30 ago 2007

Fundiciones en Villa Nueva

El Puntal de Villa María (30/08/2007)
Vecinos viven encerrados por el humo y el olor de una fundición en el centro

Se trata de un galpón que funde metales en calle Deán Funes casi esquina Modesto Moreno, de Villa Nueva, a una cuadra de la iglesia. Hace 2 años, la Municipalidad y Córdoba Ambiente prometieron erradicarla
Calle Deán Funes al 1194.
El escenario: una sencilla vivienda de ventanas cerradas que pareciera no contener vida humana en su interior. Golpeamos la puerta y a los tres segundos se entreabre. Por la hendija que queda podemos ver una cuarta parte del rostro de Esteban Vissnioubski, quien está esperando a los periodistas de este matutino y nos hace pasar muy amablemente.

La plaga negra
“Disculpen que tenga todo cerrado así -se excusa el vecino-, es que el hollín se mete por todas partes... Es una plaga...” Y al cerrar la puerta vuelve a colocar una bolsa de supermercado en el hueco de la llave, para que “la plaga negra” no pueda ingresar ni siquiera por la hendija más mínima.

-¿Y cuándo empezó esta lluvia negra?
-Desde que estoy acá. Porque hace dos años que compré esta casa y la fundición ya trabajaba cada día, de lunes a viernes, sin parar. Los días de semana, ni se te ocurra colgar la ropa porque la encontrás como si hubieras bajado a una mina de carbón. Y menos se te ocurra dejar la puerta o la ventana abierta porque los pisos y las paredes se ensucian de algo que al principio te parece tierra pero después te das cuenta que es polvo negro, nieve negra, como un papel quemado que no para de llover...

-¿Siempre fue así?

-No. Hace un tiempo, el hollín era menor, pero desde que ampliaron la fábrica, es una llovizna permanente... A veces caen pedazos bien grandes de óxido y desprendimientos chamuscados. Pero lo común es ese hollín extrafino... Y si no, miren con sus propios ojos...
Y Esteban nos hace pasar al patio. Allí, en efecto, comprobamos que una delgada capa negra cubre como un encaje de luto finísimo los fuentones del patio, los cuadros de las ventanas, el piso, el ramaje reseco de los árboles.
-Y eso que limpié todo ayer... Si vos lo dejás una semana, la mugre te tapa entero...
Acto seguido, Esteban toma de un brazo al periodista y dice “ahora, quiero que miren para arriba”. Y señala una chimenea que corona el chaperío de los galpones. Un suave humo blancuzco está efervesciendo como el magma vaporoso de una caldera de venenos.
-¿Ves? Ya empezaron a fundir. Pronto el olor será nauseabundo porque agregan unos químicos que son irrespirables... Pero ahora, tratá de escuchar... Vení, acercate a la pared...
Una vibración de tractor arrancando el motor de manera continua e ininterrumpida hace trepidar las paredes lindantes con su patio. -Estas máquinas me están rajando toda la casa. Hay grietas. Algunas empezaron siendo imperceptibles pero se ensanchan cada día. Yo las veo. No las sueño. La casa se está destartalando toda. Esta máquina se pone en funcionamiento a las 7 de la mañana y están pegadas a la pared de mi pieza. Entonces a esa hora me tengo que levantar. Todo el tiempo caen contra el piso unos pesos de metal enorme que hacen temblar todo. La máquina se para recién a las 7 de la tarde. A veces me parece que la casa va a venirse abajo conmigo adentro...

-¿Nunca habló con el dueño de la fábrica?
-Sí. Una sola vez. Me trató con distancia y cuando le expuse mi problema, toda su respuesta fue “está bien, vamos a ver qué podemos hacer”. Después de esto no volvió a llamarme nunca más. Desde entonces los ruidos multiplicaron su intensidad y la chimenea no dejó de manar ese olor horrible que me da náuseas. Incluso ampliaron la fábrica. Si hasta han puesto el gas...lo que quiere decir que no se irán...

A setecientos días de un pedido solidario
Hace casi dos años, Vissnioubski hizo llegar su protesta y un pedido de solución de su situación al Municipio de Villa Nueva: “Pero el intendente no nos quiso recibir. Entonces fui a todos los medios gráficos y radiales para exponer la situación, no sólo mía sino de otros vecinos que se ven tan perjudicados como yo”.

-¿Y cuál fue la respuesta de parte de los medios?

-La mejor. Tanto los diarios como las radios de la ciudad se hicieron eco de nuestra situación y se solidarizaron. A tal punto que después de esto vino gente de Córdoba Ambiente. Pero se ve que alguien les avisó a los de la fábrica y justo ese día no fundieron. Luego hablamos con el secretario de gobierno Dardo Carranza. Nos dijo que la municipalidad se ocuparía del asunto y que en menos de dos años trasladarían la fundición a una zona industrial, que es adonde debería estar.

-Y ya pasaron esos dos años...

-No sólo eso, sino que la fundición se amplió. Ahora trabaja con más empleados y con tres chimeneas. La municipalidad no cumplió.
-¿Por qué cree que no cumplió? -La respuesta no debe ser muy complicada; seguramente que ellos de alguna manera se benefician con la existencia de esta fábrica. De lo contrario, ya la habrían sacado. ¿O vos conocés alguna otra fábrica en alguna ciudad del mundo a media cuadra de la plaza central y la iglesia? ¿Hay en Villa María alguna fundición cerca de la plaza Centenario?

-¿Qué otros vecinos se ven afectado por este hollín, este ruido, este humo?

-Son muchos, pero no todos se animan a hablar. Algunos minimizan los daños porque tienen amigos en la intendencia o porque tienen vecinos que son concejales, como es el caso de este barrio. Por eso es que muchos no quieren hablar. Mis vecinas Norma y Edith también se ven afectadas y ellas viven acá. Al igual que yo, tampoco ellas pueden abrir la puerta. Vivimos como presos.


-¿No hay solidaridad?

-Nadie se pone en el lugar de los que la pasamos mal. Ni el intendente, ni los políticos, ni los vecinos. Yo quisiera preguntarles, si a ustedes les ha tocado soportar alguna vez una situación insoportable... Bueno, por lo que veo de sus caras, me parece que sí. Ahora imagínense esa situación extendiéndose durante un mes, dos, tres, un año... Y la cosa no termina acá. Hay gente afectada que no se da cuenta, que no se quiere dar cuenta... En el radio de dos cuadras hay dos fundiciones. La otra opera con aceite quemado que es muy tóxico. Y en ese mismo radio también hay dos escuelas, la Mitre y la República de Bolivia. Si no sacan estas fundiciones por mí, ¿no lo harían por lo menos por todos esos chicos?


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"La lluvia de hollín es permanente y no se puede colgar la ropa”

Las hermanas Benedetti son vecinas del barrio con anterioridad a la fundición. Cuentan sus vivencias y el miedo de otros vecinos que no quieren hablar “para no meterse en líos”
“Pedazos de hollín como éstos no paran de llover. Y es así todos los días. Nosotros vivimos encerradas, como presos. Recién respiramos el sábado y el domingo”, comenta Norma, con una muestra de la lluvia negra sobre su palma.

-¿Y no habló con el intendente?

-Yo el año pasado fui y le comenté. El me dijo “¿todo lo tengo que solucionar yo ahora? hace 30 años que está esa fundición y nadie dijo nada”. Yo le contesté que nadie dijo nada porque antes la fábrica trabajaba poco, pero ahora trabajan 12 horas. El año pasado la fábrica se amplió y han hecho dos galpones más. Incluso ahora han puesto una caja de gas industrial.

-¿Los dueños de la fábrica nunca vinieron a hablar con usted?

-Jamás. Cómo será que un día, producto de las máquinas, la tapia que nos divide del patio se estaba cayendo, y mi mamá le dijo “ahora hay que hacer la tapia”. Y él le contestó “¿hacer?, ¿qué tengo que hacer yo si yo a la tapia no la uso? Arréglela usted.

-¿Qué es lo que más le afecta de la fábrica en su día a día?

-El olor a ácido o a no sé qué porquería química. Yo tengo la cocina que sólo ventila en dirección a la fábrica. Y cada vez que la abro, el ambiente se hace irrespirable. Me entra todo ese humo y estas muestras...
Esto es lo que vuela por el patio...

-O sea que también padece el ollín...
-Vos no podés lavar la ropa nunca en la semana. Y a la una de la tarde es el horario pico de trabajo porque hay cambio de turno. Aprovechan ese horario para trabajar más porque es el momento en que la gente come o duerme la siesta o está adentro. Y dale con ese humo... Tengo que lavar el sábado o el domingo.


-¿Y los ruidos?

-Es un ruido permanente. Mi hermana, que vive al lado, los padece más aún. Sobre todo el ruido de los tachos de aceite que cargan y descargan todo el tiempo.


-¿Y qué dicen los otros vecinos?

-Muchos dicen “no te metás porque es para líos”. Y sin embargo una no puede no meterse, porque este tema nos efecta el día a día de la vida de cada uno. Sin embargo, la fundición no es la única que contamina. Acá atrás hay una fábrica de no sé qué implementos para veterinaria. Y cuando sale humo de esas chimeneas, hay un olor a ácido o a lavandina que no se puede ni respirar. Lo peor es que en todas esas fábricas trabajan todos chicos jovencitos que quizás se estén enfermando sin saberlo.


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