18 nov 2023

La gestión de los recursos hídricos hace agua en Córdoba

 


La Voz del Interior (18/11/2023)
Lluvias escasas y cuencas desprotegidas: la sequía pega fuerte en los ríos cordobeses

Alerta por caudales muy bajos y varias regiones complicadas para obtener agua potable. Qué dicen los expertos sobre las causas y las perspectivas en el corto plazo.
En el valle de Paravachasca aseguran que nunca vieron al río Anisacate tan bajo como en estos días. En el sur de Punilla asombra un cauce casi seco del río San Antonio. En todas las Sierras preocupan los cientos de pequeños arroyos que están completamente secos desde hace semanas y, por consiguiente, los ríos a los que tributan con bajo caudal. En el norte cordobés, más acostumbrados a la escasez, ven que ahora hay “menos agua que nunca”.
Decenas de localidades ya declararon la “emergencia hídrica” ante las complicaciones para abastecer de agua potable a sus habitantes.
La falta de lluvias es la explicación central de la sequía que atraviesa Córdoba. Y no es sólo la de este año, sino la acumulada en tres años seguidos con precipitaciones promedio por debajo de la media histórica. Según muchos especialistas, es la principal pero no la única causa para explicar los ríos flacos.
Hay que observar, también, lo que desde hace décadas viene ocurriendo con las cuencas hídricas: la desprotección acumulada de los suelos y la vegetación en las áreas serranas que operan como “tanque de agua” de Córdoba. Cuando menos llueve, más se nota el impacto del tanque roto.
Las lluvias han sido escasas este año, como en los tres anteriores. El impacto del fenómeno La Niña duró más de lo pronosticado: a la contraparte de El Niño, con más precipitaciones, se lo esperaba desde septiembre. Pero nada: recién en esta semana de noviembre aparecieron las primeras lluvias y ahora los pronósticos se ajustan para anunciar que entre diciembre y enero llegarían recién las más abundantes.
Este viernes llovió en varias regiones de la provincia. En el sur de Punilla, por caso, el casi seco río San Antonio, clave para abastecer de agua potable a esa zona, registró al fin una subida de unos 90 centímetros a la altura de Carlos Paz. Un alivio, pero que necesita mucho más para consolidarse.
A la vez, para el verano se prevé una ola de calor con temperaturas superiores a las normales, en el centro y norte del país.
El último pronóstico del Servicio Meteorológico Nacional habla de altas chances de lluvias y de calor por encima de lo normal en esta parte del país. Al fenómeno de El Niño, se suman los cada vez más evidentes efectos del cambio climático global.
De acuerdo a la Organización Meteorológica Mundial (OMM) la sequía es “un período de tiempo con condiciones meteorológicas anormalmente secas, suficientemente prolongado como para que la falta de precipitación cause un grave desequilibrio hidrológico”.

Los diques, ¿casi normales?
Una aparente contradicción asoma. Mientras arroyos y ríos están exhaustos, los diques serranos se ven también bajos pero en niveles no tan diferentes a los de otros años de sequía.
Edgar Castelló, secretario de Recursos Hídricos de la Provincia, asegura que los embalses se encuentran cercanos a los niveles medios para esta época del año. Si las lluvias empiezan a cumplir los pronósticos, desde diciembre deberían mejorar sus volúmenes de agua acumulada.
Castelló resaltó que los diques San Roque y Los Molinos, que abastecen de agua a la Capital, están hoy dentro de los niveles medios para esta época del año. Bajos, pero no en niveles de alarma.
Comparó que sí hay bajantes importantes en ríos y arroyos, asociados a tres años seguidos de sequías. “Desde 2020 la sumatoria anual de lluvias está por debajo de la media. Y teníamos hasta esta semana más de 180 días con apenas 15 milímetros”, remarcó.
Castelló graficó que una obra de toma de agua en un río, que estaba diseñada para un caudal, no alcanza hoy porque bajaron mucho. “Eso sucedió en Cosquín, Alta Gracia y Carlos Paz, por ejemplo, con tomas superficiales para sus plantas potabilizadoras. Pero donde hay tomas subterráneas o perforaciones a napas no hubo inconvenientes”, apuntó.
Según el funcionario, en la siempre crítica zona de Sierras Chicas, con el acueducto habilitado este año y que provee agua a Río Ceballos y Salsipuedes, el dique La Quebrada ya no bajó como otros años. “Los problemas que hay están ahora más relacionados a la distribución local”, agregó.
Hacia el futuro, mencionó la obra del acueducto Paraná-Córdoba, que incorporará fuentes externas a las provinciales, primero para la zona de San Francisco y luego hacia Córdoba capital.

El agua que falta
Érica Díaz, docente en la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), y Andrés Rodríguez, director del Observatorio Hidrometeorológico de Córdoba, coincidieron en que la falta de agua se debe, sobre todo, a que la temporada de lluvias se demoró.
Córdoba es una región semiárida y su régimen de precipitaciones arranca en septiembre y culmina en abril. Pero desde mayo no se registraban precipitaciones, hasta estos días. “Es una condición netamente hidrológica. Y hace varios años que nuestro sistema atraviesan sequía”, apuntaron.
Es un ciclo natural el de años más o menos secos, por lo cual Díaz aconsejó planificar las reservas, construir trasvases de cuencas y cuidar el consumo siempre.

Ríos muy bajos
Marcelo García, docente en la UNC e investigador del Conicet en cuestiones hídricos, asegura que la situación actual es –en varias regiones cordobesas– la más crítica de los últimos 30 años.
“Los ríos están regulados naturalmente y no hay intervención humana. La lluvia media anual es de casi 900 milímetros y en los últimos dos años el valor acumulado estuvo por debajo de eso”, explicó.
Además, afirmó que el impacto de la sequía se debe a los procesos atmosféricos de gran escala: “Lo que precipita en Córdoba proviene de otras regiones del continente, de lugares hasta del norte de Brasil. Y hay una variabilidad global”. Entonces, los patrones atmosféricos hacen que llegue más o menos agua precipitable a Córdoba.
En el caso de Córdoba tiene un clima templado con una estación seca (entre mayo y septiembre), que este año se extendió. “Generalmente son cuatro meses de estación seca pero este año fueron más de seis meses: 190 días sin lluvia”, precisó.
Esa situación generó que todas las localidades que están en partes altas de cuencas se vieran afectadas si toman agua directamente de los ríos. Pero marcó que, en general, las que se proveen de los embalses no están registrando tantos problemas.
Citó, por ejemplo, que el lago San Roque está en los valores medios para esta época. “Lo que pasa es que los ríos que alimentan el embalse están secos. Pero no por un problema del embalse, sino de los arroyos y ríos tributarios”, destacó.
El manejo de los caudales de los embalses permitió que llegaran con el actual nivel, bajo pero no alarmante para noviembre, a pesar de la pronunciada baja de los ríos.
El especialista, que estudia si el retraso de las lluvias se debe al cambio climático, argumentó que los eventos extremos, de sequías y de lluvias abundantes, serán cada vez más frecuentes. “Y habrá que estar preparados”, advirtió.
Para García, la cuestión del consumo excesivo también debería analizarse: “Por ejemplo: si cada uno reduce el consumo en un 10%, en la ciudad de Córdoba y el Gran Córdoba, tendríamos agua para 200 mil personas más”, marcó.

También ver las cuencas serranas
El meteorólogo Marcelo Madelón, del Observatorio Meteorológico de Córdoba, interpreta que hay una sequía de origen meteorológico, pero que suma el impacto de la desprotección de las cuencas, por deforestaciones e incendios. “Faltan árboles, quitamos la esponja natural que tienen las Sierras para conservar agua en las nacientes de los ríos”, apuntó.
Al no retener las cuencas altas las lluvias “el agua se va” (escorrentías), y produce cada vez mayor erosión, y baja la calidad del agua por los materiales que arrastra, mientras las vertientes se secan o desaparecen porque no queda suelo.
“El Estado provincial y el nacional no han hecho planes serios de reforestación, de cuidado de cuencas, que tendrían que haberse hecho hace 20 años o más”, opinó.
Madelón advirtió que “hay que estar preparados frente a un cambio climático que ya llegó”, y sostiene que “el clima de Córdoba se parece cada vez más al de Santiago del Estero”, donde las sequías son cada vez más largas y las temperaturas más antagónicas.
“Semanas atrás tuvimos temperaturas debajo de cero y cuatro días después el récord histórico para noviembre de 43,7° en Córdoba ¿Eso qué significa? Que la falta de humedad y de vegetación dan lugar a que nuestro clima se parezca más al de un desierto, porque las máximas son cada vez más elevadas y las mínimas también”, argumentó.
También admitió que a los meteorólogos les está costando hacer pronósticos cada vez más certeros porque los modelos numéricos que utilizan son de una atmósfera que ya no es la actual.
“Por suerte, esta semana comenzaron las lluvias y se esperan nuevamente para el 21 y 22 de noviembre, pero no alcanza por ahora. Faltará más. Estadísticamente, diciembre es el mes más lluvioso del año”, indicó Madelón.
Desde diferentes organizaciones ambientalistas, como en trabajos académicos, se viene planteando hace años también que para sostener cantidad y calidad de agua en Córdoba es sustancial la preservación ecosistémica de las cuencas hídricas y de los bordes de todos los cursos de agua. Apuntan a conservar los suelos sin erosión, manteniendo vegetación y pastizales nativos con ese fin.
Federico Kopta, del Foro Ambiental Córdoba reclamó más atención en ese sentido, así como “una ampliación y verdadera protección de las áreas definidas como reservas hídricas naturales”, redefinir un “plan de ordenamiento territorial” y generar planes educativos sostenidos sobre el uso racional del agua.

Niveles de diques: hoy y hace un año
Comparando los niveles actuales de los principales embalses de Córdoba no aparecen diferencias notorias respecto de un año atrás. Según las mediciones de la Administración Provincial de Recursos Hídricos (Aprhi), este jueves el dique San Roque estaba con 29 centímetros más que un año atrás, y a 5,40 metros de su vertedero.
Embalse, en Calamuchita, tiene ahora 1,10 metros menos de agua que un año atrás, y está a 5,1 metros del vertedero.
Los Molinos cuenta solo 20 centímetros menos que hace un año, y se ubicaba este jueves a 5,7 metros del punto de verter.
La Viña, en Traslasierra, está con 2,40 metros menos que hace un año. Y el dique de Cruz del Eje a 1,60 metros de los registros de un año atrás.
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