
-Cloro: a la misma hora marcaba 0 en una estación y 0,05 ppm en la otra. Minutos antes una marcó 0,1 que fue lo máximo de ese día. El límite admitido es 0,5 ppm.
Todos esos registros fueron tomados mientras la estación meteorológica marcaba, a las 13.15, un leve viento sudoeste. Eso influye en que los gases de las empresas químicas no se dirijan hacia esas estaciones. A la mañana, entre las 9 y las 10.30, el viento era –según el registro de la computadora– de dirección norte. En ese caso, sí remitía hacia la estación de Av. Savio. Pero en ese horario casi no se observaron cifras diferentes al de las 13.15.
Los datos citados sirven sólo a modo de ejemplo concreto de qué se veía, al momento de la visita de este diario, en el panel de control de las estaciones.

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El vaso medio vacío

Las estaciones de monitoreo del aire existentes sirven para algunas cosas y resultan inútiles para otras. Sirven para mejorar el diagnóstico de la situación ambiental de la ciudad, es decir, para saber cada día, o en balances de semanas, meses y años, qué niveles de polución hubo y de qué producto químico, entre los seis que mide. Sirven también para que, cuando se detecta un valor que supera el límite admitido, se pueda identificar y hasta sancionar a la empresa que lo originó. Tienen, de todos modos, una falencia: sólo registran la contaminación que pasa por sus narices. Si los gases no van en la dirección en las que está alguna de las cuatro estaciones, no habrá registros. Por eso es que las áreas de Gestión Ambiental del anterior y del actual gobierno municipal venían reclamando a sus superiores sumar una estación de monitoreo móvil a este esquema.
Mientras, queda claro que las estaciones no sirven para prevenir ningún incidente ni para actuar ante una emergencia. Su utilidad es la de saber qué pasó –con las limitaciones citadas– después que pasó. Las estaciones están en la zona urbana y miden la presencia de químicos en el mismo momento que los vecinos los están oliendo. Para actuar ante una emergencia, se requiere un sistema más complejo, que incluya sensores pero dentro de las propias empresas, que remitan información en tiempo real a una sala o sitio de comando monitoreada por personal capacitado las 24 horas, que puedan detectar un escape antes que llegue a la zona urbana y sea percibido por las estaciones actuales y por los vecinos. De ese equipamiento se está hablando ahora, como de otro adicional para mejorar la comunicación entre empresas, municipio y comunidad ante una emergencia.
Eso hace falta para que Río Tercero se vaya pareciendo, de una vez, a las ciudades con industrias químicas que han avanzado más en el control de sus riesgos.

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