12 ene 2010

Niños y animales compiten por el basural

El Puntal de Río Cuarto (12/01/2010)
Niños y animales compiten por el basural de las 400 Viviendas

A diario, rebuscan entre las montañas de desperdicios que se amontonan en Dinkeldein y Bulevar Unión de los Argentinos. Reclaman la limpieza del lugar para combatir alimañas y evitar enfermedades
Todos los días a espaldas de la mayoría de los riocuartenses, se reproduce una dolorosa escena que muestra a chicos del barrio 400 Viviendas merodeando y rebuscando desperdicios entre perros sarnosos y caballos hambrientos. En ese lugar fracasan todas las campañas de prevención: las del dengue, la diarrea estival y todo de tipo de enfermedades a las que están expuestos los niños, pero también las del control de plagas y el cuidado de los animales domésticos.
Ese sitio ocupa buena parte del Bulevar Unión de los Argentinos que alguna vez será asfaltado, justo donde la calle Dinkeldein termina su largo recorrido, en el sur profundo de la ciudad.
Es el basural con el que conviven, desde que fueron trasladados desde la costa del río, los habitantes del barrio bautizado pomposamente “Nueva Ciudad”.
Montañas de basura, bolsas de plásticos, desechos de supermercados, animales muertos y ratones vivísimos son parte del peligroso cambalache que fue tomando forma con la “ayuda” de algunos lugareños que van a depositar ahí pilas de residuos, pero también de vecinos que llegan de todos puntos de la ciudad por la ruta A005, dejan sus cargamentos y se marchan sin culpas como si estuviesen cumpliendo con un trámite rutinario.
Beatriz Becerra lo ve todo porque la casa que le tocó (¿en suerte?) da justo de cara al basural.
Su limitado presupuesto se le escurre entre litros de insecticidas y lavandina. “Tengo a mi marido que sufre del corazón y esto no le hace nada bien, acá tenemos que estar en pleno verano con las ventanas cerradas porque si no nos comen las moscas y los mosquitos”, protesta la mujer.
Es un buen día para escribir una crónica y sacar fotos del basural porque el viento del mediodía sopla fuerte hacia el norte, lo que ahorra los vahos irrespirables que los vecinos se ven obligados a aspirar casi a diario.
A unos diez metros, en medio del campo abierto donde se termina la ciudad hay un corral que los propios vecinos le pidieron a la Municipalidad para encerrar a las decenas de caballos que hacen mover los carros y la economía informal de estas faProxy-Connection: keep-alive Cache-Control: max-age=0 lias.
Pero paradójicamente adentro del corral no hay un sólo caballo. “Lo que pasa es que ese lugar debiera estar techado porque está a pleno sol y sin un árbol de sombra, por eso los animales no aguantan”, apunta Cristian Cáceres uno de los vecinos más atentos a las demandas del barrio.
Ramona Leguizamón, vive a dos casas de Beatriz. Es madre de tres niños de 1, 5 y 6 años. Dice que no es raro ver chicos que comen en el basural lo que algunos hiper acaban de dejar y reclama la presencia del municipio.
“Antes venían una vez por mes a limpiar, pero ya no se los ve más. Yo andaba con ganas de juntar firmas porque así no se puede vivir y cuando llueve es peor, porque todas las moscas se vienen para acá y las paredes quedan negras con el mosquerío”.
Otro joven se suma al coro: “No vaya a creer que sólo el pobrerío viene a tirar cosas acá, a veces se ven cada autazos. ¿Si les decimos algo? No, para qué, si salimos va a ser para problemas”, comenta.
Mientras los vecinos le dan forma a una queja masticada durante meses, un chico de no más de doce, llega con un carrito de supermercado y lo vacía entre los caballos como si estuviese en la fila de una caja, esperando turno para pagar.

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