2 sept 2014

Monsanto según Conrero

La Voz del Interior (02/09/2014)
La cuestión Monsanto

Por Juan Marcelo Conrero - Decano de la Facultad de Ciencias Agropecuarias de la UNC

La discusión sobre la empresa llega a tal punto que se le echa la culpa del modelo productivo actual, cuando, en realidad, el modelo productivo actual deriva de las malas políticas agropecuarias nacionales.
A raíz de las versiones que circulan en diversos medios universitarios y algunos relacionados con ellos respecto del convenio específico suscripto con la empresa Monsanto, quisiera con todo respeto llegar a la sociedad en su conjunto para expresar mi postura sobre el tema.
Aclaro, primero, que lo actuado por este decanato cumplimentó con todas y cada una de las disposiciones vigentes, las cuales me confieren las atribuciones para suscribir convenios específicos.
Además, como nunca antes sucedió en esta unidad académica, los convenios (13 en total) fueron suscriptos en el evento público más concurrido (entre 400 y 500 personas) de nuestra facultad, el Día del Ingeniero Agrónomo y del Médico Veterinario (8 de agosto), que todos los años se realiza en las instalaciones de nuestro campo escuela, cuestión que motivara el agradecimiento y las felicitaciones por parte de la comunidad.
La oposición (consejeros estudiantiles y consejeros docentes) participaron en la firma de los convenios. Pero el 22 de agosto, cuando se informó de la resolución decanal por la cual fue aprobado el convenio con Monsanto, se hicieron los sorprendidos y, bajo esa argumentación, convocaron a los supuestos ambientalistas que irrumpieron en la sesión.
Las formas en que actuaron estas personas demuestra la falta de respeto y la intolerancia a la pluralidad de pensamientos que hoy impera en la Universidad Nacional de Córdoba. Es un hecho que no comparto ni podría compartir, por la formación democrática y reformista de la cual provengo, ya que durante años luché por una universidad pública donde convivan todas las líneas de pensamiento y no se “proscriba” a ninguna de ellas; donde podamos interactuar con respeto y tolerancia sin sufrir agravios para imponer uno u otro pensamiento, ya que eso pertenece a las épocas más oscuras que vivió nuestra nación.
Nosotros, como institución, y yo, como productor, hijo de productor, que me he criado y vivido en el campo, que tengo mi familia en el campo, que vivimos en un pueblo pequeño inmerso en el interior profundo de la Argentina, vemos con mucha preocupación cómo se desvirtúan totalmente las cuestiones, sobre todo por algunos medios que no se cercioran de qué se trata en realidad.
En esto hay una gran mezcla “ideológica” sobre el nombre de una empresa, cuando en realidad lo que debería discutirse es sobre una planta procesadora de semillas de maíz.
Respecto de la comunidad de Malvinas Argentinas, yo siento una gran responsabilidad, un compromiso –como decano de la Facultad de Ciencias Agronómicas– de tratar de llevar técnicamente el real conocimiento de lo que es esa planta y que fue lo que le dijimos a la gente que irrumpió en la sesión de Consejo, el pasado viernes 22 de agosto.

En discusión
Tenemos la obligación de hablar de lo técnico, no de lo político. Lo político va por otro carril, va en otro sentido y en otros ámbitos. Nuestra responsabilidad es comunicar que se trata de una planta de determinado estilo (procesadora de semillas de maíz) y para confirmarlo basta con observar las 43 plantas –creo– que hay instaladas en todo el país. Están cerca de poblaciones similares a la de Malvinas, en algunos casos tienen más de 20 años de instaladas y nunca hubo ni siquiera un mínimo inconveniente.
La discusión sobre la empresa llega a tal punto que se le echa la culpa del modelo productivo actual, cuando, en realidad, como viene observándose (en estos últimos días, sobre todo), el modelo productivo actual deriva de las malas políticas agropecuarias nacionales, que no generan condiciones para que se desarrollen otros sistemas productivos. Todo lo cual nunca puede ser culpa de una empresa.
Lo que hemos firmado con Monsanto, al igual que con muchas otras empresas, son convenios de trabajo conjunto, porque tenemos una relación, porque es Ciencias Agropecuarias y formamos profesionales ingenieros agrónomos.
No podemos desconocer a ninguna empresa, entidad o institución vinculada con nuestro sector, que se desenvuelva en el marco de la ley. No obstante, tampoco nos quedamos sólo con eso, ya que trabajamos con municipios, con escuelas y colegios, con grupos de productores del norte de Córdoba, entre otros.
Para nosotros, Monsanto es una empresa más, a la cual se le agrega el compromiso asumido con la comunidad de Malvinas. Por ese motivo, les solicitamos poder revisar el Estudio de Impacto Ambiental antes de que fuera presentado a la autoridad de aplicación. La idea es examinarlo mediante la conformación de una comisión interdisciplinaria de especialistas que nunca hayan tenido vínculo con ninguna empresa similar y que se dediquen a la actividad universitaria de investigación y docencia.
De ese modo pretendemos, por un lado, dar un marco de tranquilidad a los ciudadanos, y por otro, elevarle por escrito a la empresa las recomendaciones que correspondieren sobre el Estudio de Impacto Ambiental.
Pensamos que sólo así será posible llevar tranquilidad a la comunidad de Malvinas Argentinas, ante la eventual autorización de la puesta en funcionamiento de la planta, en el caso de que su funcionamiento no afecte el entorno.
Este es nuestro compromiso; después, será la autoridad de aplicación la que lo evalúe y le dé el curso que considere pertinente.
Para concluir, quisiera expresar que la decisión asumida por esta gestión es la de involucrarnos en todos y cada uno de los temas en los cuales corresponda nuestra participación como Facultad de Ciencias Agropecuarias.

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