26 abr 2012

Ruido: Un contaminante ambiental en la Capital

La Voz del Interior (26/04/2012)
Un contaminante ambiental

Por  Jessica Valentini y Arturo Maristany. Ex defensora del Pueblo de la Provincia y director del Cial (UNC), respectivamente
Córdoba es una de las ciudades más contaminadas de América latina. La experiencia demuestra una permanente demanda social a los problemas relacionados con el ruido.
Al ruido urbano lo integran múltiples emisores, desde el transporte hasta actividades de esparcimiento o construcción. Es considerado un contaminante ambiental en los países desarrollados y más aún en los países en desarrollo, por su falta de control.
El Comité Internacional de Efectos Biológicos del Ruido (Icben) manifiesta que es necesario un gran esfuerzo para desarrollar y poner en marcha políticas de lucha contra el ruido que consideren a este como parte de las políticas de mejora del medio ambiente.
Córdoba es una de las ciudades más contaminadas de América latina. La experiencia demuestra una permanente demanda social a los problemas relacionados con el ruido y sus efectos.
Trabajos realizados en los últimos años, como las encuestas implementadas en 2007 entre la Defensoría del Pueblo de la Provincia de Córdoba y el Centro de Investigaciones Acústicas y Luminotécnicas (Cial, dependiente de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Nacional de Córdoba), demuestran una importante demanda social de solución a los problemas generados por el ruido urbano.
Las principales fuentes de contaminación acústica manifestadas por la población son el ruido del tráfico en las calles, las bocinas, sirenas, ruido de vecinos y la construcción, mientras que los sonidos provenientes de locales de esparcimiento y fiestas siguen en orden de molestia potencial a los habitantes.
Por otro lado, los vecinos consideraron que el dormir y el estudio o la lectura son las actividades más afectadas por la presencia de ruido ambiental, mientras que la mayoría expresó que el ruido excesivo provoca disminución de la concentración, nerviosismo, insomnio e incluso aumento de la agresividad.
Fiscalización e información son los dos mecanismos o políticas que la población considera  efectivos para controlar el nivel de ruido.
La ordenanza 8.167, de 1986, fija límites para los niveles de inmisión de ruidos a los vecinos. Es hoy la única ordenanza sobre ruido en la ciudad de Córdoba. Su aplicación revela la necesidad de su adecuación y actualización, orientada a alcanzar un control efectivo sobre la problemática de la contaminación acústica.
Un cuerpo normativo podría inspirarse en las estrategias fijadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para los países en desarrollo, contemplando entre otros aspectos la necesidad de evaluar las políticas de ruido en cuanto a reducir la exposición y los efectos adversos a la salud.
La contaminación acústica ocasiona problemas sociales y técnicos, todos ellos interrelacionados y de compleja resolución. Para dar respuesta integral al problema de los ruidos excesivos, es necesario realizar una planificación acústicamente adecuada de las áreas urbanas, a partir de criterios regulatorios que deberían ser el resultado de procesos de investigación interdisciplinarios.
Cierto es que en la actual gestión municipal hay prioridades que deben resolverse, pero no es menos cierto que en una política de Estado sustentable respecto del medio ambiente, la problemática del ruido debe ser abordada con paso firme, asumiendo un compromiso con modernización normativa necesaria e inclusiva respecto de un acompañamiento interdisciplinario de toda la sociedad.
Apostamos a que con acciones compartidas se revierta la estadística recientemente dada a conocer en cuanto a que son muy pocos los cordobeses que sienten preocupación por un ambiente sano.

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