24 oct 2010

Efectos del glifosato

El Puntal de Río Cuarto (24/10/2010)
“El glifosato produce malformaciones muy serias en los embriones”

El investigador del Conicet Andrés Carrasco experimentó en anfibios y aves, y comprobó alteraciones en el tamaño de la cabeza y los ojos, en la formación del cerebro, y modificaciones neuronales, intestinales y cardíacas
Concentraciones ínfimas de glifosato son capaces de producir efectos negativos en la morfología del embrión, es la principal conclusión a la que llegó el investigador principal del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas -Conicet- y profesor de embriología de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires, Andrés Carrasco (64), tras hacer experimentos con anfibios y aves, lo cual genera preocupación acerca de los casos de malformaciones en humanos observadas en poblaciones expuestas, de las zonas agrícolas.
“El glifosato que es inhalado y pasa a la sangre de la madre en las tres primeras semanas de vida del embrión genera malformaciones”, señaló el autor de la investigación que refuta la supuesta inocuidad del agroquímico.
Hace 30 años que viene estudiando el desarrollo embrionario en vertebrados y fue el primero en disparar contra este herbicida -desarrollado para la eliminación de hierbas y arbustos, en especial los perennes-, que se usa en el cultivo de la soja transgénica.
En diálogo con PUNTAL, explicó el efecto teratógeno del glifosato mediado por la alteración de los niveles de ácido retinoico, un conocido morfógeno clave en el desarrollo de todos los vertebrados, incluyendo la especie humana. Habló de los riesgos para la salud, las comprobaciones que han logrado con sus investigaciones, dimensionó el efecto nocivo de este agrotóxico, cuya marca comercial más famosa es Roundup, de la multinacional Monsanto, detalló los estudios que han realizado a nivel del desarrollo embrionario, las alteraciones genéticas observadas y las malformaciones registradas.
Se refirió a los riesgos para las vías respiratorias, las embarazadas y los embriones, y remarcó que “hoy el uso de estos agroquímicos está fuera de control”. También, comentó los problemas que le acarreó haber publicado su investigación, de la que se hizo eco la revista estadounidense Chemical Research in Toxicology.
“Nosotros hicimos un trabajo con un herbicida y otro con inyección de glifosato puro en embriones. Y encontramos una serie de malformaciones. Tanto con el herbicida, como con el glifosato, aparecen malformaciones muy serias. El glifosato está interfiriendo en el mecanismo enzimático, de manera muy importante en el desarrollo embrionario de todos los vertebrados”, afirmó este médico, director del Laboratorio de Embriología Molecular de la Universidad de Buenos Aires, al tiempo que destacó: “Todos los vertebrados compartimos los mismos mecanismos para el desarrollo embrionario”.
Y agregó: “El ácido retinoico en las primeras tres semanas, en el caso del hombre, es absolutamente importante que funcione en cantidades adecuadas para la regulación génica y el normal desarrollo de ese embrión. Las alteraciones en la concentración de esa sustancia producen malformaciones. Son síndromes que están descriptos en la clínica desde hace mucho tiempo. Nosotros encontramos que el glifosato interfiere en el metabolismo de la síntesis de esta sustancia llamada ácido retinoico y altera la expresión de un conjunto de genes que tienen que ver con la formación de nuestros ejes embrionarios”.
“Si el glifosato llega a tener contacto con el embrión en cantidades mínimas, existe la seria posibilidad de que se altere eso que se está formando como tejido embrionario y que va a ser el futuro organismo. Por lo tanto, consideramos que es lo suficientemente importante, como mecanismo de acción, probado como teratogénico, al haber determinado que el glifosato tiene una acción sobre esa sustancia tan importante”, apuntó.
Y advirtió: “Produce cíclopes, achicamiento de la cabeza, afecta toda la estructura craneal y genera malformaciones craneales. Impacta en una serie de genes muy bien determinados, que están regulados por el ácido retinoico”.
“Cuando se altera la expresión de un gen en un momento determinado del desarrollo embrionario, lo que sucede es que se muere el embrión o hay malformaciones. Todo depende de las dosis”, enfatizó. Y acotó: “Deberían hacerse estudios más profundos para determinar el impacto del uso de agrotóxicos. Producen malformaciones, a través del aumento del ácido retinoico. Y estamos hablando de dosis muy pequeñas, que están muy por debajo de aquellas usadas en el campo”.

- Usted habla de la alteración de los niveles del ácido retinoico, ¿cómo lo modifica el glifosato?
- Es una evidencia que nosotros tenemos que en los embriones que tratamos con estos productos, la actividad del ácido retinoico aumenta. Eso es un dato experimental. Y suponemos que la razón por la cual aumenta puede deberse a dos cosas: a que aumenta su síntesis o disminuye su degradación. Debe haber enzimas que son alteradas o bloqueadas por el glifosato. Altera metabolismos enzimáticos. La alteración de las concentraciones de ácido retinoico es una condición para la teratogénesis. Es sabido en la embriología experimental y en la clínica que los aumentos de ácido retinoico afectan al embrión, sobre todo, en las primeras semanas del desarrollo embrionario. Esto pasa en todos los vertebrados. Está comprobado que producen malformaciones.

- ¿El glifosato es una variable que influye directamente en las malformaciones?
- Lo que está alterando es el metabolismo que sintetiza o que degrada al ácido retinoico, que es un componente normal del desarrollo embrionario. Es una sustancia que tiene funciones muy específicas durante el desarrollo embrionario, llamada morfógeno, que es un regulador de genes. Cuando las concentraciones normales se alteran las consecuencias son procesos malformativos. Sucede que algunos genes se expresan mal y hay alteraciones de formas. Lo que nosotros encontramos es que estas variaciones malformativas pueden ser inducidas por el glifosato, porque varía las concentraciones del ácido retinoico.

- ¿Cuáles son los experimentos que han realizado?
- Hicimos experimentos con herbicidas y también hicimos experimentos introduciendo cantidades muy pequeñas de glifosato puro en embriones, para ver cuál era el efecto metabólico. En ambos casos, hemos encontrado malformaciones. Si el glifosato es capaz de alterar un metabolismo normal de producción de una sustancia, como el ácido retinoico, su concentración dentro del embrión, produce malformaciones.

- ¿Qué especies animales han utilizado para estos experimentos?
- Hemos usado anfibios y aves. Y hay experimentos en ratas hechos por otros investigadores, que también han encontrado que el glifosato produce malformaciones. En cuanto el glifosato acceda al embrión sería capaz de producir estos cambios que hemos observado.

- ¿Estos resultados son extrapolables a humanos?
- Vistas estas sospechas, lo que hay que demostrar es que no sucede. No se han hecho experimentos en humanos, lo cual es imposible. En medicina, los experimentos se hacen primero en animales. Y a nadie se le ocurriría usar tóxicos en grupos experimentales humanos. Por eso, ante la sospecha cierta de que estas cosas pueden ocurrir y puede ser una evidencia de que esté también sucediendo en humanos, es necesario demostrar que no sucede. Eso se llama principio precautorio en la normativa ambiental y en la deontología médica.

- ¿Está comprobado que el glifosato produce cáncer?
- Hay serios indicios. De los pocos estudios epidemiológicos que hay, se desprende que hay un aumento del cáncer en general en los poblados rodeados por el uso de este agroquímico. En particular, relacionado con cáncer de la sangre. Ese tipo de alteraciones es muy probable.

- ¿Hay daños en riñones, neuronas, intestinos, corazón?
- Nosotros observamos algunas de esas cosas. Así como produce malformaciones en la estructura craneal, también va a terminar haciendo lo mismo en otros órganos. El ácido retinoico tiene una alta gama de malformaciones y alteraciones en la formación de órganos, que incluye al corazón, los riñones, los intestinos.

- ¿Los daños se producen sólo en los fetos o también en quienes son alcanzados por el glifosato?
- Son dos cosas diferentes. Y, previo, quiero aclarar que el glifosato no es el único herbicida que produce alteraciones en las concentraciones de ácido retinoico. Hay otras sustancias que se usan en el territorio, que tienen los mismos mecanismos de acción. En adultos se dan enfermedades agudas, problemas digestivos, renales y respiratorios serios; algunos desarrollan neuropatías, que son enfermedades crónicas del sistema nervioso periférico y el cáncer.

- Los herbicidas se trasladan por la acción del viento, ¿eso hace más complejo el fenómeno?
- Por un lado, hay una mala manipulación, porque se considera de baja toxicidad y la gente no se cuida. Pero, más del 70 por ciento de las enfermedades agudas o crónicas que se han relacionado con agroquímicos, se da por inhalación. No es que alguien sólo se va a enfermar por tomarse un vaso con glifosato, como dicen algunos.

- ¿Usted ha estado en contacto con comunidades víctimas del uso de agroquímicos?
- He estado con personas expuestas a esto en distintos lugares del país y todos han relatado lo mismo. Los sistemas de salud de los pueblos suelen ser renuentes a admitir esto, por eso hay mucha subestimación de las enfermedades. No hay un relevamiento epidemiológico adecuado. Hacen falta estudios de campo, ni el impacto ambiental, ni en la salud están evaluados.

- ¿Se puede dimensionar el efecto nocivo de este agrotóxico?
- En estos momentos, se están usando unos 200 millones de litros de glifosato por año. Y unos 40 millones de litros de otras sustancias, como dosulfan, que también es altamente tóxico, el 2,4D y algunas nuevas, que van apareciendo, herbicidas que son aconsejados y promovidos por las empresas para acompañar al glifosato. Se hacen mezclas que son muy poderosas. Cada vez se está usando más y cada vez hay más áreas afectadas, se está llegando a los 20 millones de hectáreas. Y no hay control de los cócteles, ni las concentraciones que se usan. Acá hay que asumir el problema, que es grave para la naturaleza y la salud humana. Son necesarios estudios ambientales y epidemiológicos en serio. Son los estados los que deben ocupar ese lugar. Un ejemplo de la dimensión de esta problemática es lo que ocurre en La Leonesa (Chaco), que está al lado de seis mil hectáreas de arrozal, donde se usa glifosato a destajo; ahí encontraron un 300 por ciento de aumento de cáncer, especialmente en chicos menores de 15 años. Este es un dato de incidencia, que sirve como dato epidemiológico. Y en el Chaco hubo un aumento del 400 por ciento de malformaciones en diez años.

- ¿Qué debieran hacer los gobiernos nacional y provinciales en relación con la comprobación del impacto en el medio ambiente y la salud?
- Están dejando un vacío porque nunca previeron que estas tecnologías debían ser monitoreadas. Un estado en serio debió haber controlado en cuanto la frontera agrícola se extendía. Pero, por otro lado, tengo la sensación de que la ausencia del estado es haber permitido que la frontera agrícola se extienda bajo las reglas de juego de las grandes concentraciones económicas. Nadie controló eso. Nadie se preguntó cuál iba a ser el impacto ambiental de tener 20 millones de hectáreas de monocultivo y usando 240 millones de litros de herbicidas. El diseño político de esta forma de crecimiento, en base a este tipo de agronegocios, no fue decidida desde el estado, sino desde los sectores privados. Y el estado debe arbitrar el bien común. Pero, la realidad es que hay un señor como -Gustavo- Grobocopatel, que parece que está diseñando la política agrícola de este país. El estado no debe delegar esa función.

- Funcionarios y empresas lo han hostigado. ¿Hubo un choque de intereses?
- En general, apelan al ninguneo, la descalificación. Yo no puedo salir a contestar ni a funcionarios, ni a nadie. Opinan de embriología agricultores, fumigadores, empresarios, como si hubieran estado pasándose los años estudiando en esta materia. Lo hacen por sus intereses y fogoneados desde algunos lugares del poder político. Los primeros que hicieron esto fueron funcionarios del Gobierno nacional.

- ¿Le ha costado seguir siendo investigador del Conicet, en este marco de presiones políticas?
- El Conicet, del que fui presidente durante dos años, ha sido ahora uno de los brazos de esta cosa descalificatoria. Han tenido algunas movidas, como lo de la Feria del Libro. Yo iba a dar una charla y ellos se opusieron. Fue un acto de censura. Aprobaron todas las charlas, menos la mía.

- ¿Ha tenido recorte de presupuesto para sus investigaciones?
- No, eso todavía no lo sé. Aún no he tenido que pedir nuevos fondos. No he puesto a prueba el sistema. Si hay alguna represalia, tanto de la Agencia -Nacional de Promoción Científica-, como del Conicet se verá cuando yo requiera fondos nuevos para continuar con mis trabajos. Las instituciones se han comportado irracionalmente. Han negado la posibilidad de que algo suceda, cosa que como científicos no pueden hacer. Ante una evidencia, tienen que abrir la mente y dar lugar a la duda. Han roto reglas básicas, sobre todo el Conicet, de su propia lógica, de promover el pensamiento científico. Eso no es bueno y pone en evidencia que están más sujetos a algunas líneas del discurso político, que de su propia naturaleza, que es la de promover el desarrollo del conocimiento científico.

- Pero, usted fue funcionario de este Gobierno, subsecretario de Innovación Científica y Tecnológica del Ministerio de Defensa de la Nación.
- Yo fui funcionario durante dos años, hasta que apareció este tema. Me fui porque había una incompatibilidad entre haberme involucrado en este tema y un Gobierno que no está de acuerdo conmigo. Me fui el 23 de julio del año pasado. Hubo presiones. Y preferí seguir siendo científico, dejando el rol de funcionario.

Los resultados de las investigaciones
Andrés Carrasco, que trabaja en embriología molecular desde 1981, observó en condiciones experimentales controladas los efectos del glifosato puro y del herbicida que lo contiene, en embriones animales.
Hicieron experimentos por inmersión. Como los embriones se desarrollan en medio líquido, se sumergieron en una solución salina similar a la del medio natural con diluciones del herbicida comercial. Y, por otro lado, concretaron otros en los que el glifosato puro fue inyectado en una de las dos primeras células embrionarias. Y analizaron los efectos en los embriones a distintos estadios del desarrollo.
Los embriones fueron incubados por inmersión en el herbicida, en diluciones 1/5000, desde estadio de dos células hasta su análisis experimental. La dilución corresponde a dosis de glifosato entre 50 y 1.540 veces inferior de las usadas en el campo y 5.000 veces menos de la solución comercial. Mayores dosis matan los embriones. Otros embriones fueron inyectados con 5 ml de glifosato puro y dejados desarrollar hasta diferentes estadios del desarrollo embrionario. La dosis de glifosato inyectada en los embriones es de 10.000 a 300.000 veces menores que las usadas en el campo.
La acción del glifosato sobre los embriones sugiere un efecto que distorsiona o altera procesos biológicos normales en territorios y tejidos específicos. En los experimentos, tanto el glifosato como el herbicida comercial afectaron durante el desarrollo embrionario territorios embrionarios discretos (cabeza, ojos, intestino). “Desde el principio de precaución de la ciencia médica, las alteraciones descriptas son extrapolables sobre el desarrollo de cualquier vertebrado. El principio de precaución prevalece ante cualquier sospecha de daño a la salud pública”, indica el investigador.
En los experimentos de inmersión de herbicida, se detectaron disminución del largo del embrión, que sugiere defectos en la formación del eje embrionario, alteración del tamaño de la zona cefálica con compromiso en la formación del cerebro y reducción de ojos, además de modificación de los mecanismos de formación de la placa neural, evidenciados por una merma de neuronas primarias, que podrían afectar el normal desarrollo del cerebro, cierre del tubo neural u otras deficiencias del sistema nervioso. Y en las pruebas con glifosato puro, observaron alteraciones en la formación de la cresta neural craneal y que el tubo intestino mostraba alteraciones en su rotación y tamaño, además de posibles alteraciones en la región cardiogénica.

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