16 may 2007

El río en peligro

El Diario de Villa María (15/05/2007)
El río en peligro: extracción de áridos y basura prohibida

Las irregularidades detectadas por dos deportistas villamarienses en una travesía en kayak por el río Ctalamochita, fueron motivo de preocupación y denuncia . La presencia de basurales y desperdicios de todo tipo, llaman la atención sobre el futuro del curso de agua
Dos deportistas villamarienses: Diego Villafañe y Roberto Milano, emprendieron hace algunos días, una travesía en kayak desde la localidad de Pampayasta hasta las costas de Villa María y Villa Nueva.
Surcando las aguas del Ctalamochita, los entusiastas y experimentados viajeros se encontraron con una realidad más que preocupante.
Sin dudarlo, elaboraron un escrito al que acompañaron con un buen número de fotografías de los lugares recorridos y las irregularidades encontradas.
A continuación, presentamos la producción de los deportistas en su derrotero por el curso de agua que atraviesa Villa María y Villa Nueva.

Disfrute y preocupación

“Entre el disfrute de la velocidad alcanzada con una simple caricia del remo en las turbulentas aguas, el presuroso derrotero nos abre la mirada a canales que antes estaban sedimentados con la abundante arena de este sector, a pesar de la inescrupulosa extracción de áridos del que es objeto. En relación a este flagelo que no permite la natural purificación, oxigenación y filtrado del agua, tanto DIPAS desde su jurisdicción provincial (institución encargada del cuidado y control de los ríos, lagos y arroyos cordobeses); como desde los municipios locales de la cuenca del Ctalamochita, juegan a las escondidas con los carreros y camioneros, sin controlar y aplicar las legislaciones vigentes”, consideraron en el escrito los villamarienses, para luego concluir: “Efectivamente no es necesario crear nuevas ordenanzas o normativas, todo está escrito, pero nada se cumple”.
En la zona del puente Andino (ingreso a las vecinas Villa María y Villa Nueva), los “Amigos del remo” expresaron su tristeza al advertir “los vestigios dejados por los extractores de áridos: basura orgánica, escombros, restos de artefactos varios, pozos en cualquier lugar, mucho desorden, mucha desidia.
Nos preguntamos qué hace esta gente aquí, en este lugar río arriba, antes de que las aguas crucen por las bellas y promocionadas playas de las dos ciudades.
En el intento de comprender la cuestión, recordamos que las autoridades locales llegaron a un acuerdo con las provinciales (DIPAS) y decidieron momentáneamente dar un espacio concreto del curso a los extractores para realizar su erosiva tarea, que como lo exponen los medios y los organismos judiciales, ha dejado de ser una contravención para transformarse en un delito”.
Siguiendo con la idea, los autores de la nota enunciaron: “Además de no aplicarse sanción alguna, tampoco nuestros concejales, secretarías de Ambiente y demás administradores han tenido imaginación para pensar posibles escenarios futuros”.
“Hasta mis pequeños alumnos de Nivel Primario -dice Villafañe- pueden reconocer, haciendo un pequeño esfuerzo de inferencia, que nunca se puede emplazar a estos rústicos trabajadores de la pala y los carros, en un sector del río que arrastra toda la basura y desperdicios orgánicos (de los numerosos y sufridos animales empleados para la faena), hacia las playas más concurridas de las dos ciudades”.

Albardones peligrosos
Luego de navegar unos kilómetros más, la realidad salta ante los ojos de los kayaquistas locales, en los albardones (murallas de tierra) que el municipio levantó en la zona del barrio Vista Verde, con el loable objetivo de evitar que dicho conglomerado de casas se inunde con una posible crecida del Ctalamochita, “otra vez la desidia y falta de imaginación gana los espacios comunes y públicos, ¡el relleno de los albardones fue hecho con un poco de tierra y mucha basura del basural!”.
“Como consecuencia al crecer el río y sumarse el impacto de generosas lluvias, las murallas se aflojaron y todo la basura se desparramó como un reguero incontrolable por el cauce, arrastrando todo lo que se desprendía del albardón, francamente un espectáculo que logró ponernos muy tristes ya es un hecho que está produciendo un impacto altamente negativo para la salud del río y podría haberse evitado con una pequeña dosis de imaginación y voluntad”, comentaron en su diario de viaje los deportistas.
En este orden también manisfestaron: “No entendemos cómo puede ocurrir esto, lo que hemos visto, son consecuencias de inconcebibles accionar de nuestros representantes”.

Residuos patógenos
Muy apesadumbrados por el “espectáculo”, observado en el trayecto una nueva sorpresa saldría a la luz en otro tramo del río.
“Bajamos por el ‘tobogán’ del canal frente a la playa del barrio Mariano Moreno y de frente enganchado entre las ramas nos encontramos con el broche de oro de la travesía, lo que encontramos excede todo lo imaginado, sí son nada más y nada menos que tubos y recipientes plásticos de transporte de suero, ¡el mismo que se usa en los hospitales y clínicas!, es que además de basura de basural, basura patógena... nuestras neuronas no dan más para procesar tanta indolencia, menosprecio y negligencia.”

Aceptando al otro

A manera de conclusión, los profesionales analizaron las circunstancias vividas durante el viaje entre Pampayasta y las dos Villas.
“Cuando hace unos años se construyó la costanera de Villa María, ganando terrenos al río, algún vecino de barrio Palermo denunció que el rellenado se hacía con basura peligrosa y hasta se mencionaron féretros dados de baja del cementerio... por lo vivenciado, observado y registrado, todo puede suceder en esta realidad que nos toca vivir, si no media la emoción, que en palabras del filósofo Humberto Maturana (1994) constituye el dominio de acciones en que nuestras interacciones recurrentes con otro hacen al otro un legítimo otro en la convivencia”.
“Sin aceptación del otro en la convivencia- expresan los remeros- no hay fenómeno social.”
“Así las interacciones recurrentes que desconocen a los otros, rompen la convivencia, generando actuaciones y toma de decisiones que no se interesan en el bienestar de los demás.”
En otras palabras, Villafañe y Milano arguyen que “sólo pueden ser sociales las relaciones que se fundan en la aceptación del otro como un legítimo otro en la convivencia, y que tal aceptación es lo que constituye una conducta de respeto”.
“La utopía que nos moviliza -continuaron diciendo los habitantes de Villa María- está en pensar que objetivando y ayudando a que otros descubran la complejidad de la realidad que les rodea, se puedan organizar acciones coordinadas y solidarias que permitan encontrar caminos alternativos de consenso, a través del diálogo y el debate.”
Tal como sucedió con la conferencia del Foro de Educación Ambiental, efectuado en el marco del Encuentro Hispano Argentino de Derecho y Gestión Ambiental, desarrollado durante la pasada semana en esta ciudad.
“Tomemos conciencia de nuestras acciones, aún estamos a tiempo de revertir situaciones que parecen terminales”, reflexionaron los responsables del escrito.

¿Hasta cuándo?
La visión de dos de los participantes del club "Amigos del remo", se acumula junto a otras tantas novedades negativas, que van surgiendo de los dichos de aquellos que observan con detenimiento y preocupación al río Ctalamochita.
Mortandad de peces, basurales en la ribera y empresas que vierten sus desechos (muchas veces tóxicos) en el cauce del trazado de agua, son otros de los factores que se suman a los expuestos por los deportistas y que, en suma, presentan un panorama nefasto de la realidad de este recurso hídrico.
Con los límites de tolerancia de la naturaleza agotándose, las conductas de muchos pobladores complican las cosas hasta un punto desde el que, dentro de poco tiempo, no habrá retorno.
Necesitamos poner en funcionamiento los mecanismos para preservar nuestro medio ambiente. Con acciones como las descriptas por los kayaquistas, estamos dilapidando a grandes trancos la fortuna natural que se despliega en este sector de nuestra provincia.
Tal vez, los desaprensivos de siempre, no consideren lo que pueda suceder dentro de apenas algunos años, o puede estar ocurriendo que los sistemas que deberían prever estas situaciones no lo estén haciendo.
En definitiva, hay muchos espacios por donde se podría analizar la creciente desidia de la gente hacia el medio natural, pero concretamente hay muy pocas acciones que elaboren e implementen estrategias constructivas para subsanar la problemática, al menos en la ciudad.
Comprometerse activamente con el cuidado y la preservación del medio ambiente es, sin duda, uno de los principios de solución.

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