12 oct 2021

La biodiversidad que, bajo fuego, se despide de Córdoba

 


La Voz del Interior (12/10/2021)
La biodiversidad que, bajo fuego, se despide de Córdoba

Por Emilio Iosa - Médico Sanitarista

El Gobierno cabalga sobre un paradigma que no contempla la biodiversidad como un factor esencial para reproducir la vida.
Caminaba por el monte cordobés hace unos días, entre medio de la sequía y los dorados aromos que caracterizan el bosque nativo antes de las lluvias. Fue dentro de la reserva Tatú Carreta.
En la mirada de los ciervos, exóticos para Córdoba, pude percibir el estado de alerta que demuestran ante la cercanía del hombre, ese ser incomprensible que es capaz de atentar, incluso, contra su propia casa.
La delicada red de cooperación continua que sostiene la vida en nuestro planeta se llama biodiversidad. Cuanto más diversa y equilibrada es esa red, la vida tal cual la conocemos asegura su existencia, su reproducción y la de las generaciones futuras.
Esto aplica también para Córdoba, aunque nuestro Gobierno lo disimule.
La conservación y restauración de la biodiversidad no es una idea o concepto netamente ecologista y, menos aún, romántico. Es una necesidad estratégica, y por lo tanto política. Pero en la provincia de Córdoba, el fuego, que nace de forma involuntaria o voluntaria, según los casos, se mantiene y se extiende porque el Gobierno cabalga sobre un paradigma de progreso que no contempla la biodiversidad como un factor estratégico y esencial para reproducir la vida.
El de Córdoba es un modelo de crecimiento que pone el capital por sobre la existencia misma.
El fuego en Córdoba devoró en el último año unas 350 mil hectáreas del escaso bosque nativo remanente en la provincia. Desde el siglo XIX, el modelo de progreso cordobés viene arrasando con el 95% de la trama de vida en el territorio. En sólo 100 años, este modelo cordobesista céntrico, extractivista y neocolonial se ha llevado puesto el entramado de vida que demoró millones de años en generarse.
En San José de la Dormida y Caminiaga (ese norte cordobés tan conocido por la poesía de don Atahualpa Yupanqui), se quemaron estos días otras 50 mil hectáreas. Y no sólo murió gente, devorada por el fuego. Desapareció el hogar de miles de seres que, sin intentarlo y sin saberlo, hacen a la supervivencia de nuestra especie y a la de miles de otras especies que nosotros no valoramos ni conocemos.
Mueren ellas, ellos y elles… Pero el gobierno de la provincia de Córdoba, ese que dice poco y hace mucho, ese que no para, ese que no comenta la realidad sino que la transforma, aún no lo percibe.
Pienso que el gobernador y todo su gabinete deberían replantearse su política estratégica de manejo de fuego y de conservación de la biodiversidad.
Si así no lo hicieran, las futuras generaciones y la naturaleza se lo demandarán, sin duda. Pero lo sufrirán duramente primero.

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