5 mar 2023

Sierras: problemáticas socio - ambientales del boom urbanístico

 


La Voz del Interior (05/03/2023)
Migraciones internas: el sueño de vivir en la naturaleza cambia las Sierras de Córdoba

El “boom” de la construcción y de las nuevas radicaciones en las Sierras de Córdoba pone en alerta a las comunidades locales ante nuevas problemáticas sociales y ambientales. Vender un paisaje y tranquilidad es la estrategia publicitaria del mercado inmobiliario.
El sueño de vivir en medio de un paisaje bucólico, un fenómeno que se potenció después de la pandemia, es un deseo que atraviesa cada vez a más habitantes de las grandes ciudades.
De algún modo, el confinamiento impulsó a muchas personas a desplazarse a los pueblos al sentir, entre otras cosas, que las urbes no eran del todo sustentables.
La movilidad, por supuesto, no es nueva ni repentina sino que es un comportamiento que viene creciendo de manera sostenida en los últimos 50 años. Los últimos cuatro censos, anteriores al del 2022 (1980, 1991, 2001, 2010) demuestran que mientras las pequeñas y medianas localidades cordobesas crecen, las grandes ciudades se mantienen estancadas.
Los datos provisorios del Censo del año pasado muestran que los valles serranos son las regiones que en mayor proporción aumentan sus habitantes.
En este contexto de crecimiento urbano cada vez más evidente aparecen novedosos dilemas y debates: desde la necesidad de planificar un ordenamiento territorial que regule el impacto ambiental y los servicios y equipamientos para garantizar calidad de vida hasta problemáticas sociales y espaciales inéditas, tangibles o latentes.
Las investigadoras cordobesas Luciana Trimano y Denise Mattioli, que estudian desde hace más de una década diversos fenómenos socio-territoriales en la serranía, en su trabajo “Vivir en la naturaleza. Movilidad residencial y extractivismo inmobiliario en las sierras de Córdoba”, publicado en la revista científica colombiana Territorios 48 analizan de qué manera se desarrollan e impactan los desplazamientos desde las metrópolis a pueblos con cualidades ambientales en los valles de Traslasierra, al oeste de la ciudad de Córdoba, y en Paravachasca, en el sur -con características paisajísticas y meteorológicas afines- y estudian su contracara: las transformaciones territoriales que acarrea la especulación inmobiliaria.
Las autoras, a partir de un proyecto de investigación financiado por Conicet, realizan un análisis etnográfico en ambos valles e indagan en los discursos del sector empresarial para alentar el arribo de metropolitanos.
“Hemos notado que en el contexto excepcional de la crisis sanitaria del Covid-19, los desplazamientos residenciales se intensificaron y que las pequeñas y medianas localidades con cualidades paisajísticas-ambientales se convirtieron definitivamente en el nicho de mercado privilegiado para la especulación. En ese derrotero, las sierras de Córdoba se erigieron como sitios ideales para aquellos que decidieron emprender un cambio de vida en la naturaleza, pero también, para desplegar todo un sistema de captura de rentas extraordinarias”, dice Trimano, doctora en Comunicación Social e investigadora del Conicet en el Centro de Investigaciones y Estudios sobre Cultura y Sociedad (Ciecs, Conicet y UNC), que focaliza su trabajo en un grupo de pueblos rurales y ciudades pequeñas del valle de Traslasierra.
En sus conclusiones, el trabajo alerta sobre las preocupaciones locales con relación a los cambios radicales que se producen en los usos del suelo que derivan en transformaciones socio-territoriales y generan nuevas problemáticas en un proceso que las autoras califican como “extractivismo inmobiliario”.
“No sé qué vamos hacer, cada día llega más gente y compran terreno a lo loco, lotean y nosotros que nacimos acá ya no tenemos ni un pedacito de sierra”, advierte un habitante de Traslasierra.

El discurso publicitario
La pandemia, en efecto, marcó un hito en la explosión poblacional y habitacional en las sierras. “La oportunidad de diseñar la vida en un nuevo lugar tomó fuerza, sobre todo, en las agendas de profesionales y emprendedores de clase media y alta que tenían la posibilidad de realizar actividades laborales de manera online y mantener su economía atada a la gran ciudad o al mercado virtual”, explican las investigadoras.
Tanto es así, puntualizan, que en la jerga inmobiliaria se empezó a hablar de “coronaéxodo” en referencia a aquellos que se mudaban de manera permanente a sitios tranquilos y “verdes”.
“El cambio de residencia a localidades con cualidades ambientales y paisajísticas es concebido por los protagonistas como un proyecto de vida superador al de la gran ciudad”, apunta Trimano.
El deseo de vivir en las sierras se materializa a través de desarrollos inmobiliarios que, al decir de Trimano y Mattioli, han interpretado la manera ideal de promocionar el patrimonio natural “como un negocio altamente rentable”.
En este punto, la publicidad juega un rol fundamental a la hora de persuadir e instalar nuevas demandas de espacio para habitar. La investigación analiza los discursos que utilizan las agencias y avanza en la idea de que se vende calidad de vida antes que cualquier bien o servicio.
La transformación de esas regiones con potencial turístico, subrayan las autoras, se sostiene sobre inversiones que cambian los usos del suelo, extienden infraestructuras y desarrollan un mercado inmobiliario atractivo para nuevos habitantes mediante la venta de “la vida en la naturaleza”.
Denise Mattioli, investigadora del Conicet en la Universidad Nacional de Río Negro y doctora en Arquitectura –que focaliza su trabajo en estudios urbanos, territoriales y de hábitat desde abordajes socio-ambientales en localidades de Paravachasca y del valle de Río Negro– plantea que el “extractivismo inmobiliario” en la serranía cordobesa “se vincula con la expansión de la frontera urbana cuyos efectos más notorios son el aumento del valor del suelo y los inmuebles, el cambio de los modelos productivos regionales y la degradación de los ecosistemas naturales”. Además, dice, “intensifica la polarización social, excluyendo y desplazando, en muchos casos, a los habitantes históricos”.

Impacto socioambiental
El relevamiento entre pobladores realizado para este estudio confirma que las transformaciones territoriales traen aparejados problemas sociales, ambientales y espaciales que preocupan a las comunidades.
Dentro de los aspectos sociales observan que los lugareños más vulnerables económicamente se ven forzados a mudarse hacia poblaciones aledañas o áreas con menos servicios y accesibilidad.
Un habitante de Traslasierra contó a las investigadoras: “Nací y me crié en Nono, pero a la hora de hacer mi casa tuve que irme a otro lado. El costo de la tierra no me permitió adquirir un lote acá”. En la misma línea, un vecino de Villa La Bolsa, muy cerca de Alta Gracia opinó: “Antes era más fácil alquilar. Ahora los valores de los alquileres se establecen en función de los precios que se manejan en las grandes ciudades”.
La cuestión ambiental también preocupa. “Cuando circulas por la ruta ves una tierra arrasada, un desierto. El territorio se ve cada vez más fragmentado. En las voladuras para realizar la autovía ya están desapareciendo escorrentías y vertientes de agua”, contó un vecino de Paravachasca.
Una habitante de Nono, localidad pionera en implementar el Plan de Ordenamiento Territorial, opinó: “Acá la gente ya no puede venir y construir como quiera y donde quiera porque tenemos un ordenamiento territorial que delimita cuánto edificar por hectárea. Esto hace que el pueblo tome una forma de crecimiento especial. Se van poniendo trabas para evitar el crecimiento desmedido que se está dando en todo el valle, acá no se quiere eso; se quiere preservar lo que tenemos”.

Menos caos, más verde
La salida de gente, principalmente de Buenos Aires y de la ciudad de Córdoba, hacia las sierras está motivada por la oportunidad de desarrollar una vida más tranquila, que permita desconectar del caos y contactar con la naturaleza, pero en conexión con los centros urbanos. “Las apuestas residenciales tienen en su base el contacto directo con la naturaleza y la construcción de nuevos vínculos comunitarios que permitan desarrollar redes solidarias y proyectos de base local”, apuntan las investigadoras.
Claro que no todos los que se desplazan buscan lo mismo. Algunos eligen localidades vinculadas a la gran ciudad y otros, a zonas alejadas que les permita cortar de manera abrupta con la metrópoli.
Las estadísticas muestran el fenómeno con claridad: en el período 2010-2022 en el departamento Capital, la variación poblacional fue del 17,7% (en el período anterior 2001-2010 había sido del 3,5%) mientras que en el departamento Santa María (Paravachasca) alcanzó el 50,1%, (en la década previa la variación fue del 14,1%) y en el departamento San Alberto (Traslasierra), en los últimos 10 años la variación fue 19,2% (y antes había sido del 14,2%).
Las autoras explican que los deseos de la gente de ciudad son utilizados por el discurso publicitario para promocionar propuestas residenciales. Un aviso, por ejemplo, exhorta: “Si buscas un cambio de vida, visita nuestras ofertas de inmuebles”.
Lo curioso es que la finalidad de la comunicación de las empresas de bienes raíces no está en dar a conocer las características de un producto (metros cuadrados, acceso a servicios) sino en fundar mundos imaginarios o vender un sueño. “Así, fijan una imagen de marca por sobre la del producto, seduciendo al consumidor con un entorno que brinda una vida atractiva. Además, se subraya la posibilidad de adquirir una posición social de prestigio y distinción”, dicen las autoras.
Apuntan, además, que el sector inmobiliario utiliza la naturaleza como un plusvalor en el armado de proyectos urbanísticos que celebran la belleza, lo irrepetible del paisaje y su privilegio cultural. “La usa como un bien transable en el mercado, omitiendo la historicidad en la que se inscribe el territorio y sus habitantes”, sostienen. En otras palabras, modifican la idiosincrasia serrana.

Vender naturaleza
El análisis de las publicidades de venta de lotes o viviendas en las sierras giran en torno a dos dimensiones: por un lado, la experiencia personal y la autorrealización en el reencuentro con lo esencial y lo genuino; y por el otro, la distinción social “que habilita el acceder a un repertorio de amenidades.
Las promociones recurren a un ideario presentista, individualista y aislacionista (barrio serrano residencial, privado, exclusivo) que traslada a la naturaleza una experiencia personal de autorrealización oprimida por la vida urbana. “En Traslasierra está tu campo, tu tierra, tu lugar. El cielo, el valle y vos”, dice un aviso.
“El resultado es un movimiento que desestima el costo social, económico y ambiental de esa urbanización para vivir de un modo atomizado. Como lo revela el mecanismo discursivo de un grupo desarrollista de Paravachasca: ‘Te invitamos a vivir este hermoso momento de tu vida llamado el ahora. Estamos convencidos de que un lunes tiene tanto derecho a ser disfrutado como un sábado. Sólo es cuestión de despertar en el lugar’. Por eso creamos La Sierra (nombre ficticio), un barrio residencial en un entorno natural donde los atardeceres con vista a las sierras se vuelven cotidianos’”, citan las autoras.
La estrategia es apelar a las sensaciones y a lo que ofrece el entorno como la vista al río o las montañas, la cercanía a la sierra, la tranquilidad y la seguridad. Se apela a la autorrealización vinculada al reencuentro con lo originario.
Una agencia en Traslasierra, por ejemplo, invita a establecerse en “espacios vírgenes y salvajes sin la intervención del hombre” bajo el lema “viví la esencia perdida”.
En contrapartida, otra en Paravachasca busca integrar en una misma experiencia el campo y la ciudad resaltando los aspectos positivos y las comodidades de cada una de las partes: “Tu casa está en la ciudad, tu refugio en la naturaleza”.

Planificación territorial
La investigación detecta que la ausencia de una planificación integral sensible al territorio a largo plazo y a las demandas que imponen los movimientos de las personas desencadenan una serie de transformaciones territoriales que repercuten en las dinámicas sociales, simbólicas y económicas. “La ausencia de normativas para proteger y conservar las particularidades del paisaje serrano implica que los ejidos avancen sobre áreas de protección ambiental (remanente de bosque nativo), áreas productivas (aledañas a campos de soja) o áreas grises (sin jurisdicciones específicas). La contracara de esta situación es el cambio de los usos del suelo (rural-productivo y turístico-recreativo y residencial), el aumento de su valor y el de la vivienda y la mutación de la fisonomía local”, dice Mattioli.
Todo ello, plantean, deriva en dos fuertes problemáticas: la degradación paisajística ambiental y la segregación socioespacial.
Las autoras encuentran que “el modelo de desarrollo urbano que se reproduce en las sierras de Córdoba implica un fuerte proceso de especulación y acaparamiento de tierras. Para poder cambiar el uso del suelo se recurre al desmonte y a los incendios forestales. Es decir, “se utilizan artilugios ilegales, además de peligrosos, para transformar zonas de conservación en áreas de desarrollo inmobiliario y de construcción de nuevas vías de desplazamiento vehicular de gran escala y alta velocidad. Esto, en una provincia cuyo remanente de bosque nativo es de apenas el 3%”.
En relación a la segregación socioespacial, el estudio advierte que el mercado inmobiliario convierte a las movilidades residenciales urbanas en un factor de estratificación, segmentación y expulsión que refleja las diferencias socioeconómicas de los grupos que habitan el territorio.
La investigación concluye que, si bien los flujos poblacionales hacia estas regiones pueden estar motivados por un deseo genuino de reconectar con la naturaleza, son pocas las personas que tienen la posibilidad de decidir dónde y cómo vivir. “Habitar en entornos naturales y saludables es un derecho humano fundamental, motivo por el cual urge repensar la planificación de las localidades serranas a partir de criterios que contemplen la protección de sus particularidades paisajísticas y la historicidad de sus comunidades”, apuntan.

Más Información:

- Un efecto de la migración interna: fuerte suba de precios de los inmuebles
“Acá hubo dos grandes momentos de aumento de precios. Uno después de la crisis de 2001, al 2005, fue cuando se produjeron las grandes migraciones de las ciudades hacia el interior, donde la gran demanda fue lo que hizo que aumenten los valores de forma muy significativa”, señaló Leonardo Frankenberg, de PraediaBrokers Inmobiliarios, de Villa General Belgrano.

- Migración a las Sierras: quién tiene el derecho a ser el último
No hay modo de entender los resultados del último censo en Córdoba sin hablar de migraciones. El crecimiento demográfico de esta provincia (20,2% en 12 años, frente al 14,8% del promedio nacional) fue mayor al que se presumía. Y no se explica en el tradicional crecimiento vegetativo (la diferencia entre nacimientos y fallecidos) ya que por el desplome de la tasa de natalidad esa cuota se va achicando cada vez más.
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