4 ene 2015

Por qué nos merecemos la ciudad que tenemos

La Voz del Interior (04/01/2015)
Por qué nos merecemos la ciudad que tenemos

Por Edgardo Litvinoff

Tirar basura en una plaza equivale a defecar en el living de casa. Pero esa conducta se repite, “ad infinitum”.
Ya en el siglo IV antes de Cristo, Aristóteles decía que el hombre es un ser social, y que debe vivir, necesariamente, en un ámbito comunitario.
Pasaron 25 siglos y decenas de reflexiones sobre el concepto de ciudadanía, pero en la ciudad de Córdoba pareciera que no terminamos de comprender ni lo más básico de la antigua Grecia.
Dos hechos para ilustrarlo. El primero: el jueves pasado a la hora de la siesta, como para inaugurar el nuevo año, un vecino de una plaza de Parque Chacabuco, sobre la calle Orcadas del sur, pispeó que no hubiera nadie mirando. Pensando que era así, tiró en medio del espacio verde toda la basura que contenía una bolsa de plástico transparente. Y volvió a su casa. Incluso puede que fuera una de las personas que suele estacionar su auto en medio de la plaza, para ponerlo bajo la sombra de un árbol. Pero no es seguro.
Otro hecho: domingo a la tarde en el Parque de las Naciones. Un enorme cartel decora uno de los rincones de ese espacio con la ordenanza que enumera los requisitos para pasear animales por cualquier lugar público: correa y bozal. Por supuesto, nadie lo cumple. Se hace difícil correr en la pista del parque; hay que ir esquivando animalitos sueltos y a sus dueños.
Lo más extraño en ambos casos son las reacciones de la gente cuando se les solicita que reflexionen acerca de ciertas conductas que suelen perjudicar a todos, como arrojar basura o estacionar en una plaza. Apelan inmediatamente a la discusión jurídica, o a la descalificación cuando el primer argumento no los favorece.

Significados
A partir de Aristóteles, el concepto de ciudadanía adquirió varios significados, de la mano de las distintas corrientes de la filosofía del derecho. Dos de esas posturas sentaron las bases para la discusión. La tradición liberal (con John Locke, el pensador inglés del siglo XVII) postulaba la pertenencia del ciudadano, como individuo, a una organización sostenida por una situación jurídica.
En cambio, en el modelo republicano –que se remonta a Aristóteles, y que continúa con Jürgen Habermas o Hannah Arendt– dicha pertenencia se moldea en la participación en una comunidad que se autodetermina. Como dice el filósofo canadiense Charles Taylor –en El debate liberal-comunitario – “(...) gobernar y ser a su vez gobernado significa que al menos algunas veces los gobernantes podemos ser ‘nosotros’ y no siempre ‘ellos’”.
No hay forma de que haya un inspector en cada esquina de la ciudad. La gestión municipal puede ser un verdadero desastre –una cosa no quita la otra–, pero gran parte de la calidad de vida cotidiana la construimos cuando estacionamos en cualquier lado o cuando destruimos el espacio público. Depende de nuestro gobierno.
Tirar basura en una plaza equivale a defecar en el living de casa. Pero esa conducta se repite, ad infinitum .
No hay normas ni relación jurídica que regulen esos actos. De allí a saquear o a linchar si no hay policías en la calle, hay un pasito.
Está claro por qué tenemos la ciudad que nos merecemos.

Ver Noticia On Line
.

0 comentarios:

Buscar este blog

Blog Archive

Temas

Archivo de Blogs