17 ago 2014

El mascotismo exótico es una actividad delictiva



Día a Día (17/08/2014)
Animales exóticos, una moda delictiva

La Patrulla Ambiental secuestra en Córdoba todo tipo de especies traficadas: serpientes, monos, yacarés, arañas, pumas, escorpiones, aves, hurones, carpinchos, erizos, lagartos. ¿Cómo se combate contra el tercer mayor delito del planeta?
En “La Conquista del Planeta de los Simios” (1972), la cuarta película de la famosa historia cinematográfica, una plaga acabó con todos los gatos y perros del planeta y ante esto los hombres tomaron como mascotas –y luego, como esclavos– a los simios. No existe esa plaga perruna ni gatuna en el mundo real, pero de todos modos aumenta la tenencia de animales exóticos o prohibidos como mascotas.
Y, detrás de esa tenencia, el tráfico.
No estamos ante un flagelo menor, si se considera que el tráfico ilegal de animales ocupa el tercer lugar después de las armas y las drogas, con un movimiento de entre 10 mil y 20 mil millones de dólares en todo el planeta, de acuerdo con estimaciones del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, siglas en inglés). Así de pesado y mundial es este delito, y así de voraz es el desequilibrio que provoca en el ecosistema.
Pese a ello no hay una voluntad política en la Argentina para combatir este delito: la ley provincial 4.046, aplicada por la Secretaría de Ambiente, contempla como “faltas” cazar o comercializar animales prohibidos; y la ley nacional 22.421, dependiente de la Justicia, sanciona como delito cazar, transportar o tener especies protegidas, pero la pena máxima contemplada es de tres años de prisión (un delito excarcelable, dada la baja cantidad de tiempo).
En otras palabras: un traficante de animales en prisión es como ver a una especie en extinción en una jaula del zoológico. Un investigador policial lo graficó así: “Si yo lo encuentro a usted con 500 animales prohibidos en el baúl de su auto, lo voy a detener y le voy a secuestrar los animales, pero lo más probable es que a los poquitos días usted esté en libertad otra vez”.
La falta de penalidad severa para este delito millonario lleva a situaciones tragicómicas, como que las propias personas a las que les incautan animales se presentan luego en la Secretaría de Ambiente para exigir que se los devuelvan.
Cuidar los animales. La ley contra el tráfico de animales es débil, sí; pero al menos Córdoba es una de las poquísimas provincias en el país que cuenta con un cuerpo policial que intenta rescatarlos y protegerlos.
La Patrulla Ambiental es un “rara avis” dentro de la Policía: depende de Jefatura, pero sus instalaciones están a metros del Parque Sarmiento, en el predio de la Secretaría de Ambiente (Riccheri 2187). Cuenta con 26 policías y dos camionetas, dirigidos por el comisario Walter Lucero y el subcomisario Rafael Consigli, que trabajan en conjunto con la Policía Ambiental de la Secretaría de Ambiente.
Los términos confunden, pero la diferencia básicamente radica en que la Policía Ambiental, que depende del Gobierno provincial, hace trabajos de inspectoría sobre desmontes ilegales y animales silvestres; en tanto que la Patrulla Ambiental se encarga de operativos policiales en lo vinculado con desmontes y flora y fauna silvestres, pero además en la extracción de áridos, tráfico de bienes arqueológicos, contaminación del aire, agua y suelo, sustancias alimenticias, residuos peligrosos, agroquímicos, productos forestales, maltrato animal, entre otros temas.
“Este año hemos tenido sobre todo problemas con perros peligrosos: hubo casos de muerte a raíz de ataques, incluso a los propios dueños”, cuentan Lucero y Consigli. Ellos son las “cabezas” del equipo encargado de vigilar el cumplimiento entre otros decretos provinciales del 1.751, sobre regulación de animales “todos silvestres y en su mayoría exóticos”. En la Capital, además, rige la ordenanza municipal 9.575, sobre la venta y los animales permitidos como mascotas.
Exóticos y riesgosos. Hay 700 “bocas de expendio” de venta de animales exóticos en Córdoba, según estimaciones. La “moda” de tener un animal raro conlleva el doble riesgo de la transmisión de enfermedades y la imposible reinserción del animal.
Sobre lo primero, Lucero y Consigli explican que los reptiles, las aves y los mamíferos pueden contagiar enfermedades desconocidas y en algunos casos mortales, dado que por ejemplo ante la mordedura de una serpiente o la picadura de un escorpión, no hay antídotos disponibles en la provincia. O sea que una mordedura o una picadura son letales, al igual que puede serlo una enfermedad extraña.
Sobre lo segundo, en Patrulla Ambiental destacan que es “imposible” que el Gobierno se encargue de devolver a cada uno de los animales incautados a su provincia o país de origen. Insertarlos en el ambiente local tampoco es una opción: pueden depredar a las especies autóctonas, alterar el ecosistema local y convertirse en plaga. Ante esto, los animales exóticos son enviados al zoológico o a las pocas reservas en la provincia, pero hay cada vez menos espacio para albergarlos. La solución a este problema se agrava cada día.
Crueldad. En abril se conoció la noticia de un hombre que “convivía” con cinco pitones en su casa de Huinca Renancó, en el sur de Córdoba. “Yo defiendo los reptiles a muerte”, justificó el hombre. Más allá de su amor mortuorio, lo cierto es que los animales arrancados de su hábitat y encerrados sufren el lógico estrés que lleva a miles de personas a negarse a pisar un zoológico.
El padecimiento de todo animal prisionero no es opinable: el Instituto de Virología de la UNC analizó un porcentaje de animales en cautiverio y habría comprobado que tienden a bajar las defensas y serían propensos a padecer
y transmitir más enfermedades.

Mamíferos
En mayo del año pasado fue noticia nacional una familia de Villa General Belgrano que pidió que le devolvieran a “Yuri”, el mono carayá domesticado que había sido incautado por la Policía Caminera.
“Es un monito que va a la cancha, toma Coca Cola, yogurt, juega en el placard. Nosotros lo queremos recuperar, que vuelva a estar con nosotros”, relató Nelly, la mujer de la familia. Su marido, Rubén, también pidió por el animal: “No durmió con nosotros en la cama, está su plato de comida, su tenedor. Estamos destrozados, yo no puedo trabajar así”. “Yuri” fue trasladado finalmente por las autoridades a la reserva de monos en La Cumbre, donde de a poco se integró en un ambiente natural.
En la Policía de Córdoba contaron una anécdota al respecto: “Esa familia de Villa General Belgrano se instaló en la puerta de la Secretaría de Ambiente para pedir al animal. Debieron sacarlo a medianoche en dos camionetas: una tomó para la derecha y la otra, para la izquierda. Por suerte, ellos siguieron al vehículo que no tenía al mono. Y no sabemos cómo, pero luego se enteraron de que “Yuri” está en La Cumbre y lo visitan allá”.
Entre tantísimos otros mamíferos, el puma es de los más hallados por la Patrulla Ambiental. Por decir una historia reciente, en abril secuestraron dos cachorros en el balcón de un departamento en Nueva Córdoba. En este caso estaban sanos, pero en la gran mayoría los captores les liman las garras y los colmillos y el animal ya no puede ser reinsertado en el ambiente natural nunca más. Otras veces los matan y venden sus cueros.
Así, como esta historia de mamíferos tomados como mascotas, hay muchas.

Réptiles
Las serpientes –chiquitas o monstruosas, venenosas y no tanto–, las arañas y hasta los yacarés lideran la “moda” del mascotismo exótico.
Ejemplos: a fines de abril, un guardia de seguridad vio a una lampalagua de tres metros cruzar una calle de barrio Tablada Park, en el noroeste de la Capital. Los vecinos se sorprendieron al enterarse de semejante animal deambulando por el asfalto. “Fue la lampalagua más grande que encontramos”, compartió Lucero, y recordó el hallazgo en distintas oportunidades de dos lampalaguas sueltas en pleno Parque Sarmiento y una pitón de gran tamaño en un galpón en Alta Córdoba.
“Esos animales no llegaron volando. Alguien los tenía escondidos y se les escaparon”, intervino Consigli.
Sobre las arañas, el año pasado unos obreros arreglaban un edificio frente al Patio Olmos, en el Centro, y vieron una tarántula que los espantó por el tamaño. “La pusimos sobre un plato para medirla y se le salían las patas de lo grande que era”, graficó Lucero. El animal, una tarántula paraguaya de colores marrón y rosa, fue llevado al zoológico. Los policías de la Patrulla se asustaron al enterarse luego de que es venenosa.
Las historias sobre yacarés también son variadas y brutales: a fines de 2012 se encontró un yacaré muerto a machetazos en una calle de barrio Guiñazú. En otra ocasión, empleados de la Terminal de Ómnibus retiraban cajas de un colectivo cuando vieron que de una chorreaba un líquido; la abrieron y se encontraron con un yacaré vendado con cinta de embalar, vivo, que se había orinado. “Se ve que alguien lo había comprado y se lo mandaron como una encomienda”, se lamentaron los investigadores.
Así, como esta historia de reptiles tomados como mascotas, hay muchas.

Aves
Son la especie y la variedad más perseguida, cazada e incautada. En Córdoba, por decir, se encontraron guacamayos azules en el Cerro de las Rosas –cuestan miles de dólares–, águilas encadenadas en barrio Güemes o 600 cardenales en el baúl de un Ford Falcon controlado por la Policía Caminera.
Los secuestros de aves son miles y no necesariamente en alguna casa de familia: muchas veces en veterinarias o comercios de venta en pleno Centro. Sin ir más lejos, en marzo de 2011 encontraron aves prohibidas o exóticas como cotilla, calafate o diamante en un comercio dentro del Hipermercado Libertad de Rodríguez del Busto. Por esas horas, en una veterinaria de La Calera se hallaron especies como reina mora, vira vira, brasita, corbatita, cabecita negra y piquito de oro, dando un total de 180 aves exóticas en un solo operativo.
“No existen en Córdoba lugares habilitados para la comercialización de fauna exótica, por lo que el ingreso al país de las especies decomisadas se realizó mediante tráfico ilegal”, explicó en su momento el subcomisario Consigli.
La caza de aves es de las más crueles dado que incluye técnicas rudimentarias como el “pega pega” (pegamento en las ramas para que los animales no puedan moverse) y “redes de niebla” (hilos finísimos en forma para que los pájaros se enreden). Las trampas son tantas que la mayoría de los animales mueren colgados de los árboles sin siquiera ser retirados por los cazadores. Incluso se calcula que un 90 por ciento de los animales –aves y cualquier otra especie– mueren al ser cazados o durante el transporte, previo a ser vendidos a elevados precios en comercios o directamente a familias.
Un operativo llamativo más: por esa misma fecha, la Patrulla Ambiental allanó una veterinaria de bulevar Illia al 400, en pleno Nueva Córdoba, y se sorprendió: había una serpiente pitón bola, un erizo africano, una iguana centroamericana, dos escorpiones emperador, dos ranas toro y una araña grammostola, todas especies exóticas que cuestan fortunas.
Así, como esta historia de aves y otros “bichitos” raros tomados como mascotas, hay muchas.

La patrulla
La Patrulla Ambiental se encuentra en Riccheri 2187. Es comandada por Walter Lucero (foto) Trabaja en conjunto con Ambiente, el Ministerio de Agricultura, Senasa, la Secretaría de Cultura, autoridades judiciales, municipios. Para denuncias: 434-4163 ó 0810-8883368. Pueden ser anónimas.

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Más Información:

Galería de los animales secuestrados por la Patrulla Ambiental
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